Memorias videojueguiles
Publicado: 11:00 19/05/2011 · Etiquetas: Relato, Castlevania · Categorías: Relatos


El nieto y el abuelo miran al fuego mientras fuera, el viento ulula desapaciblemente.

—Abuelo, abuelo, ¿por qué no hay casi señoras en nuestro pueblo, y las que viven aquí son forasteras?

—Todo es por culpa de ese siniestro castillo, ahora abandonado, que se alza en lo alto del Despeñadero Rojo.

—¿Y por qué es su culpa? —vuelve a preguntar el niño.

Mesándose la barba, el abuelo se recuesta contra el respaldo de la mecedora y empieza a hablar:

“Escucha pequeño, esta es esta una vieja historia, cuya leyenda aún entretiene las veladas de las frías noches de invierno como la que tenemos hoy. Hace mucho tiempo habitaba en estos valles un malvado conde, dueño de grandes extensiones de tierras a cuyos aparceros pedía tributo implacablemente, hubiese buena o mala cosecha. En el peor de los casos y como castigo, algunas noches aparecía en sus domicilios, escoltado por una siniestra guardia de encapuchados, y se llevaba a las hijas en edad de merecer de los campesinos díscolos. Se cuenta que en la Noche de Walpurgis aún suenan los gritos de las almas torturadas de tan desdichadas jóvenes.

Pero llegó el día en el que dejó de haber doncellas para saciar los depravados gustos del noble, y sin mediar trámite partía de su castillo para raptar a cualquier mujer que se cruzara en su camino. Una extranjera que andaba de paso por el camino que transitaba entre las montañas fue asaltada y llevada a la fuerza a la residencia del conde. Allí presenció con horror la montaña de cadáveres secos que se amontonaban en el patio de armas, y pronto fue llevada ante la sala principal, donde el conde y su hijo, apenas un niño, la aguardaban. Fue desnudada y encadenada a un poste. Sin embargo, cuando el joven se lanzó contra ella con la velocidad de una serpiente y clavó sus afilados colmillos en su cuello, encontró la muerte bajo la forma de otro mordisco recíproco, mucho más poderoso, que cual extraño beso de despedida extinguió su abyecta existencia.

De poco sirvieron las justificaciones del malvado conde y sus buenas intenciones para con su hijo, que lo llevaban a facilitarle sangre de doncella a su descendiente, aquejado de una extraña enfermedad que le obligaba a beber tan especial tipo de sangre. La dama, con su recién adquirido poder, se libró de sus ataduras y dejó el castillo lleno de cuerpos sin vida. La noche siguiente partió desde nuestras tierras hacia el norte, donde había oído historias de alimañas semihumanas que abandonaban cuerpos vacíos de sangre, y se ocultaban en cuevas bajo la forma de murciélagos. En memoria de tan horrendo suceso, el Despeñadero Rojo adquirió ese funesto nombre”

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