Publicado: 18:49 29/06/2010 · Etiquetas: · Categorías:
Publicado: 19:50 24/06/2010 · Etiquetas: · Categorías:
Se les ha olvidado poner unos polígonos en el modelado de un coche. No somos nadie. Imagen original en gran tamaño Hoy toca hablar de puentes.
El momento en el que el hombre cree dominar la naturaleza suele coincidir con el momento en el que aparecen nuevas incógnitas a resolver. Una de ellas se dio en la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos, en el puente del estrecho de Tacoma. Normalmente, un puente se diseña con muchos condicionantes. Tiene que mantenerse estable, en equilibrio, y aguantar todo el tráfico que circula sobre él. Además, se adaptará a su entorno, intentando interferir lo menos posible tanto en el paisaje como en los cursos de agua sobre los que transcurre. Sin embargo, lo que a primera vista puede parecer insignificante, puede resultar devastador. Y ese elemento no es otro que el viento. Aquí tenéis un video tremendamente interesante sobre un fenómeno desconocido hace no mucho tiempo y tremendamente aterrador para aquellos que diseñan estas estructuras. Se trata de la resonancia. ¿Qué es la resonancia? Pues es un problema derivado de la evolución natural de la Ingeniería, del afán del hombre de realizar una obra (o una estructura) lo más ligera y económica posible, de modo que aparecen nuevos condicionantes imposibles de prever por falta de experiencia. Los ingenieros que diseñaron este puente pensaron en todos los condicionantes de los que hemos hablado. Se construyó sin problemas y comenzó a funcionar. Sin embargo, un buen día se levanta ventoso. El puente recibe de forma lateral el empuje del viento. No uno especialmente intenso, sino con la velocidad justa y adecuada. El puente empieza a resonar. En este punto, merece la pena hacer un inciso. El neófito en la materia no es consciente de que todo lo construido se mueve. La cúspide de un rascacielos en Nueva York de unos 250-300 metros de altura puede moverse aproximadamente 1 metro en horizontal. Dicho así, y más si nos imaginamos en su terraza, acojona. Pero es lo normal, es la forma que el edificio tiene de resistir al viento: deformándose. Vibrando. Al igual que una cuerda de una guitarra. Pues ahora, imaginémonos un rascacielos, pero de 850 metros de largo y colocado en horizontal. Algo así era el puente de Tacoma. Volvamos a donde estábamos. El viento sopla no especialmente fuerte (unos 60-70 km/h), y el puente se deforma con el viento. Empieza a vibrar, como el resto de los puentes, posiblemente en un rango de unos 50 cm a un metro, pero dentro de lo asumible y normal. Sin embargo, esta vez el viento sopla justo a la velocidad perfecta. Una velocidad que propicia que el puente amplifique su movimiento natural. Amplificando la vibración. ¿Os habéis columpiado alguna vez? ¿No os dáis impulso justo en un determinado momento para que el columpio suba más y más? Pues el viento hizo justo eso. Soplar de la forma exacta para que el puente vibrase cada vez más. Evidentemente, no se puede usar el puente en esas condiciones. No vale, es inútil, un riesgo, pero pensad en que en 1930-1940, sin herramientas informáticas de ningún tipo, esto es muy difícil de prever. El puente, evidentemente, cayó. Afortunadamente, sin víctimas (bueno, un pobre perrito que quedó atrapado en un coche), así que las consecuencias fueron simplemente económicas. ¿Cómo se soluciona esto? Hoy en día hay capacidad para calcular cómo vibran los puentes. Bien mediante modelos informáticos o con ensayos en túneles de viento, haciendo el tablero de los puentes (es decir, por donde circulan los vehículos), más aerodinámicos y rígidos, evitando que pueda llegar a vibrar de esta forma. ¡No tengáis miedo al atravesar un puente, vamos! Aquellos que hayáis hecho el Servicio Militar, seguramente habréis oído eso de que al entrar en un puente hay que romper el paso, es decir, que no todos los soldados pisen simultáneamente al cruzarlo. Si relacionáis esto con lo que hemos estado viendo, seguro que encontráis un por qué. ¿Por qué no pasaba esto en los puentes antiguos? Pues por varias razones. En primer lugar, eran muchísimo más pesados, por lo que es más difícil hacerlos vibrar. Por otra parte, las distancias entre apoyos eran muchísimo menores, así que estos problemas eran mucho más dificiles de detectar. No por ello debéis pensar que antes se construía mejor sino, simplemente, de otra forma. Los puentes antiguos tenían otros problemas. Más información sobre el Puente de Tacoma Publicado: 10:18 01/06/2010 · Etiquetas: dos elevado a cinco son treinta y dos · Categorías:
Ahora ya sé qué hacer cuando tenga 32. Oh, wait... ***Nota: Por si acaso no es lo bastante evidente, hoy cumplo 32 |
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