Iniciación al psicoanálisis II

Bueno, vamos a continuar si os parece: como ya comenté, la falta de equilibrio ente ELLO, el Yo, el Superyó, es lo que provoca los problemas mentales. El choque entre dos de estos estratos extremos de la personalidad produce ansiedad, una especie de temor o malestar indefinido que Freud considera el peaje que hace falta pagar por la civilización.

Para protegernos contra la ansiedad, nuestro psiquismo ha desarrollado diversos mecanismos de defensa, que el psicoanálisis estudia con detalle. El mecanismo más importante es la represión, por medio del cual “limpiamos” la consciencia de todo aquello que nos puede lastimar. Sin embargo, hace falta que no olvidemos que un impulso reprimido no deja de ser un impulso insatisfecho y que su energía queda intacta en el inconsciente, desde donde puede perturbar la actividad ordinaria del yo consciente.

Michael Douglas en UN DIA DE FURIA, ejemplo extremo de lo que pasa al desatarse los impulsos reprimidos

Otros mecanismos de defensa son:

Regresión: Tendencia a volver a una etapa anterior de nuestro desarrollo en que nos era más fácil satisfacer nuestros impulsos.
Ejemplo: El niño que, en sus primeros días de colegio, aunque ya ha aprendido a controlar sus ganas de orinar, se mea encima.

Desplazamiento: Desviación de los impulsos hacia otro objetivo del que tenían originalmente.
Ejemplo: El padre que llega a casa después de una fuerte discusión en el despacho y descarga su furia sobre la mujer y los hijos.

Sublimación: Transformación de los impulsos socialmente inaceptables en otros de socialmente reconocidos.
Ejemplo: El monje que aplica la energía sexual reprimida a la oración o al sacrificio. Las obras de arte.

Proyección: Disfrazar los impulsos propios, los tenidos por negativos, de forma que parezca que provengan de otros.
Ejemplo: El que está de mal humor o agresivo acostumbra a pensar que los de su alrededor son los que están deprimidos o violentos.