Publicado: 12:38 05/06/2006 · Etiquetas: · Categorías:
SIGMUND FREUD (1856-1939) fue un médico neurólogo austríaco y el principal impulsor del psicoanálisis. Comenzó su carrera interesándose por la hipnosis y su uso para tratar a enfermos mentales. Más tarde, aunque mantuvo en la terapia varios aspectos de esta técnica, reemplazó la hipnosis por la asociación libre y del análisis de los sueños para desarrollar lo que, actualmente, se conoce como «la cura del habla». Todo esto se convirtió en punto de partida del psicoanálisis.
Durante sus prácticas clínicas, observó que algún paciente presentaba síntomas extraños, como pérdida de sensibilidad en la mano, cuando no hay ningún nervio específico de esta área cuya lesión pudiese explicar este hecho. Freud dedujo que la explicación se podía hallar en razones exclusivamente psicológicas y no fisiológicas y empezó a forjar su concepción de la psique humana. Una parte importante de la psique humana (puede que como un iceberg, ocho decenas partes) están fuera del alcance de la conciencia (la parte del iceberg que está por encima del agua). El resto está constituido por pensamientos, impulsos y deseos, recuerdos, pasiones, sentimientos, a los que nunca hemos tenido acceso o que han sido expulsados de la memoria consciente. Constituye una parte ignorada de nosotros mismos, aunque por su peso, afecte de manera decisiva en nuestra forma de actuar y de ser; es lo que llamamos inconsciente. La vida humana consiste en un conflicto constante entre nuestros impulsos y deseos, y las presiones del medio social y cultural que se oponen a que sean satisfechos. Cuando sentimos deseos de orinar, estamos obligados a esperar hasta que encontremos el lugar adecuado; podemos tener hambre, pero no podemos comernos el pastel que hay al otro lado del escaparate, salvo que podamos pagarlo. Nuestros deseos sexuales se han de acomodar a la voluntad de los demás, etc. La personalidad es el resultado del esfuerzo por resolver este conflicto de manera que podamos conseguir la máxima satisfacción sin necesidad de cargar con sentimientos de culpa o arrepentimiento, sin malestar. Con este objetivo la personalidad se estructura en tres estratos superpuestos: • El ello (id) representa los procesos primigenios del pensamiento y constituye, según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Contiene nuestros pensamientos y deseos de gratificación más primitivos, de carácter sexual y perverso. • El superyó (Super-ego), la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos. • El yo (ego) permanece entre ambos, alternando nuestras necesidades primitivas y nuestras creencias éticas y morales. Es la instancia en la que se inscribe la consciencia. Un yo saludable proporciona la habilidad para adaptarse a la realidad e interactuar con el mundo exterior de una manera que sea cómoda para el ello y el superyó. El equilibrio entre estos estratos se va estableciendo poco a poco, al mismo tiempo que se produce la maduración física y emocional de la persona. Por eso son tan importantes los primeros años de vida, hasta que se supera la adolescencia. El hecho de que se vayan recorriendo las diferentes etapas del crecimiento de manera adecuada establece la diferencia entre una personalidad equilibrada y una enfermiza. Freud también creía que la libido maduraba en los individuos por medio del cambio de su objeto (u objetivo). Argumentaba que los humanos nacen "polimórficamente perversos", en el sentido de que una gran variedad de objetos pueden ser una fuente de placer. Conforme las personas van desarrollándose, van fijándose sobre diferentes objetos específicos en distintas etapas: la etapa oral (ejemplificada por el placer de los bebés en la lactancia); la etapa anal (ejemplificada por el placer de los niños al controlar sus defecaciones); y luego la etapa fálica. Propuso entonces que llega un momento en que los niños pasan a una fase donde se fijan en el progenitor de sexo opuesto (Complejo de Edipo) y desarrolló un modelo que explica la forma en que encaja este patrón en el desarrollo de la dinámica de la mente. Cada fase es una progresión hacia la madurez sexual, caracterizada por un fuerte yo y la habilidad para retardar la necesidad de gratificaciones. 1 comentarios :: Enlace permanente
Comentarios: (primero los más recientes) Anónimo 14:48 26/10/2007
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