Prelude of Twilight

Publicado: 23:22 22/12/2007 · Etiquetas: · Categorías: CastleVania: Twilight Rhapsodia
Iron blue Intention

- ¿Cómo sabes quién soy? – preguntó François a la vampiresa, sorprendido de que ésta conociera su identidad.

- Oh, no fue difícil – respondió ella clavando sus ojos sanguinolentos en el muchacho – simplemente me enteré de que el clan Lecarde aún existía y decidí encontrarlo.

- ¿Te has tomado la molestia de buscarlo? – intervino Erik socarronamente – qué detalle…

La mujer sonrió con malignidad, y desvió su mirada hacia el Belmont.

- Contigo también tengo una cuenta pendiente – le dijo – no creas que he olvidado lo sucedido en los muelles de Almería… tu amigo y tú desbaratasteis un plan muy importante, y pagarás por ello.

- Ahora soy yo el que se siente halagado – repuso éste.

Erzhabeth volvió sus ojos a François, en quien parecía concentrar todo su odio.

- El nieto de Eric Lecarde… - articuló.

- Bisnieto – concretó el aludido.

- …Ni te imaginas lo largos que se me han hecho los días en el infierno – continuó – esperando a poder volver al mundo de los humanos ¡para aniquilar toda vuestra estirpe! - Sus ojos centelleaban de ira - ¡Nunca olvidaré la humillación que tu antepasado me hizo sufrir ante los ojos de mi señor! ¡Pagarás por él!

François empuñó su lanza con fuerza, ésta empezó a emitir un tenue brillo verdoso.

- Bueno… tal vez seas tú quien pague otra vez por todas esas almas inocentes que empleaste en la resurrección de Drácula.

- Te ayudaré – el pelirrojo desenvainó su espada y se colocó al lado de François – Ya me he enfrentado a ella antes, es poderosa, pero no invencible.

- Ni se te ocurra – respondió el Lecarde enseguida – esto es cosa mía.

- ¿¡Qué!? – Erik no podía creer lo que estaba oyendo - ¿Estás loco? ¡Tú no tienes…!

Pero entonces se fijó en el semblante de su amigo; serio, decidido, distinto a como lo había visto siempre…

Iba a decirle que no era lo suficientemente poderoso, pero en aquel momento emitía tal fuerza que aquella apreciación era sencillamente absurda.

¿Sería Simon también así cuando madurara?

La risa burlona de Erzhabeth interrumpió sus cavilaciones, ésta parecía mofarse de la determinación del Lecarde.

- ¡Esa es una decisión muy valiente, muchacho, realmente loable! ¡Pero lo cierto es que no pensaba darte otra opción!

- ¿Cómo que…?

- He preparado una pequeña sorpresa – aclaró entre dientes, con una sonrisa maníaca – para nuestro amigo Erik.

- Una… ¿Una sorpresa? – preguntó confuso el aludido.

Lentamente, como disfrutando de cada segundo, Erzhabeth alzó el brazo izquierdo y chasqueó los dedos, de inmediato una decena de ensordecedores aullidos inundaron el lugar, provocando un escalofrío en el joven pelirrojo.

- No… no serán…

La sonrisa de la condesa se acentuó.

- Hombres lobo, sí.

De los tejados de los edificios colindantes y de la propia catedral de Nôtre Dame, saltaron uno a uno diez criaturas peludas, de robustos y musculosos cuerpos antropomorfos, ropas hechas jirones y ojos brillantes.

François, que hasta ese momento había estado concentrado sólo en Erzhabeth Barthory, giró la cabeza y observó una a una a los recién llegados, a los que reconoció inmediatamente.

- ¡Son los campeones de la manada parisina! – Exclamó, atónito - ¿¡Qué están haciendo aquí!?

- Les he hablado del ataque que Erik llevó a cabo a la manada de Cataluña – explicó mientras se deleitaba con la expresión nerviosa del Belmont – inmediatamente convinieron conmigo en que debían tomar venganza por ello.

- ¡Un momento! – Intervino éste, indignado - ¿¡Ataque!? ¿¡Venganza!? ¡Simon y yo nos despistamos y acabamos allí por error! ¡Fueron ellos los que nos…!

- ¡¡¡SILENCIO!!! – lo interrumpió - ¡¡¡RECIBIRÁS EL CASTIGO QUE MERECES Y YO ME QUEDARÉ CON TU CABEZA COMO TROFEO!!!

Los licántropos empezaron a gruñir con rabia, a Erik le quedó claro que su única salida era luchar.

Pero… ¿Contra los diez más fuertes de la manada?

Estaba claro, no tenía otra opción.

- ¡François!

El Lecarde giró la cabeza, acudiendo a la llamada.

- ¡Voy a salir de la isla y buscar un lugar más cómo para luchar, así no nos estorbaremos mutuamente! – Indicó - ¡Ten mucho cuidado!

- ¡Tranquilo! – contestó éste mientras Erik echaba a correr, perseguido por las criaturas.

Mientras veía al Belmont desaparecer en la noche, Erzhabeth se reía.

- ¿Y esa es la famosa valentía de los Belmont? – preguntó entre carcajadas - ¡Menuda decepción!

François empuñó su lanza y enfiló la punta de ésta a la condesa.

- Mejor ríete cuando esos bichos te traigan su cabeza – sugirió - ¡Ahora concéntrate en lo que has venido a hacer!

- Oh, si, por supuesto – la condesa dejó de reír y se encaró con el Lecarde – No creas que me había olvidado de mi venganza.

La vampiresa alzó ambos brazos en cruz, y su piel empezó a supurar un espeso líquido carmesí. François quedó estupefacto.

- ¿Qué es…?

- Dime, hijo de Lecarde – dijo la condesa mientras el líquido empezaba a removerse sobre su piel blanca - ¿sabías que la sangre, el preciado líquido de la vida, también es capaz de matar?

El francés tensó todos sus músculos, adoptando una posición de guardia.

- ¿Cómo?

- Lo que da la vida también puede provocar la muerte, y te lo voy a demostrar… ¡¡¡BLOODY EUPHORIA!!!

La masa sanguinolenta se separó del cuerpo de la vampiresa en forma de grandes serpientes que apuntaban directamente a él, François no tuvo más remedio que echar a correr, rodeando a la condesa, que levitaba y giraba sobre sí misma, siguiéndolo con la mirada y riéndose.

- ¿Cuánto tiempo crees que podrás escapar? ¿eh?

El joven se vio sorprendido al dar la vuelta completa con el charco que habían formado aquellos reptiles al estamparse contra el suelo, volviendo a su forma líquida, lo pisó sin querer, y contempló horrorizado cómo ésta cobraba vida y empezaba a ascender por su pierna a la vez que el resto del líquido carmesí bullía, como si estuviera hirviendo.

En un gesto desesperado se echó a un lado y se sacudió la pierna, lo que provocó que el líquido empezara a arrastrarse, lentamente pero sin pausa, hacia él, como una única masa viva y pensante.

Miró a la condesa y después a la sangre, aquello, pensó, era un modo perfecto de mantenerlo a raya.

- Lástima que tenga mi lanza a mano ¿Eh, Barthory? – se dijo a sí mismo.

Dio dos saltos atrás, alejándose de Erzhabeth, que lo miraba triunfante, y corrió hacia ella sujetando su arma con las dos manos para, en un momento dado, clavarla en el suelo, justo en el centro de que aquella horrible masa carmesí, y usarla como pértiga para alcanzarla y atacar, pero su plan se vio frustrado inmediatamente cuando el líquido, que había ascendido por la pica y el mástil, sujetó la lanza con fuerza y lo proyectó hacia fuera, alejándolo de su objetivo para, después, tomar la forma de una ola que amenazaba con engullirlo.

Tuvo que hacerlo en menos de un segundo, desde su posición se alzó hacia atrás con sus manos – en aquel momento agradeció enormemente el duro entrenamiento físico al que su abuela Stella lo sometió durante 15 años – y saltó, aterrizando de pie y esquivando la mortal acometida.

- Hábil – opinó la condesa – pero insuficiente.

La masificación rojiza tomó entonces otra táctica, se elevó con la forma de dos lenguas y atacó al francés por ambos lados, éste se protegió describiendo un arco con su lanza y volvió a desplazarse, ésta vez saltando entre ambas protuberancias y rodando en una voltereta para después usar su lanza como impulso en un salto vertical, saltando por encima de la masa y echando a correr, todo para evitar que lo alcanzara.

Pero era agotador, aquella entidad, o lo que fuera, era incansable y se movía cada vez más rápido, François sabía que no duraría mucho sin continuaba en ese plan, debía hacer algo, y debía hacerlo ya.

Rápidamente se dio la vuelta, deteniéndose, momento que aquella cosa aprovechó para lanzarse hacia él, éste contraatacó atacando de frente con su lanza sin ningún éxito, ya que la masa cayó al suelo tal cual y volvió a la carga, lanzando multitud de gotas de sangre que el muchacho detuvo haciendo girar la Alcarde Spear a toda velocidad para volver a atacar, ésta vez a la base de aquello, pero de nuevo infructuosamente, ya que el arma se clavó en el suelo empedrado, haciendo añicos los adoquines, la extrajo a tiempo de saltar por encima de la masa sanguinolenta, que lo embestía de nuevo.

Se preguntó cómo podía destruir aquella cosa; su arma, pese a ser portadora de un inmenso poder heredado de su bisabuelo Eric, parecía incapaz de hacer nada por sí sola contra aquello.

¿Era un conjuro creado específicamente para aniquilar a los Lecarde?

No tenía tiempo para pensar en ello, como fuera debía seguir defendiéndose, y cada vez lo tenía más difícil, ya que la intensidad de los ataques de aquella cosa iba en aumento y sus fuerzas disminuían poco a poco.

Pensó en su segunda opción, las llamas celestiales, el poder que le heredó de su familia y que Loretta se había encargado de hacerle dominar.

¿Funcionaría?

Ni idea, pero no tenía nada mejor a mano, no al menos de uso inmediato.

Soltó su mano derecha de la lanza y cargó en los dedos índice y corazón una pequeña cantidad de energía que de inmediato pasó a transformarse en dos pequeñas llamas color turquesa.

Debía probar primero, aquella técnica suponía un desgaste importante de energía, ejecutarla en vano era sinónimo de derrota.

Intencionadamente bajó la guardia, entonces aquella enorme masa viscosa volvió a embestir, el Lecarde apuntó directamente hacia ella y liberó las dos luminarias en forma de proyectiles, que impactaron con fuerza contra la cosa, provocando una pequeña explosión que la hizo caer y retorcerse durante unos momentos. François observó además que, a lo lejos, el semblante confiado y altivo de la condesa se retorcía en una mueca de ira.

Sonrió.

Había funcionado.

Dejó que la criatura atacara de nuevo, cayendo sobre la punta de su lanza que, como antes, no le afectó en absoluto, y saltó, usando de nuevo su arma como impulso.

No tenía ningún motivo en especial para hacerlo, no necesitaba esquivar a aquella cosa, sólo ganaba el tiempo preciso para concentrar en la pica de ésta la suficiente energía como para que quedara totalmente envuelta en llamas, y lo consiguió en el punto más alto del bote.

Decidido, colocó la lanza cabeza abajo y apoyó sus pies en ella en la caída, clavando el arma en el centro de aquella masa que, ésta vez sí, actuó como un objeto sólido, quedando ensartada en el arma, de la que el francés saltó mientras las llamas desecaban y consumían aquella repulsiva viscosidad, hasta su total desaparición.

Cuando el fuego desapareció, volvió a recoger la lanza, extrayéndola del suelo, respirando con dificultad; a lo lejos sentía el aura de Erzhabeth, que aumentaba a la vez que su ira.

- ¿Eso era todo? – se burló François desde su posición.

La condesa no contestó, se disolvió en una espesa bruma y reapareció frente a François, atacándolo con un zarpazo que éste esquivó con soltura.

- Esperaba – reconoció – que ese conjuro terminara contigo, pero veo que eres más duro de lo que me imaginaba, así que no me dejas más remedio que mancharme las manos con tu asquerosa sangre.

- Bueno – resolvió el muchacho adoptando una postura con la mano derecha adelantada, dejando la izquierda atrasada con la lanza empuñada – aquí te espero.

Sin mediar palabra, Erzhabeth lo embistió, atacándolo con otros dos zarpazos, de los cuales esquivó uno, desviando el otro con su brazo libre para contraatacar con una patada, que la vampiresa evitó transformándose en niebla y alejándose.

No tuvo tiempo de reaccionar a ésta maniobra, inmediatamente un temblor bajo sus pies lo alertó, apartándose instintivamente para ver cómo una enorme estaca de piedra emergía del suelo, destrozando el empedrado que antes se hallaba bajo suya, rápidamente buscó a la condesa con la mirada, pero lo único que veía era una densa niebla que apenas le permitía alcanzar a ver la catedral; un nuevo temblor lo puso en guardia de nuevo, y se dio cuenta de que, una vez más, debía apretar a correr.

Era una táctica de desgaste, la condesa estaba dispuesta a matarlo de agotamiento, podía sentir su presencia en algún punto difuso entre la bruma, mofándose de él mientras lo veía correr por su vida, era realmente insultante…

De nuevo, decidió cambiar de estrategia, sin usar su lanza saltó con todas sus fuerzas en el momento en que una de las estalagmitas surgía del suelo, aferrándose con pies y manos a ésta, sin tocar la punta, en ese justo instante observó cómo la niebla se concentraba justo delante de él.

- Ahí te quería yo ver – murmuró.

La vampiresa se apareció súbitamente, dispuesta a desgarrarlo, François la dejó atacar, recibiendo un doloroso – pero soportable – zarpazo y contestando golpeándola con el bastón de su lanza, intentando después ensartarla en la pica sin éxito, aunque hiriéndola en el costado; ella se retiró de nuevo, pero no desapareció, si no que, como ya hizo a Erik y Luis en el pasado, invocó en el aire una gran cantidad de pequeños cuchillos que lanzó a gran velocidad contra el francés, que giró su lanza para desviarlos todos, aunque no tardó en darse cuenta de que no servía de nada, ya que éstos volvieron enseguida a por él.

Erzhabeth profirió una risotada al ver la cara de sorpresa del muchacho.

- ¡Puedes correr si quieres! – se burló - ¡adelante! ¡Tengo ganas de divertirme!

Pero François no corrió, en el último momento bajó de la inmensa estalagmita de piedra saltando hacia atrás y contempló cómo las cuchillas la destrozaban de una pasada y la hacían añicos para darse la vuelta, el Lecarde aprovechó ese momento para volver a invocar el fuego celestial, saltó hacia atrás y estiró por completo el brazo, sujetando el arma por el último segmento del mástil y proyectando desde la pica un violento chorro de fuego turquesa que volatilizó las dagas invocadas por Erzhabeth.

- Me consta que no te faltan recursos – espetó a la condesa – pero mira, a mí tampoco.

- ¡Bien! - respondió ella - ¡Así mi victoria tendrá mucho más mérito!

La vampiresa volvió a extender los brazos, pero no apareció nada cerca de ella, al contrario, François no tardó en percatarse de que, apuntándole con sus afilados picos, miles de esquirlas de un cristal reluciente aparecían súbitamente a su alrededor.

- ¿Cómo piensas escapar de eso? ¿eh? - preguntó, recuperando su burlona y exagerada sonrisa.

- ¿Escapar? - contestó el Lecarde - ¡Menuda gilipollez!

Mientras, en ráfagas, los pequeños cristales se abalanzaban contra él, François embistió a la condesa, que reaccionó levitando hacia atrás, alejándose de él, mientras veía como, en ocasiones, las esquirlas lo alcanzaban y, en algunos casos lo atravesaban, pero el muchacho no dejó entrever ni la más mínima muestra de dolor o resentimiento por las heridas, y continuó corriendo con todas sus fuerzas hasta que, tras sólo unos metros de persecución, la alcanzó, saltando para golpearla en el cuello con el mástil de su arma antes de intentar propinarle un lanzazo en el corazón que falló, clavándole la pica en el hombro izquierdo.

La condesa, herida, gritó de dolor y mutó en niebla para liberarse de la presa de la lanza y volver a su forma normal, cubriéndose la laceración humeante con la mano derecha mientras dirigía a François una potente mirada de odio.

El cazador por su parte cayó al suelo, sangrando por las múltiples heridas causadas en el último ataque de Erzhabeth Barthory y manteniéndose de pie con dificultad; sus piernas, su brazo izquierdo y su espalda habían sufrido especialmente aquella lluvia de cristales.

- ¿Duele, bastardo? - le espetó la condesa entre dientes - ¡Ese es el destino de todos los que se oponen a mí!

François se rió debilmente.

- Lastima que mi bisabuelo corriera mejor suerte ¿eh? - preguntó socarronamente.

Aquellas palabras la enfurecieron, la vampiresa se elevó aún más en el aire y, con el rostro desencajado por la ira, juntó ambas manos.

- ¡VEREMOS SI DESPUES DE ESTO TE ATREVES A VOLVER A BURLARTE DE MÍ!

El joven se irguió y alzó la cabeza para mirarla con atención, el penetrante dolor era difícil de soportar, pero la batalla aún no había acabado, y fuera lo que fuera lo que vendría ahora, debía estar preparado.

Por su parte, la vampiresa se reía como una neurótica mientras separaba sus manos poco a poco, mostrando una especie de agujero negro del que surgían pequeñas luces blancas.

François sabía lo que era, y también qué eran aquellas lucecitas blancas, pero no se atrevía a creerlo.

- ¿Una ventana al inframundo? - se preguntó estupefacto.

- ¡Desaparece para siempre! - gritó Erzhabeth - ¡De este mundo y del otro! ¡Que no quede nada de tu ser!

Lentamente, en un movimiento casi ritual, alzó los brazos, y el pequeño agujero se amplió hasta ser tan grande como ella.

- ¡¡TARTAROS PHOBIA!!

Las pequeñas luminarias dejaron de salir para dar paso a cientos grotescas calaveras aladas, fantasmales cabezas humanas constreñidas de dolor y horribles demonios de carne putrefacta; el francés dio un paso atrás ante aquel horror, intimidado por semejante espectáculo, incapaz de reaccionar.

Pero sabía que no podía correr, empuñó su lanza con ambas manos e intentó golpear a aquellos entes infernales, pero éstos eran como agua, y se dejaban impactar como si tal cosa para despues recomponerse y atravesar el cuerpo del muchacho, haciendo con su boca en ocasiones un movimiento similar al de un mordisco.

Para François, los efectos de éstos ataques se empezaron a notar enseguida, aquellos espíritus dejaban en él una indescriptible sensación de ardor gélido al tiempo que le robaban las fuerzas, mermando su resistencia cada vez más, hasta soltar su arma y caer de rodillas en el suelo, sacudiéndose cada vez que una de estas criaturas atravesaban su cuerpo y se llevaban un poco de su alma.

Pero aunque sus fuerzas mermaban, seguía queriendo derrotar a la condesa, y la miraba desafiante, a ésta sin embargo no parecía importarle, y lo miraba sonriendo triunfante, expresión que desapareció cuando el Lecarde, con dificultad, empuñó su lanza y, apoyándose en ella, se volvió a poner de pie, pese a los continuos embites de aquella cohorte de demonios.

- ¿Aún no te mueres? - preguntó ella intentando disimular su sorpresa - ¡Así lo único que haces es alargar tu sufrimiento!

Sin contestar una sola palabra, François sonrió, clavando el mástil de su lanza en el suelo y empuñándola en la base de la pica.

- Tantos esfuerzos - se dirigió a la vampiresa - y al final eres tú quien va a desaparecer.

- ¿¡Como dices!?

Súbitamente, la punta de la lanza se inflamó con una incandescente llama turquesa, mucho más viva que la anterior y tan brillante que iluminaba toda la zona, cegando además a la condesa, cuyos ojos escocían ante esta visión.

- Yo ya no puedo debilitarme más, así que ya da lo mismo - se dijo - ¡¡TEMPESTAD CELESTIAL!!

La llama se apagó de repente, y de la pica salió un poderoso viento huracanado que arrastraba consigo enormes lenguas de fuego, Erzhabeth contempló impotenten cómo el vendaval barría y desintegraba todos y cada uno de los demonios invocados por su tartaros phobia y cerraba la infernal puerta que había abierto, no pasó mucho rato hasta que ella misma se vio afectada, con su pálida piel abrasada por las llamas y su cuerpo arrastrado por el fuerte viento, maldijo a François a viva voz, pero éste no la escuchaba y vacíaba las pocas fuerzas que le quedaban a través de su lanza, prolongando el sagrado huracán hasta que acabó hincando la rodilla en el suelo, jadeando, a punto de perder la consciencia.

Ya no sentía la presencia de Erzhabeth Barthory.

Había... ¿vencido?

Sin atreverse a confiarse, se levantó, haciendo un esfuerzo que se le antojó sobre humano, y miró a su alrededor, en el lugar sólo quedaban los escombros de la obra y la batalla, sonrió y volvió la vista al frente, momento en que volvió a oir la voz de la condesa, atronadora, fuera de sí.

- ¡¡MALDITO PERRO SARNOSO BASTARDOOOOOO !!

La vampiresa se apareció justo enfrente de él, embistiéndolo con furia, intentando clavarle sus afiladas uñas, el cazador reaccionó justo a tiempo para detenerla con su lanza y rechazarla con una débil patada, perdiendo el equilibrio en el proceso, lo que la condesa aprovechó para contraatacar, lanzando un zarpazo en vertical con el que le rasgó la camiseta antes de agarrarlo por el cuello con una sola mano.

- Ahora, vas a morir - le dijo con una sádica sonrisa - te mataré lentamente... ¡Y GOZARÉ CONTEMPLANDO TU AGONÍA!

Tras aquellas palabras empezó a reirse de forma grotesca, el Lecarde cerró los ojos, debilitado e incapaz de luchar, se rindió a la idea de morir cuando la risa de Erzhabeth se calló de inmediato y él cayó al suelo, entreabriendo los ojos para contemplar cómo la condesa daba con sus huesos en el suelo tras, aparentemente, haber sido atravesada por una suerte de diminutas estrellas fugaces que ahora se perdían en la oscuridad de la noche.

- ¡Suelta a mi marido! ¡ZORRA! - Gritó una voz que le resultó conocida.

- E... ¿Elisabeth? - preguntó, antes de ser alzado por unas manos fuertes y femeninas.

- Si, cariño, soy yo - contestó ésta - ¿Estás bien? - preguntó con preocupación - ¿Te encuentras bien? ¡Luis y Erik vienen de camino, yo me he adelantado!

Más seguro, abrió los ojos, encontrándose el rostro de su esposa frente a sí, mirándolo con una mezcla de preocupación y alivio.

- Estás... sangrando... - observó él mientras veía como un pequeño hilo de sangre caía por la frente de su esposa.

- ¡Idiota! ¿Y tú qué? - lo abrazó - ví aquella... cosa - dijo refiriéndose al Tartaros Phobia - desde lejos y supuse que estarías en problemas.

François sonrió.

- Gracias...

- ¿¡Cómo te atreves a atacarme por sorpresa, perra desgraciada!? - exclamó la voz de la vampiresa a espaldas de Elisabeth.

La mujer volteó la cabeza, y vio a la condesa de pie, andando hacia ellos.

- ¡Deja quieta esa lengua venenosa! - le espetó - ¡Tomo el relevo de François!

- Es muy poderosa - le advirtió éste - Ten muchísimo cuidado.

Elise asintió con la cabeza.

- Tranquilo... ¿Puedes mantenerte en pie? - le preguntó mientras lo levantaba junto a ella.

- S... Sí, creo que sí - replicó él manteniendo el equilibrio tras soltarlo su mujer.

- Bien - sonrió - pues a partir de aquí es cosa mía.

Se dio la vuelta y se encaró con la condesa, que la miraba con desprecio.

- ¿Lista para convertirte en polvo? - preguntó desenvainando su espada estelar, que emitía un blanquecino brillo cegador.

Erzhabeth no dijo nada, sólo dibujó en su rostro una sonrisa enigmática.

A Elisabeth ésto no pareció extrañarle lo más mínimo, ni siquiera se inmutó, esperó un par de segundos saltó hacia un lado, dejando que una decena de puñales, como los que un rato antes le había azuzado la condesa a François, se estrellaran y desintegraran contra el suelo.

- ¿Eso es todo lo que puedes lanzar contra mí? - preguntó la Kischine - Parece que mi marido te ha llevado al límite de tus fuerzas.

La condesa se mordió el labio inferior de rabia.

Elise sonrió y empezó a avanzar hacia Erzhabeth, que comenzó a retroceder, espada en mano, empezó a acelerar el ritmo cuando una mano tiró fuertemente del cuello de su camiseta.

- ¡¡CUIDADO ELI!! - oyó la voz de su marido, que era quien tiraba de ella, desde su espalda.

- ¿¡PERO SE PUEDE SABER QU...!?

No terminó la pregunta, un enorme boquete se abrió entre ellos dos y Erzhabeth Barthory.

- ¿Qué ha pasado? - preguntó sobresaltada

- Algo... enorme... y... translucido - explicó su marido, que había caído al suelo, entre jadeos - iba a... aplastarte...

- ¿¡Qué!?

- Vaya, vaya, vaya... pareces tener problemas, Erzhabeth - intervino una voz masculina.

- ¡Métete en tus asuntos! - contestó ésta, ofendida.

El matrimonio miró a su alrededor, el lugar se había vuelto a cubrir por una espesa niebla, la voz resonaba en todo el recinto.

- ¡Vamos, no seas desagradable! He venido a echarte una mano... ¿No te alegras?

- ¿Quien eres? - preguntó Elisabeth al aire - ¡Muestrate!

- Oh, es verdad - repuso la voz - Es una descortesía conversar de esta manera, sin revelar mi aspecto.

La niebla empezó a concentrarse a la derecha del matrimonio, unos metros más allá, y pasó a tomar la forma de un joven vampiro, de oscuro cabello lacio ondulado hacia las puntas, vistiendo un elegante traje negro y con un hermoso rostro andrógino.

- Hola, Elisabeth Kischine y François Lecarde - saludó haciendo una cordial reverencia.

- ¿Sabes quienes somos? - preguntó François.

El vampiro se rió con suavidad.

- ¡Muchacho...! Nada sucede en ésta ciudad sin que yo me entere, y naturalmente conozco a todos y cada uno de sus habitantes, o... al menos, a los más importantes.

- ¿Qué has venido a hacer aquí? - lo interrumpió la condesa con brusquedad.

- Se nos requiere, condesa Barthory, hemos de regresar los dos

- ¿¡Qué es lo que pasa ahora!? - protestó la vampiresa.

- Reunión - se limitó a contestar él.

- ¡Mierda! Ahora que estaba a punto de... - renegó mientras se daba la vuelta.

Dos nuevas voces aparecieron, llamando al matrimonio a lo lejos, los cuatro miraron al punto donde, de la oscuridad, emergieron dos hombres, corriendo a toda prisa.

Eran Luis y Erik.

- ¡Esta vivo! - exclamó la condesa, con los ojos desorbitados, mirando fijamente al Belmont.

- Vaya, vaya... interesante... - comentó el vampiro recién llegado - ¡Eh, vosotros! - los llamó - ¿Quienes sois?

Pero los dos compañeros lo ignoraron y se dirigieron hacia Elisabeth y François; de cerca se les podía observar mejor, tenían la ropa desgarrada y sangraban por diversas heridas, aparentemente producidas por garrazos, Erik además lucía unos cuantos moratones, destacando un ojo hinchado.

- ¿Estais bien? - preguntó el Fernández al matrimonio una vez llegaron hasta ellos.

- Si... más o menos - contestó Elisabeth.

- ¡Vaya pintas llevais! - señaló François, riéndose con debilidad.

La condesa, por su parte, miraba a Erik como si fuera un fantasma.

- Como... ¿¡Cómo demonios has sobrevivido!? - insistió, preguntando directamente al pelirrojo.

- ¿Y te lo preguntas? - contestó - No deberías haberme subestimado a un Belmont, condesa.

El vampiro joven carraspeó.

- Perdona muchacho ¿Un Belmont? - rió - los Belmont ya no existen, Schneider Belmont fue el último.

- ¡Dios, que pesados! - murmuró Erik con hastío.

- En todo caso... - continuó - Antes os he hecho una pregunta... decidme ¿Quienes sois?

- ¡Hay que joderse el chupasangres! - exclamó Luis - ¿Y quien coño eres tú?

El nosferatu rió de nuevo.

- Oh, por favor ¿Qué gracia tendría si os lo revelo?

- ¿Qué gracia tendría si te lo revelaramos nosotros? - contestó Erik con descaro.

El gesto del recién llegado cambió por completo ante aquella respuesta, inmediatamente Luis se alertó y tiró a su compañero al suelo, saltando él hacia atrás.

Apenas un instante despues, con un gran estruendo, un enorme boquete se había abierto en el suelo.

- ¿¡Qué era eso!? - exclamó el pelirrojo.

- Algo enorme... y translúcido - respondió su compañero.

El Belmont miró entonces al vampiro con atención, desprendía una presencia enorme, similar, si no superior, a la de Erzhabeth Barthory.

No era un vampiro corriente.

Entonces se dio cuenta de que, sobre la solapa de la chaqueta del traje del recién llegado, figuraba una especie de escudo plateado, aparentemente bordado.

Rápidamente se levantó, observándolo con detenimiento.

- Luis, impúlsame - indicó a su colega.

- ¿Cómo? - preguntó éste, sin entender lo que el pelirrojo había querido decir.

- Impúlsamente - señaló al nosferatu - hasta él.

- ¿¡QUÉ!?

- Oh, ¿Quieres luchar? - dedujo el aludido.

- Si... - contestó Erik - luchar... sí, eso es...

- ¿¡Estás loco!? - le espetó Luis, alarmado - ¿¡Tú sabes lo que estás diciendo!? ¡Este tío es!

- ¡Ya sé lo que es! - lo interrumpió su colega - sólo impulsamente ¿Vale? tendré cuidado...

El español asintió sin mucho convencimiento, y se preparó, colocando un apoyo con sus manos.

- Bien... ¡allá voy!

El pelirrojo corrió hacia Luis y se subió a sus manos, éste lo alzó al instante, haciéndolo alcanzar el impulso suficiente para llegar hasta su objetivo.

- ¡¡¡DRAGON P...!!!

Sin embargo, ni siquiera llegó hasta él, ya que lo rechazó al instante con una fuera inusitada, sin ni siquiera mover un dedo, pero sí que consiguió lo que pretendía, ya que pudo vislumbrar aquel pequeño escudo en la solapa del traje de su adversario.

- ¿Ya? - le preguntó Luis cuando cayó de bruces en el suelo - ¿Contento?

- ¡Sip! - respondió el pelirrojo, sin levantarse.

El vampiro se rió desde las alturas.

- ¡Sencillamente ridículo! - se burló - En fin... - miró a la condesa - se nos hace tarde, y no me gustaría tener que explicar los motivos de nuestro retraso, tú además no saldrías muy beneficiada que digamos - se volvió a dirigir a Elisabeth, François, Erik y Luis - pronto volveremos a vernos, os lo aseguro... hasta entonces, sabed que nada de lo que hagais escapará de mi control...

Empezaron a desaparecer, desomponiéndose sus figuras en algo parecido a murciélagos que empezaban a echar a volar en mitad de la noche, el vampiro recién llegado se marchó primero, pero la condesa tardó un poco más.

- Tarde o temprano volveremos a coincidir... ¡Y entonces acabaré definitivamente con vosotros!

Y se desvaneció con una risotada.

Los cuatro cazadores permanecieron allí unos minutos más, hasta que finalmente decidieron levantarse y emprender el camino a casa, comentando las batallas que habían librado.

Sólo Erik no hablaba, enfrascado en descifrar la imágen de aquel escudo de armas, un cancerbero entre cuyas tres cabezas se alzaban otras dos testas de dragón, cuyo cuerpo quedaba oculto por un escudo interior ilustrado por un león que blandía una espada.

Sabía que lo había visto en alguna parte, pero incapaz de adivinar donde, ni cuando.

- Otro adversario más - comentó al aire - Esto empieza a ponerse interesante ¿no?

------------------------------------------------------

Al final no sé cómo habrá quedado ya que me he forzado a terminarlo hoy, lo que sí sé es que he introducido todos los elementos que quería.

Luego, cuando me duela menos la cabeza, lo revisaré

Au revoir! ^_^

Secreto: (Pincha para leerlo)
2 comentarios :: Enlace permanente
Compartir Compartir
FacebookCompartir
TuentiCompartir en Tuenti
MenéameMenéame Enviar
Comentarios: (del primero al último)
23:31 22/12/2007
Que sepas que estoy guardando en mi pc todos los capis que has subidos para poder leermelos del tirón cuando tenga tiempo, que estoy con la facu que no puedo ni respirar ;)

un saludo!! ^___^
13:57 23/12/2007
Vamos! Nuevo capitulo, no me lo esperaba tan pronto.
Me estas dando buenas navidades Osaka :P

Saludos
Participa con tu Comentario:

No puedes poner comentarios. Necesitas estar registrado en Vandal Online. Regístrate aquí o Haz Login.

Prelude of Twilight

Osaka_no_Kotatsu
Blog de Osaka_no_Kotatsu
Blog de Osaka no Kotatsu

Posts destacados por el autor:
· Script para el Mando Clásico normal de Wii en GlovePie
· Análisis Xenoblade Chronicles
· Mi baremo de calidad con 3DS
· Paso Twilight Rhapsodia a otro blog
· Tengamos la fiesta en paz
· ¡Al rico Pikachu oiga!
· Descarga Directa: Pokémon Stadium 2: Gold and Silver Original Soundtrack
· GREATEST-REMIX-EVER
· (Re-subida) [CastleVania: Twilight Rhapsodia <El juego>] Prueba de efectos V1
· [Pikmin] Ai no uta (Canción de amor)
· Petición online: Winter
· Avance Castlevania Judgment
· De vuelta al online (Todos mis Codigos Hamijo aquí)
· 10 años de Twilight Rhapsodia
· Impresiones de Smash Bros Brawl [FC Incluido]
· [Indice] La Muerte del Toro Dorado
· Avance CastleVania: Portrait of Ruin
· [CastleVania: Twilight Rhapsodia (El juego)] Schneider Beta: Control Test
· Mi primer articulo en Vandal
· Por qué Osaka?
· ¿Quien sooy?






Blogs amigos:
AHG
AlberKomatsu
alw
ASTURmatr
Baharroth
Bronco
Buitrako
D4RK0
De-mon
Dmonk
EASMO
Eikichi Onizuka
Gel-chan
GenG
hannibal smith
HeinzCube
Ikkitousen-Hideki
In the Flesh
Isnard
Jimmytrius
Jirachi
jma21
JoseDek
Kanevsky
Keiishi Viciat
Kurayami
MaNrAy
MiwE
MuteCity
Nahar
NeoYoshimitsu
Nosferatum
Nosgoroth
Peluchonazo
pgrandio
pirucho
Quistis Trepe
rma_rafagas
Rod Aran
RojoRedRouge
santimz
Sargon
shikamaru252
ShintaKun
Shoot Gunner
Sinnay_Sanolym
sojiro seta
Sonny Chiba
Space_Pirate Ridley
THE UDAMASTER
Thomas Light
Toshiro Mifune
Vikutoru
Wyxan
Xoalde
Yunita
Zebes
Zeroshcr
ZZGRST
[EklipticO]
_-Sheik-_


Categorías:
CastleVania: Twilight Rhapsodia
Delirios y Cabreos Pikmin
Otras obras
PC Gaming
Reflexiones de un friki
Saga CastleVania
Twilight Rhapsodia: The Game
Índices


Archivo:
Octubre 2018
Septiembre 2018
Enero 2016
Diciembre 2015
Octubre 2015
Febrero 2013
Diciembre 2012
Septiembre 2012
Agosto 2012
Julio 2012
Junio 2012
Mayo 2012
Abril 2012
Marzo 2012
Febrero 2012
Diciembre 2011
Noviembre 2011
Octubre 2011
Septiembre 2011
Agosto 2011
Julio 2011
Junio 2011
Mayo 2011
Marzo 2011
Enero 2011
Diciembre 2010
Noviembre 2010
Octubre 2010
Septiembre 2010
Agosto 2010
Julio 2010
Junio 2010
Mayo 2010
Abril 2010
Marzo 2010
Febrero 2010
Enero 2010
Diciembre 2009
Noviembre 2009
Octubre 2009
Septiembre 2009
Agosto 2009
Julio 2009
Junio 2009
Mayo 2009
Abril 2009
Marzo 2009
Febrero 2009
Enero 2009
Diciembre 2008
Noviembre 2008
Octubre 2008
Septiembre 2008
Agosto 2008
Julio 2008
Junio 2008
Mayo 2008
Abril 2008
Marzo 2008
Febrero 2008
Enero 2008
Diciembre 2007
Noviembre 2007
Octubre 2007
Septiembre 2007
Agosto 2007
Julio 2007
Junio 2007
Mayo 2007
Abril 2007
Marzo 2007
Febrero 2007
Enero 2007
Diciembre 2006
Noviembre 2006
Octubre 2006
Septiembre 2006
Agosto 2006
Julio 2006
Junio 2006
Mayo 2006


Vandal Online:
Portada
Blogs
Foro

Blogs en Vandal · Contacto · Denunciar Contenido