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Resultados para etiqueta "lluvia"

Publicado: 13:33 26/11/2010 · Etiquetas: Relato, Romantico, lluvia, brazos · Categorías:


Era imposible andar por aquella avenida sin calarse completamente. La lluvia caía con fuerza, con rabia, como si quisiera hacer añicos el asfalto.
El chico llevaba un pequeño ramo de doce rosas en su mano derecha, que apretaba con fuerza temiendo que las fuertes corrientes de aire se lo arrebataran. Las mismas corrientes que habían hecho trizas su paraguas unas calles atrás.

Notaba como la ropa le pesaba mucho mas, completamente empapada y aunque cada vez que apoyaba el pie para dar un paso era como sumergirlo en agua y corría el riesgo de resbalarse, no aminoraba en absoluto su marcha.

La visión de aquel lugar era lúgubre, casas bajas de sucias y desconchadas paredes grises, de tejados de paja o teja,  comidos por el moho.. no era agradable caminar por allí, ni siquiera aunque no estuviera siendo azotado por aquella tormenta.
Todo parecía transcurrir (o transcurría) de un modo incoloro, en blanco y negro... a excepción de las pequeñas rosas, que mostraban un vivo rojo que destacaba enormemente.

Por fin, cuando llegaba a lo que parecía ser la última calle de aquel pueblucho, se detuvo frente a una enorme y maltrecha puerta de barrotes metálicos que, como una ampliación de la misma verja, separaba la amplia acera de una pequeña colina, un cementerio.

La agarró con fuerza por un barrote y la zarandeó, sin respuesta (un enorme candado la cerraba). Comenzó a mirar apurado en todas direcciones, buscando algo o alguien que pudiera ayudarle.

-Márchate.- Una persona, totalmente cubierta por una túnica negra, que no dejaba ver siquiera sus manos o rostro, estaba sentada bajo un árbol del interior. Y aunque se dirigió al chico, no parecía tener intención de decirle ni una palabra mas.

El muchacho se quedó en silencio, mirando aquella figura. Parecía estar contemplando a la mismísima muerte, solo que en lugar de llevar una guadaña, lo que sujetaba a través de su túnica era una pala.

-Ha habido un error. Aún está vivo. ¡Desentiérralo!... o abre esta verja y dame esa pala, lo haré yo mismo. -La figura se giró hacia él, pero seguía sin verle el rostro. Lo que si pudo distinguir fue su movimiento negativo de cabeza.

El chico enfureció, empezó a golpear la verja violentamente.
En uno de esos golpes, con la mano con la que sujetaba el ramo de rosas,  once de éstas salieron despedidas, entrando en el interior del cementerio. Una vez tocaban el suelo, comenzaban a marchitarse con rapidez, perdiendo su color y su forma. Una le cayó a la persona de la túnica sobre el regazo. La miró, vio como lentamente se apagaba ese tono rojo, adoptando un triste y fuerte tono negro que casi se confundía con sus ropas. Volvió a girarse hacia el chico, que había cesado su furia, y le miraba con cara sorprendida, como si se hubiera dado cuenta de algo.

-No.. no es por ti. No me dejas entrar por mi bien. Crees que me ocurriría lo mismo que a esas rosas. -Dijo, mientras observaba la única rosa que había permanecido en su mano.
-Entonces no queda mas remedio. Tienes que ser tu quien le desentierre. Si no lo haces pronto morirá de verdad. Se que no quieres, que no tienes fuerzas, que crees que sería inútil.. pero yo creo en ti. -El muchacho se arrodilló, sujetó la rosa entre sus rodillas y cruzó las manos delante de su cara, al tiempo que cerraba los ojos. Como si rezara. Se lo estaba suplicando.

La figura se giró y miró la colina, bajando la mirada por los tres escalones que separaban la zona de las tumbas de la entrada. Como si le costara la vida, se puso en pie, agarrando aún la pala.

El chico seguía con los ojos cerrados, pero podía ver lo que ocurría, podía sentir el enorme peso que debía sentir aquel ser allí dentro, donde ni tan siquiera las rosas rojas tienen color.

Mientras aquella persona subía los escalones, tres flashes zarandearon la mente del chico... uno por cada escalón. De algún modo sentía que provenían del interior de aquella verja.

...Una chica, de largo cabello negro, cerrando una puerta con fuerza mientras grita, con los ojos empañados en lágrimas.

...La misma chica, rompiendo en pedazos un papel.

...Una vez mas, la chica abrazando sus rodillas en la esquina de una habitación mientras mira un peluche tirado en el suelo, como si estuviera llorando su muerte.

Abrió los ojos y pudo distinguir la túnica hondeando en lo alto de la colina. Ya había comenzado a cavar.

Aquel ser, aquella figura, aquella persona, estaba cavando con una fuerza tremenda, parecía imposible que fuera la misma que se levantó con tanto esfuerzo.

Su pala tropezó con una caja.

Se arrodilló sobre el suelo y la sacó, cogiéndola con ambas manos. Era un pequeño ataúd.

Hizo palanca con la pala para abrirlo, y tras un fuerte crujido pudo ver el interior.
Estaba completamente lleno de un espeso líquido carmesí.
Se quedó mirando aquel líquido... Tal vez era demasiado tarde.

-¡Vamos!- El chico gritó desde la verja, haciendo que la persona de la túnica se sobresaltara, dejando caer la capucha sobre sus hombros y dejando ver por fin su rostro... la misma chica que aparecía en aquellos flashes.

Lentamente, la chica volvió a dirigir su mirada al ataúd.

Se decidió. Con cuidado hundió sus manos en el viscoso líquido hasta notar algo, lo sacó con dificultad, como si fuera enormemente pesado.

Un corazón latía entre sus manos. Lo abrazó.

Sonrió al escuchar sus latidos, mientras la túnica negra se transformaba en un precioso vestido blanco.

Como un estallido, aquel cementerio fue coloreándose y cambiando, hasta transformarse en un precioso jardín. La lluvia cesó y las nubes se abrieron para dar paso a los mas brillantes rayos de sol.

Bajó los escalones con delicadeza, se acercó a la puerta de la verja y rompió el candado con sus dedos, como si estuviera hecho de mantequilla.

El chico se levantó y la miró, totalmente mudo.
-Sí.- dijo ella.

Y sus labios y los del chico mezclaron su sabor.


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