CUENTO SOBRE LOS DESEOS

BOSQUE QUEMADO

En aquel instante quise volver a aquel sueño en el que desplegaba todos mis deseos sobre la figura de aquel bosque.
Tenía miedo, ya que a veces aún podía recordar las llamas que quemaron mi bosque de sueños desvanecidos... podía recordar que, entre las llamas, encontré la persona que había decidido emprender tal acción.
Esa persona no era otra que yo mismo... y es que, prefería destruir mis sueños antes que mantenerlos y que estos me hicieran infeliz.
Cuando volví a él, todo era extraño, el suelo seguía estando demasiado caliente... ¿acaso había pasado menos tiempo del que yo pensaba?
Estuve andando durante largo rato entre los árboles quemados de mi pasado... árboles que habían guardado tantos deseos indescriptibles...
Me extrañé al percibir a lo lejos la figura de una niña de considerable corta edad. Mientras caminaba hacia ella pude sentir una fuerte presión en el pecho, como si algo me impidiera continuar.
Enseguida la niña se percató de mi llegada y me miró, con ojos que destilaban no demasiado agrado.
-¿A qué has vuelto? -preguntó con tono de enojo.
Quedé un momento pensativo, no supe qué decir.
-Ni siquiera yo lo sé...
-Este lugar ya no te pertenece... necesitas admitirlo... -replicó.
-Lo sé...
La niña me miró y su expresión comenzó a asemejarse a un gesto de empatía.
-Seguro que puedes notarlo bajo tus pies... aunque este bosque hace tiempo que dejó de arder, su ceniza sigue estando caliente... es extraño...
-Tienes razón... -respondí- y no puedo entenderlo...
-Este bosque aún guarda deseos... deseos reprimidos, oscuros... deseos que no quieres poseer... -dijo ella, palpando con cuidado la corteza magullada de uno de los árboles.
-¿A qué te refieres?
-Cuando saliste de este bosque, decidiste combatir tus deseos construyéndo unos nuevos... pero piensa que los anteriores aunque puede que no sigan estando como antes... pueden haber cambiado...
-¿Cambiado? -dije mientras me acercaba al árbol que ella tocaba. Cuando lo hice su figura desapareció y apareció tras de mí.
-Algunos deseos pueden ser bellos, sueños que nos hacen sentir vivos... y pueden transformarse en todo un mundo antre nuestros ojos -prosiguió-. Sin embargo hay otros muy distintos... son los deseos que algún día fueron parte de una frustración... algo tan grande que no puede convertirse en otra cosa que en un monstruo que va devorando las entrañas de uno mismo día tras día... impidiendo que otros sueños y deseos evolucionen...
Mi expresión quedó perpleja ante tal explicación. Esta vez la niña intentó tocar el suelo, a duras penas debido a su temperatura.
-Esta tierra está demasiado resentida para que crezca nada en ella... Es por eso que yo no puedo hacer nada en estos momentos. Yo solo puedo esperar al día en que este bosque abandonde este estado...
La figura de la niña fué alejándose y desapareciendo.
-¡Espera! -exclamé mientras corría en su dirección.
Su figura se había volatilizado, pero bajo mis pies encontré algo que podía pertenecerle a ella. No era otra cosa que una semilla.
La cogí y comencé a entender ciertamente el mensaje que me había transmitido.
Mis sueños y deseos actuales eran muy jóvenes, pero estaban intentando esforzarse por ocupar el espacio en el que yacían los anteriores. Intentaban construir algo sobre aquella tierra, por el momento, estéril.
Abandoné de nuevo aquel bosque y extrañamente, al mirar aquella semilla, no podía evitar sonreir.