Con caballo y sin caballo
Publicado: 19:25 13/05/2016 · Etiquetas: · Categorías:
"¿Es que nadie va a pensar en los niños?"

Si en el mundo de los videojuegos existe una verdad universalmente aceptada y demostrada, es que Nintendo es la reina histórica de la censura, y con mucha diferencia. Eso es tan incontrovertible que ni sus más acérrimos fanáticos se atreven a refutarlo. Debido a su enfoque infantil y familiar aséptico, Nintendo desde siempre ha querido influir en el contenido de los juegos que salen en sus consolas, y la Super NES no es la excepción. Sangre, cuchillas saliendo del suelo, mujeres ligeras de ropa, fueron los elementos que Nintendo no aceptó en los juegos publicados en su máquina, forzando a los desarrolladores a modificar sus contenidos.

Ya conocemos el sonado caso de la sangre de Mortal Kombat, que en la versión nintendera fue cambiada por "sudor", lo que provocó que el de Megadrive vendiera el cuádruple. También muchos juegos que cruzaban de Japón a Occidente sufrían frecuentemente los navajazos de censura. Un ejemplo bien conocido es el Super Castlevania IV, al cual le eliminaron ríos de sangre, estatuas desnudas, el cinema de introducción y hasta la pantalla de título. En el Final Fight, Sonic Blast Man y Captain Commando las chicas adversarias fueron sustituidas por hombres. Hasta Earthbound y Mario RPG fueron víctimas de cortes en su paso a los Estados Unidos. Si nos dedicásemos a abundar sólo en el tema de la censura nintendera, se podría hacer un artículo tan extenso como esta serie.

"El poder es para usarlo"

La imagen impoluta que Nintendo transmite en sus juegos, es diametralmente opuesta a su manejo en los negocios. La empresa de Kyoto acumula un historial de tácticas ilegales en mayor cantidad que todos sus competidores, sólo que guardando las apariencias con más recato. Desde los tiempos de la Famicom es ampliamente reconocida la mala fama de Nintendo en su trato a las compañías de desarrollo third. Es notoriamente complicado obtener aprobaciones, financiación y libertad creativa al programar en sus consolas. También son conocidos por negarse a informar detalles de ventas a las desarrolladoras, y por lanzar títulos importantes first-party al mismo tiempo que la salida de los juegos third de renombre, absorbiendo sus ventas. Naturalmente, cualquiera se echa para atrás si una compañía le exige elevados royalties para luego sabotear sus lanzamientos.

Entre mediados y finales de los ochentas, Nintendo unificó las tarifas para las thirds en Japón, lo que implicaba aumentos para algunas de las más importantes. Ante estas imposiciones Namco protestó, declarando que Nintendo había acumulado demasiado poder. Hiroshi Yamauchi les respondió que si no querían pagar más podían buscar su propio mercado o hacer su propia consola. Esa dureza al ofrecer declaraciones no estaba reservada a lo interno de la industria: el apoyo de los fans de RPGs a las consolas de Nintendo fue "agradecido" por Yamauchi definiéndolos como jugadores solitarios y deprimidos.

La Super amasó un catálogo de juegos thirds más amplio que el de Megadrive, pero ¿cómo lo logró? Maniatando a las licenciatarias. Nintendo imponía multas a los desarrolladores que sacaran juegos en consolas de la competencia, lo que produjo cierta sequía de thirds en los primeros años de la Megadrive y la PC Engine. También cobraban royalties por el tamaño de los cartuchos y por cada unidad producida, y como sólo Nintendo fabricaba los cartuchos, eso se traducía prácticamente en un secuestro de las thirds por parte de de la compañía de Kyoto: si querían acabar con una licenciataria, podían sobreproducir cartuchos y hundirlos a base del cobro de derechos. Y aparte de los elevados royalties, había que pagar numerosas certificaciones adicionales por ciertas condiciones de programación. Siendo una consola con un mercado amplio no se podía obviar, pero para los desarrolladores constituyó una verdadera cárcel. La oportunidad de buscar mejores horizontes no llegó sino hasta el cambio generacional.

Por fin algunos juegos multiplataformas pudieron salir en Megadrive y Turbografx a partir de 1992, a raíz de la derrota de Nintendo en el juicio por monopolio en los Estados Unidos a manos de Tengen/Atari. Aquí los de Kyoto tuvieron que borrar muchas de las cláusulas que había forzado en las thirds, permitiendo una mayor libertad de publicación. Pero ya estaba próxima la salida de SFII y la SNES había ganado bastante terreno, gracias en parte a las prácticas acaparadoras de Nintendo con sus licenciatarias.

Del presupuesto de un título third-party, Nintendo se quedaba con el 33% del dinero tan sólo por permitir que hicieran un juego para su consola, y si tenían a su cargo la publicación se agenciaban un 15% adicional. La compañía desarrolladora apenas se quedaba con menos del 5% de los beneficios. Debido a los excesivos royalties, los precios de los juegos de Super NES (incluso los de juegos mediocres) costaban una media de 4000 pesetas más que sus similares de Megadrive, y encima a 50Hz y sin traducciones. De hecho, las rebajas de SNES costaban igual que las novedades de Mega. Esta situación atrajo la atención de la Comisión Europea, que investigó y finalmente impuso una multa a Nintendo por inflar los precios, que aquí llegaban hasta las 15 mil pelas.

En el continente americano, Nintendo acumula un largo historial judicial de tácticas monopolísticas, dumping, abusos contra pequeños desarrolladores y violaciones de patentes. En 1991 Nintendo of America fue acusada de monopolio ilegal por la Fiscalía de Nueva York, teniendo que resarcir a los compradores con vales de descuento. En 1994 tuvo que pagar más de 200 millones de dólares por una demanda de patentes de Alpex Corporation; aquí curiosamente Nintendo exigió la presencia de un jurado, y cuando éste no les dio la razón intentaron anularlo. Además la empresa se ganó la animadversión de los vendedores con su política de "cero devoluciones", es decir, que la garantía por una consola defectuosa la tenía que pagar el establecimiento comercial, no Nintendo.

Finalmente es muy importante destacar el amplio trabajo de influencia en la prensa de la época. Aunque los juegos de Super Nintendo se mueven más bruscamente que los de Megadrive, el aspecto de las capturas en las revistas resulta más vistoso por su mayor colorido. Nintendo aprovechó esta ventaja para lograr que la prensa del sector, en especial la local, puntuara más alto las versiones de su máquina respecto a las de MD sólo por su colorido, aunque estas últimas tuvieran mejor jugabilidad. Esa práctica, más la constante mofa contra Megadrive en ciertas publicaciones supuestamente generalistas, ayudó a sembrar en muchos jugadores la falsa premisa de que la Super NES sobrepasaba en todos los aspectos a la consola de SEGA. Todavía hay quienes lo creen (incluso no-nintenderos) y proclaman la "superioridad absoluta" de SNES sin conocer más que un puñado de juegos de la competencia.

Próxima parte: Espejismos de ventas / Conclusión.
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