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Publicado: 14:38 11/08/2010 · Etiquetas: Inception, Origen, Leo DiCaprio, Christopher Nolan, Cine, Critica · Categorías: Opinion Personal : FagoCineTosis
Tu mente es el escenario del crímen

Crítica libre de spoilers, como es habitual.

El cine a día de hoy, es un compendio de historias vistas, manchadas, ultrajadas y repetidas o copiadas hasta la saciedad. La industria, sin ningún tapujo, nos vende una y otra vez la misma idea, el mismo producto. Y no se cortan, pues la taquilla y el público, la mayoría de las veces, responde. Basta que sea una secuela bien promocionada o el enésimo fenómeno fan con actores de postín, para que la actualidad cinematográfica se vea copada a todos los niveles, por semejantes cintas. Es muy difícil encontrar películas buenas, duras o complejas dentro del circuito más comercial o del canal más directo. El espectador o el aficionado ávido de ideas y películas interesantes debe bucear en los complejos mares del cine independiente o de fuera de las corrientes del mainstream de Hollywood, adentrándose en una vorágine de variada calidad, donde no siempre por ser indie, una pelúcula es buena a la fuerza. Cierto es, no obstante, que la mayoría de dichas obras comerciales (o blockbusters) buscan el entretenimiento más fácil y sencillo. Y a veces, se consigue. Pero entendiendo el cine como arte, como modo de expresión y de vehículo para transportar ideas y sueños, se puede hacer algo más. Se puede ir más allá. Inception, es el ejemplo perfecto. Aparte de ser un gran producto comercial y de puro entretenimiento, es la muestra de lo que se puede hacer con una persona de talento (ya incuestionable) tras las cámaras. Entretenimiento llevado a unas cuotas de perfección casi absoluta.



Inception es el resultado de un director de la vieja escuela, Christopher Nolan, obsesionado con el control de todos los aspectos creativos de cualquier película en la que trabaje. Aunque las comparaciones son odiosas, Christopher Nolan (director entre otras, de El Caballero Oscuro o Memento) es uno de esos cineastas que pueden compararse en estilo y forma de ser a grandes personajes del panorama del celuloide, como John Ford y Stanley Kubrick. Ambos eran personas muy reservadas, inteligentes en el máximo sentido de la palabra, y orfebres artesanales en el arte de hacer películas. Kubrick o Ford, Nolan solo tiene buenas películas (y quizás una obra maestra), en su haber. Y esto, en una muy corta carrera cinematográfica. Por eso, y aunque aún queda lejos de la trayectoria de ambos genios ya pasados a mejor vida (trístemente para todo aquél aficionado al cine con mayúsculas), lo que nos ha dejado con Inception, es una buena muestra de que el camino que está tomando el jóven director, es digno de ser reconocido. Permanente rector en todas aquellas tareas que por costumbre, son derivadas o depositadas en otros profesionales, Nolan ha guardado en su mente durante años, el guión de Inception. Un guión complejo, bien estructurado y completo.

Dejando un lado el despiece informativo y conceptual que en gran parte ha sufrido esta película por el bombardeo masivo de la Warner Bros. a la hora de promocionarla (y que, aún así, no destroza en absoluto la experiencia), Inception nos traslada a un futuro incierto aunque cercano, donde ladrones entrenados y preparados se internan en mundos oníricos creados por ellos mismos y por las personas secuestradas, para así sacar nuestros más ocultos secretos e informaciones sin que el captor se entere de ello. Cobb (Leo DiCaprio) es un experto "extractor" o ladrón, que tras una extración de información fallida a un importante hombre de negocios conocido como Saito (Ken Watanabe) se verá envuelto junto a su grupo de operaciones una peligrosa y tortuosa aventura a través de los sueños para hacer el encargo más difícil de sus vidas: inculcar una idea. La premisa, original como pocas veces se ha visto en una pantalla de cine (Inception maneja con soltura varios géneros, como el noir o cine negro, y lo adereza con pizcas de acción del thriller más actual), sirve de hilo conductor a una trama compleja, que se desarrolla a varios niveles, y que envuelve al espectador como un sueño del que no quiere despertar.



Inception es una obra al estilo de Nolan. Desgajada a nivel de guión en varias capas, con momentos confusos a priori, y que pueden dejar al espectador en la estacada, pero que luego cobran un sentido único y justificado una vez se obtiene una visión global del conjunto de la película. En Inception no hay momentos gratuítos, no hay descanso en falso, y no nos encontramos con situaciones forzadas o creadas para el lucimiento de cualquiera de los grandes actores (que como suele ser habitual en el director, cuenta con un reparto de lujo, donde destacan Gordon-Levitt, Marion Cotillard, Ellen Page o el siempre eficiente por poco que aparezca Michael Caine), aunque hay que reconocer que conforme la película va desvelándose y mostrándose por completo al espectador, el impacto inicial de la original premisa, pierde fuelle y casi acaba desviándose de no ser por unos minutos finales espectaculares y bien realizados, que vuelven al cauce de lo que la cinta prometía en su principio. Y es que, en el centro de su planteamiento, en el nudo visible de Inception, Christopher Nolan coquetea con elementos filosóficos y oníricos, relacionando los recuerdos, sueños y aspiraciones de los personajes principales, en unos momentos que casi hacen recordar al mejor Kubrick. Es ese mensaje central de Inception, el que abordará al espectador y lo sacudirá desde dentro, otorgándole un nivel más (y nunca mejor dicho dada la temática y el uso de la palabra en la presente cinta) a la experiencia de verla. Aunque se podría criticar la falta de ritmo en los pasajes finales, o lo gratuito de algunas secuencias de acción, sería absurdo negar la mayor, y es que Inception es una película que está hecha como si de una obra artesanal hablásemos, con pasión por los detalles y los elementos más sencillos y ocultos de su representación. Los actores, como ya hemos citado, están a gran nivel para ser una película absolutamente cortal: Leonardo DiCaprio (que hace un trabajo más fino y creíble que en la flojísima y sobrevalorada por algunos Shutter Island), que consigue encajar a la perfección con el típico antihéroe del cine de Nolan, y el grandísimo Gordon-Levitt que se pasea con clase y dignidad por todas y cada una de sus secuencias (incluyendo aquellas que cuentan con más acción y físico), demostrando su pericia a la hora de lidiar con producciones grandes y pequeñas en el complicado mundo del cine. Hay secuencias realmente maravillosas y asombrosas, donde el juego del director con lo "irreal" de los sueños creados, así como con sus reglas físicas, dejan al espectador extasiado ante lo bien realizado y conjugado de las mismas, ofreciéndole una vez más, una experiencia única dentro del cine de ciencia ficción.

Y no solo es buena a nivel argumental. La complejidad de Inception es tal, que todos los niveles creativos y artísticos de esta película, convergen y se unen en su apartado visual. Al estar tan trabajada y redondeada en este punto, escribir sobre su excelente fotografía (en la línea de El Caballero Oscuro, con tonos azules y grises apagados intercalados con naranjas y amarillos bastante más iluminados), su maravillosa infografía digital (por primera vez en mucho tiempo, veo unos efectos especiales que están supeditados a la historia y no al contrario) o su ingenioso uso de las perspectivas en los decorados y construcciones en el mundo de los sueños, es casi imposible. Y más si le sumamos la partitura de Hans Zimmer, que en su tercera colaboración con el director, nos ofrece una banda sonora compleja, con referencias a películas anteriores y con una fuerte predisposición al uso de elementos sonoros eléctricos, pesados y constantes, que mutan conforme los sueños en los que se desenvuelven los protagonistas, se vuelven más peligrosos o inestables. Espero que el léctor, así como el espectador que haya tenido la suerte de verla, entienda que describir con palabras justas el espectáculo y la experiencia cinematográfica que propone Inception, es harto díficil. Podríamos perdernos en interpretaciones vacías o vacuas (pues al contrario de lo que mucha gente cree que el sentido de la película y su significado está bastante claro pese a cierta escena final muy del gusto del director), deleitarnos una y otra vez con determinadas secuencias o deshacernos en el talento que está atesorando Leonardo DiCaprio (tras su protectorado con Martin Scorsese), en papales de padre y enamorado atormentado por el pasado, pero sería inútil. Sería perder el tiempo (en el buen sentido de la palabra), y eso es algo que no podemos permitir.



Inception es una obra que trasgrede lo cinematográfico, que vas más allá, acercándose peligrosamente a la frontera de la experiencia extrasensorial para el espectador, que verá como en sus dos horas y media larga de metraje, se le acumulan las preguntas, se le colapsan los sentidos y se le solapan las enseñanzas que Nolan ha cocinado convenientemente para el mayor gozo y disfrute. Inception es una película que rompe la barrera de los sueños, se adentra en ellos y nos trae lo mejor del mundo onírico con el que muchos nos deleitamos y sumimos cada noche. Al fin y al cabo, cuando entramos en la sala de cine y se apagan las luces, comienza el sueño. Inception no es solo eso. Es mucho más.

Alberto González

Inception (OST, Hans Zimmer) Vía Spotify

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Las películas basadas en cómics, suelen ser un arma de doble filo. Agradan a la taquilla y al público en general, pero suelen ser malas películas o muy poco agraciadas si se comparan con su homólogo referencial en las viñetas. Si bien es cierto que hemos visto cintas maduras y muy filosóficas (Batman Begins y El Caballero Oscuro  dan cuenta de ello), la mayoría de ellas, tiran por los cerros de Úbeda, buscando la facilidad y lo rimbombante o ñoño. Marvel, desde que escarmentó tras tropiezos (no tanto en taquilla como en homenaje a los personajes en los que se basaban) como 4F y Ghost Rider, decidió tomar rienda en el asunto y producir y editar sus propias películas. De dicha iniciativa, trajo consigo obras tan potables como la nueva adaptación del personaje verde, Hulk (El Increíble Hulk, con Edward Norton como protagonista y John Hurt y Tim Roth como malos malísimos) y la primera parte de la presente película, Iron Man.

Ambas (aunque cada una a diferentes niveles), demostraron ser unas apuestas serias, fiables y muy fieles a los conceptos originales. Al estar pegados en tareas como la producción, en Marvel supieron dar con el camino correcto a la hora de llevar a sus personajes a la gran pantalla. Ahora, al menos, se garantizaba un mínimo de calidad. La primera parte del hombre de hierro, Iron Man, ofreció un espectáculo digno, muy divertido, y con un par de frases que bien podrían pasar a la historia del séptimo arte en lo que a cuestiones de viñetas se refiere. Iron Man era una película que se molestaba en presentar y colocar a sus personajes en un maravilloso crisol, basado (y adaptado a los tiempos que corren) en el cómic original. Contando con un reparto abrumador (Robert Downey Jr, Terrence Howard, Jeff Bridges y Gwyneth Paltrow), la película basaba su principal camino, en ingeniosas situaciones y frases, aderezadas con unas cuantas secuencias de acción y un par de guiños bastante bien situados. Sin duda, una buena muestra de como se debe traspasar un cómic a la pantalla. Pero no era perfecta. Quizás un exceso de humor a la hora de tratar al personaje principal, Tony Stark, y una falta de clímax final (con una bien rodada, aunque insulsa batalla), lastraban algo un resultado que podría haber sido mucho mayor.



Cuando se confirmó la segunda parte, muchos no creían que se lograra igualar (y mucho menos, superar) a la primera entrega. Se fueron desvelando detalles, y todos apuntaban alto. Nuevos personajes (que serían interpretados por gente de calibre, como Mickey Rourke y Scarlett Johansson o Samuel L Jackson con un papel de más peso), tramas más inspiradoras...Todo apuntaba bien alto. Y hace bien poco, se estrenó. ¿Ha merecido la pena? Seamos francos: Iron Man 2, es un verdadero revulsivo a la fórmula que atesoró la primera entrega.

Iron Man 2 trata la historia de una forma más seria y coherente que su primera parte. Teniendo en cuenta de que obvia por completo la presentación de los principales personajes (aunque nos muestra nuevos caracteres de una forma espléndida y bastante curiosa), la cinta puede desarrollar varias tramas, entre las que destacan, por importancia, el declive de Tony Stark como figura emergente y protectora y la venganza del personaje de Mickey Rourke, que interpreta a Ivan Danko (Whiplash), hijo de un antiguo trabajador de Industrias Stark que fué traicionado en su día. El argumento principal de Iron Man 2 nos lleva a la caída y resurrección del personaje de Tony Stark. Lo veremos en su cima, lo veremos caer, y lo veremos resurgir. Justo como la vida de su actor, Robert Downey Jr. Entre medias, veremos como enemigos en lo financiero y comercial (Justin Hammer, su mayor rival en el mercado de las armas y la tecnología hará acto de presencia) y amigos que no parecen lo que realmente son (tremendos guiños a los fanáticos de los cómics), se intercalan en su periplo a lo largo de la película. Todo ello sin contar momentos bien esperados, como la incorporación de Máquina de Guerra (compañero infatigable en la batalla de Tony Star/Iron Man en los cómics, que en esta ocasión, está interpretado por Don Cheadle) a la acción. Hablando de ellas, las escenas de acción, aunque pocas, están bien plantedas, y en el caso de la carrera de Mónaco, excelentemente rodadas. Si bien es cierto que el toque de humor está presente, la cinta sabe dosificarlo con mucha mejor precisión, sin tener que apartar la mirada ante momentos desconcertantes o dignos de llevar nuestra vergüenza ajena al límite. Hay momentos histriónicos, frases de situación o momentos de comedia, pero están bien intercalados, muy dosificados y extremadamente bien llevados e interpretados., sin caer en el exceso de la primera entrega.



Además, hay que tener en cuenta la fiabilidad del director, Jon Favreau, a la hora de tratar decenas de tramas y que no caiga en lo absurdo o forzado de lo que se podría denominar "referencia friki" al mundo de los cómics. Sam Raimi (director de Spider-Man) lo intentó en Spider-Man 1 y 2, pero tropezó soberanamente en Spider-Man 3. Buceó mucho en el material original, pero intentó condensar más de la cuenta, otorgando un resultado desfavorable en general. Favreau sabe hacer referencias y guiños a ciertos personajes o entidades (con especial mención a lo que se ve al final, tras los títulos de crédito) propias del universo de Marvel. Y la verdad, es que logran que queden bien, siendo coherentes con el universo que se está gestando. Sin ir más lejos, tendremos un guiño referencial a la mismísima Hulk (que si recordáis, contiene un momento al final de los créditos bastante revelador), lo que deja claro cuando se emplaza la presente película.

Iron Man 2 quizás no sea tan fresca o innovadora como la primera parte, pero sí queda bastante bien situada como elemento individual de una saga. Es más grande, más madura y más coherente con el personaje del cómic. Tiene diálogos brillantes, minutos muy interesantes, y escenas muy dignas. Cierto es, que teniendo en cuenta el tema central de la película, se podría haber ido mucho más allá. Se podría haber sido más fuerte, más directo y explícito, con temas como el alcoholismo de Tony Stark, o sus problemas de relación con sus amigos y aliados. Sobre todo teniendo en cuenta que la película toca temas y argumentos vistos en series como "El demonio en una botella" o "El Hombre de la Máscara de Hierro". Iron Man 2 es una película aceptable, técnicamente intachable, pero como adaptación o película de cómics, es algo más. Es un paso adelante (firme, seguro y divertido) en lo que adaptaciones de personajes de la factoría Marvel. Divertida y poco profunda, sí, pero muy veraz y fiel al personaje en el que se basa. Si este es el camino a seguir por Marvel en futuras adaptaciones, podemos estar contentos.



Alberto González Montes

Publicado: 01:21 04/04/2010 · Etiquetas: furia de titanes, mitologia, critica, cine, para medusa mi novia · Categorías: Opinion Personal : FagoCineTosis


La preocupante crisis de ideas cada vez es más patente en la meca del cine. Hay cientos de proyectos que no cruzan el umbral de lo que podría esperarse de producciones serias y decentes, y la gran mayoría de estrenos llegados a las salas, dejan bastante que desear. No es de extrañar por lo tanto, que los estudios decidan saltar al pasado y revivir supuestos clásicos e historias ya contadas. Una veces, el resultado es decente, pero otras, no solo se logra empañar el clásico o la película revisitada, si no que encima, se alcanzan cuotas realmente bochornosas en cuanto a calidad cinematográfica. Furia de Titanes, la actual, la que se acaba de estrenar en cines, es una muestra de ello. En resumidas cuentas, y ojo a los incautos, estamos ante una película hecha para recaudar dinero de la forma más vil y directa.

Si bien la original no es que fuese una obra maestra del cine de aventuras y mitología, si correspondía con aquellas premisas del género: entretenimiento, diversión y sencillez. No pretendía ser una película grande, y por ello, gracias a su sinceridad, se hacía plenamente disfrutable. La nueva Furia de Titanes es una película coja, falta de carisma, y sin un argumento coherente o razonable. Es cierto que tiene una dirección artística impecable y que cuenta con un gran elenco de estrellas (que poco o nada lucen, dicho sea de paso, pero están ahí), pero no hay nada más. Todo es un inmenso pastiche digital sin vida.

La película se podría resumir como el Deux Ex Machina más grande jamás contado en los últimos tiempos. En Furia de Titanes todo pasa porque sí, todo ocurre sin tener realmente una verdadera razón. La historia comienza mal y forzada y va dando tumbos hasta un supuesto clímax que defrauda por lo mal resuelto de la situación. Los personajes desfilan por escenarios y parajes naturales sin ton ni son, mueren y no despiertan ni la más mínima lástima o interés, o luchan contra criaturas digitales sin razón o sentimiento. No hay apenas nada destacable en cuanto a las secuencias de acción, y su atropello y emplazamiento de la mitad del metraje hacia el final de la película, hace que todo quede en agua de borrajas. En ciertos momentos del film las situaciones y acciones serán tan descaradas y absurdas, que creeremos estar presenciando fallos de racord más que evidentes.

Los actores, acometidos por la falta de gracia de los papeles de sus libretos, se dedican a soltar frases lapidarias avergonzantes y estúpidas. A discernir filosóficamente (en el caso de los Dioses) como si fuesen niños de primaria y a gruñir cuando toca enfrentarse a la criatura generada por ordenador de turno. Lo que en un principio podría parecer lógico dado el carácter de cine espectáculo del título, parece realmente absurdo y chirrioso cuando te das cuenta de que la película pretende y es seria consigo misma. Qué decir de personajes que aparecen y desaparecen sin apenas sentido (el supuesto contrapunto cómico por parte de los dos cazadores) o de engendros de gran acierto estético pero nulo peso narrativo (el hombre-árbol). Sam Worthington se supera a sí mismo, y tras su insulso terminator humano en la aceptable aunque defenestrada Terminator Salvation, vuelve a interpretar a un héroe falto de carisma, aburrido. Su personaje, Perseo, es casi más autómata y frío que su robótico terminator. Sam Worthington es un actor que está destinado al cine de acción, tiene carisma, pero no goza de suerte cinematográfica más allá de la sobrevalorada por crítica y público, Avatar. Los grandes Ralph Fiennes y Liam Neeson no pasan de correctos, y su presencia en el film es casi anecdótica, adoleciendo más a motivos monetarios y publicitarios que a otra cosa.



Técnicamente estamos ante un blockbuster de segunda o tercera fila. Si bien podemos gozar de escenas bien trabajadas y realmente bonitas y curiosas, el sentir general respecto a su impacto visual es ciertamente decepcionante. Las criaturas y bestias lucen un gran diseño (faltaría menos en una superproducción de altos vuelos), pero son artificiosas, cutres y poco merecedoras del nivel actual alcanzado con los efectos visuales generados por ordenador en Hollywood. Haciendo un paralelismo histórico, casi podríamos decir que al igual que los efectos por stop motion de Ray Harryhausen fueron ingénuos en su día, los creados para el remake de Furia de Titanes, también lo son. Es una pena, pues Louis Leterrier es un hombre que ya ha demostrado que se maneja bastante bien con el cine de acción y efectos especiales (como ya vimos en la excelente adaptación cinematográfica de El increíble Hulk) pero en esta ocasión, su arte y destreza brilla por su ausencia. Solo logra alcanzar algo de su buen hacer en el triste y gris clímax final. Un final abrupto, corto y poco esperanzador para aquél espectador que haya pensado que todo lo malo que ha ido tragándose y aceptando durante el metraje iba a cambiar con una orgía audiovisual en sus últimos compases.

Furia de Titanes es una película que no pasa de entretenida (y a duras penas) y que demuestra todo lo malo a la hora de poner al día un supuesto clásico del cine de aventuras con corte y toque mitológico. Con poca o ninguna escena destacable, Furia de Titanes hubiese funcionado mejor con una media hora más de metraje y una presentación más sólida y coherente de sus personajes. El atropellado desarrollo del film y sus inconclusas y mal rodadas secuencias de acción son las responsables de que la película acabe lastrada en su totalidad. Si queréis verla en el cine, adoptar la postura sensata y coherente de evitar el engañabobos (digno de feriantes) que es la versión 3D del film.

Alberto González

Publicado: 19:32 14/03/2010 · Etiquetas: cine, critica, matt damon, green zone, bourne, paul greengrass, irak, trio de las azores · Categorías: Opinion Personal : FagoCineTosis


¿El mayor engaño de los servicios espionaje de la historia?

Si hubiera que resumir la guerra de Irak y su posterior invasión por parte del mundo civilizado occidental, sería engaño. La palabra engaño funciona mucho mejor que la mal usada y en boca de todos mentira. En 2003, tras los atentados islamistas en suelo americano (el 11-S) y la posterior invasión de Afganistán con el apoyo de la ONU, Estados Unidos se embarcó junto al apoyo de una decena de países en una misión complicada, peligrosa, y en cierto modo, suicida. Los motivos de dicha invasión no están claros (y algunos piensan que jamás lo estarán), y cada persona o gobierno ve en ellos una excusa diferente para sus propios intereses. ¿Garantizar la seguridad e integridad de la sociedad occidental frente a la barbarie islamista? ¿Posicionamiento geoestratégico en Oriente Medio? ¿Movimiento por el control de recursos energéticos? ¿Destitución de la dictadura de Sadam Hussein y apoyo a la democracia y la libertad? Quizás todos, o quizás ninguno. Aún es pronto para arrojar una visión coherente y veraz, aunque muchos directores y realizadores ya se han atrevido a dar su opinión. El cine documentalista (verdadero motor del cine-denuncia propio de este tipo de acciones bélicas) ya ha intentando indagar y buscar la propia verdad en todo el asunto. Cineastas como el reconocido y provocativo Michael Moore, desde su documental (más bien docudrama) Fahrenheit 9/11 arrojó ciertas perlas ácidas en contra de la nefasta administración Bush, sus fallos como gobernante y su horrorosa gestión de la (según él) innecesaria invasión al país gobernado por el dictador Sadam Hussein. No han sido poco los libros, películas (Redacted de Brian de Palma), series (Generation Kill o House of Sadam) o documentales (como ya el citado) los que han ido descubriendo poco a poco las piezas del complejo puzle político, social y bélico que es la conocida Guerra de Irak.

En tiempos convulsos y post-bélicos como en los que vivimos (con una nueva administración y estratégia en la zona), es normal empezar encontrar decenas de productos que intentan mostrar su visión del asunto. Con la oscarizada The Hurt Locker recién estrenada en nuestro país ( y cuya crítica tendréis en breve ), el tema sobre la invasión de Irak está bastante candente, pues es la perspectiva y el tiempo, lo que nos hace tener una visión más o menos cercana de lo que realmente ocurrió allí. Gren Zone: Distrito Protegido es la última y novedosa pieza de un complejo mural cinematográfico que a buen seguro empezará a llenar nuestras carteleras y videoclubs conforme pasen los años.

Green Zone: Distrito Protegido es una excelente muestra de los primeros días de la invasión de Irak. El control de la zona presidencial de la capital, así como el comienzo de re-construcción del país, es el telón de fondo ambiental de la última película de Paul Greengrass, director entre otras, de las dos últimas entregas de la saga de Bourne. El director inglés (que en su momento al igual que gran parte de la sociedad británica apoyó a Tony Blair), con su particular manera de rodar y narrar, nos cuenta la historia del soldado Roy Miller, interpretado por Matt Damon en sus labores de búsqueda y control de las populares armas de destrucción masiva. Tras una serie de movimientos en falso y unas cuantas búsquedas infractuosas, el soldado Roy Miller se verá envuelto en una conspiración política y bélica a altos niveles, y se verá obligado a acatar órdenes o ignorarlas en busca de la verdad que tanto ansía buscar. Y todo ello en la zona conocida como "Green Zone" o Zona Verde y alrededores, supuesto paraíso de seguridad en Irak (atención a una interesante escena con los militares capitaneados por Roy Miller de uniforme entrando en una piscina donde sirven cócteles y pizza a los altos mandos).



Lo que en planteamiento parece un maravilloso punto de partida para una película intrigante a varios niveles, se queda en simplemente eso, una buena carta de presentación y actitudes, pero no en una solida propuesta argumental como se esperaba con tamañas cabezas creativas e interpretativas delante y detrás de las cámaras. Green Zone: Distrito Protegido no es ni mucho menos un "Bourne en Irak" como se ha ido diciendo por decenas de medios informativos y carteles publicitarios. Es cierto que comparte estética y algunos tics narrativos, pero nada más lejos de la realidad. Paul Greengrass usa su particular cámara en mano, sus movimientos rápidos y su particular iluminación. Matt Damon pone su cara, sus golpes y su físico, pero las similitudes con Bourne acaban ahí. Green Zone: Distrito Protegido plantea una suerie de situaciones verosímiles y difíciles de asimilar, como el caos y la lucha administrativa entre las diferentes ramas de inteligencia de los Estados Unidos, así como el arroje y la lealtad de las tropas de infantería, últimos peones de los movimientos sin sentido (o engañosos, según se mire) de sus superiores. Pero es una pena que todo aquello que parece relucir en los primeros minutos de metraje acabe siendo una triste algamasa de clichés argumentales un tanto manidos que se apresuran en relatar y terminar conforme avanza la trama.

Green Zone: Distrito Protegido falla en lo que no debería. En el desarrollo de su interesante trama. No por el ritmo o la forma de contarla (perfectas hasta casi el final), si no más bien por su estrepitosa, rápida, desinflada y común resolución argumental. Por momentos parece que el mismo Paul Greengrass se ve obligado a terminar una trama que podía haber dado para muchísimo más, y se nota en los compases finales de la cinta. El libro en el que se basa, "Imperial Life in the Emerald City: Inside Iraq's Green Zone" de Rajiv Chandrasekaran, era un retrato complejo de la sociedad iraquí antes y después de la toma y control de los Estados Unidos, así como un maravilloso crisol argumentativo sobre los fallos, errores y aciertos de la administración de George W. Bush a la hora de intentar re-construir el país de Sadam. Es cierto que se ven algunos detalles (el caótico gabinete de gobierno formado por todas las tribus y culturas propias de Irak, donde acaban, literalmente, a puñetazo limpio) realmente interesantes, pero no termina de cuajar.

Visualmente, como se podría esperar,Green Zone: Distrito Protegido es una excelente muestra de credenciales por parte de Paul Greengrass. Las pocas (pero muy impactantes) escenas de acción están planeadas dentro de su caótico estilo cinematográfico, y el resultado es tremendamente satisfactorio. No faltarán persecuciones (a pie o en vehículos) tiroteos en espacios reducidos o forcejeos rudos y rápidos. Green Zone: Distrito Protegido es una película de contrastes, pues su argumento y acción se desarrolla tanto de día, como de noche, si bien las escenas nocturnas (gracias a la especial y particular iluminación querida por el director) quedan ligeramente opacadas anta las iluminadas escenas y secuencias diurnas. Aún así, hay que dejar claro que Paul Greengrass y Matt Damon forman un tándem realmente impactante en la pantalla, y eso se nota en la película.



Green Zone: Distrito Protegido es por lo demás (descontando su manido y poco trabajado argumento), una película trepidante, con un reparto de secundarios de verdadero lujo (Jason Isaacs, Greg Kinnear o Brendan Gleeson hacen de contrapunto de interés a nuestro protagonista) y un estilo visual maravilloso. Lástima que por culpa de los lastres argumentales, no pase de ser una película más. Es entretenida sí, pero nada más.

Alberto González

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La banda sonora corre a cargo de John Powell, el compositor de las películas de la saga de Bourne. Musicalmente comparte muchísimo en su partitura, y abrá momentos en los que el espectador más avezado se de cuenta de lo similares que son los compases perpetrados para Green Zone: Distrito Protegido en referencia a sus trabajos anteriores. Tiene un par de piezas realmente interesantes (Attack and Chase y Chaos/Email), pero por lo demás, es una banda sonora que no destaca especialmente salvo para acompañar a la película en sí misma.

Segundo de los especiales sobre Quentin Tarantino tras el repaso a su última película, Malditos Bastardos, cuya crítica encontraréis pinchando aquí.. Tras la presente reflexión sobre Death Proof, se publicará el análisis del Blu-ray edición coleccionistas y una serie de fotos sobre la misma edición y presentación. También estad atentos a nuevas actualizaciones con nuevas críticas y comentarios sobre sus películas y colaboraciones. Let´s go to work.



A prueba de muerte

El punto sangrante de la fallida Death Proof, es que no funciona bien como parodia del género que intenta homenajear. Su estructura de guión es brillante, como siempre en el cine de Tarantino, y sus constantes diálogos (casi el 80% de la película se sustenta en ellos) son buena muestra de ello. Pero hay algo que no termina de funcionar. Primero, es su lento y engorroso desarrollo. La película tarda demasiado en arrancar y en presentar unos personajes, a priori, sosos y algo prescindibles. No es hasta la llegada del bar mexicano de carretera (interesante cameo de Quentin, por cierto) cuando vemos que tipo de avatares intervendrán en la aventura y de que pasta estan hechos. Hasta ahora habíamos tenido una dilatada y algo vacua presentación del grupo de chicas, pero no terminaban de arrancar. Sus conversaciones sobre hombres y demás temas claramente femeninos, son meramente impagables, pero ninguna destacaba por su personalidad. Death Proof son dos películas en una. Por una parte, es una película del típico asesino en serie peligroso de serie B (del conocido como género slasher), y por otra, una excelente road movie con trepidantes persecuciones de por medio. Hasta la mitad de su metraje Death Proof es una película que no termina de funcionar ni arrancar. En la idea original propuesta por Quentin Tarantino, el cambio de juego y concepción argumental (de presa a ratón y viceversa) que podría haber logrado encumbrar a la película como joya y rara avis de la filmografía del director y que a buen seguro hubiese hecho a la cinta más redonda, no termina de cuajar. En principio, es un cambio radical. El personaje de Kurt Russell (El Especialista Mike) pasa de ser el cazador y acosador, al cazado y acosado. Sus presas se rebelan, y su carácter, de ser agrio, chulesco y peligroso, a cobarde. Es la inversión total de los papales. Dicho giro imprevisible, que hubiese sido el golpe de efecto que realmente quería Tarantino, no termina de cuajar.



La presentación del nuevo grupo de féminas es más redonda, cuidada y agresiva que las de la primera comparsa. Si nos ponemos a mirar fijamente las personalidades de cada una, vemos que si mientras las primeras eran chicas comunes, algo aburridas o simples, las nuevas son aguerridas, luchadoras, inteligentes e inconformistas. Es de nuevo la yuxtaposición de ambos grupos lo que hace que las diferencias propuestas en el guión de Tarantino salten a la vista. En la teoría queda genial. Pero en la práctica... Hay cosas que fallan y arrebatan todo logro que se puedise haber conseguido con el presente guión.

El primero de los fallos visibles, es la falta de talento a la hora de actuar de Zoe Bell (la chica especialista en la segunda mitad de la cinta). Entiendo que la intención de Quentin Tarantino fuese la de buscar a una especialista de verdad (no obstante Zoe dobló a la Novia en las escenas de riesgo y acrobacias en Kill Bill) , y que con ello, dotase de una verosimilitud palpable al personaje y a la película en general, pero no funciona. Es una chica mona, preparada y con buena presencia, pero no es una actriz que te sustente casi una hora de metraje. Sobre todo, cuando tienes a una Rosario Dawson que cumple con creces en las situaciones que le planteas. Puede ser que Tarantino tampoco buscase la perfección cinematográfica absoluta (tenemos que tener en cuenta que Death Proof es un homenaje al género grindhouse con lo cuál no hay que buscar una calidad excelsa en todos los apartados), pero si se hace una película de serie B deluxe y con semejante mimo...¡qué menos que cuidar algunos detalles!



Y es lo que nos lleva al segundo punto. Otro de los cambios en la segunda parte de la película, es el tono y el lenguaje cinematográfico. Tarantino es un director que siempre está jugando con el metacine y el lenguaje para/con el espectador. Son constantes los guiños gráficos (las flechitas que señalan importantes personajes en Malditos Bastardos o el detalle de La Novia hablando directamente con los espectadores en Kill Bill Vol 2) en sus largometrajes, y eso, si bien en la primera parte de Death Proof eran notables (pérdidas de rollo, encuadre y defectos de celuloide varios), en su segunda mitad, todo desaparece en pro de un rodaje meramente digital, estético y limpio. No es muy lógico, que una película que es un claro homenaje a un género tan particular como el grindhouse o el exploitation, quede tan refinado, pulcro, frío y vacío por el cambio de la forma de rodar. Robert Rodríguez en su hermana de concepción, Planet Terror estuvo muchísimo más inspirado, con constantes defectos de celuloide, pérdidas de rollo y sonido o problemas visuales varios. Sabe utilizarlos en su película, sabe jugar con ellos y sacarle provecho para la particular narrativa de su cinta. Tarantino, por extraño que parezca, no. Si bien al principio parece que intenta usarlos como su amigo mexicano, cuando la película cambia de rumbo argumental, se olvida absolutamente del tema. Es un problema bastante evidente, pues todo sentido paródico del género queda diluído, y la parte que parecía mejor cinematográficamente hablando, queda coja.



Death Proof en definitiva, es una película de contrastes. Tiene cosas buenísimas, como su excelente libreto (apoyados en unos diálogos fluídos e interesantes como a los que nos tiene acostumbrados Tarantino) y su maravillosa selección musical. Intenta aportar un giro imprevisible con un revulsivo al género slasher y de serie B con un cambio hacia la mitad de la película, pero no termina de funcionar. Unos personajes que no terminan de ser creíbles y una falta de tacto en el lenguaje cinematográfico propio del género al que padorian, lastran por completo el resultado final de una cinta que podría haber sido muchísimo más de lo que ha acabado siendo.

Alberto González

Con motivo del lanzamiento de la película Malditos Bastardos en formato doméstico (Blu-ray y DVD), aprovecho para re-escribir mi crítica sobre la última película de Quentin Tarantino. La colgé en un foro hace bien poco y quería compartirla con vosotros por aquí. Aparte, en cuanto pueda, colgaré un especial sobre el popular y controvertido director de obras como Kill Bill o Pulp Fiction que llevo tiempo escribiendo y una review de la edición coleccionistas en Blu-Ray de la película.

Queda inaugurada La Semana Bastarda de X&Y.



Érase una vez...En una Francia ocupada por nazis

Quentin Tarantino es un director al que es muy difícil de catalogar. Sus películas necesitan de cierto tiempo de asimilación. Envecejen bien, y adquieren significados y matices conforme el reloj de su particular vida avanza. Malditos Bastardos era uno de los proyectos más postergados y atrasados del director, y por ello, las expectativas y esperanzas eran altas. Todas sus películas suelen pasar por diferentes fases creativas durante su desarrollo, y luego, por otras fases y momentos por parte de los aficionados y espectadores. Muchos salimos bastante contentos con los Bastardos de Quentin, si bien otros esperaban algo más gamberro y loco por parte del director de Pulp Fiction o Kill Bill. Está claro que muchos creían ver (o mejor, querían ver) a Pitt como el protagonista de un Salvar al Soldado Ryan fuera de rosca, lleno de situaciones violentas per se (y ojo, que las hay) y demás tonterías del cine más comercial mezclado con la autoría típica de Tarantino. Una especie de revisión de la primera parte de Kill Bill con nazis en vez de samurais o personajes con katanas. Obviamente, aquellos que esperaron tales cosas, acabaron decepcionados. O mejor dichos, abrumados y desconcertados.

Malditos Bastardos es una maravillosa fábula sobre la ocupación nazi en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Cuenta con una excelente división por capítulos (cosa ya habitual en su forma de hacer cine y contar historias), y unas cuantas líneas de diálogos sencillamente magistrales. Todos los compartimentos argumentales, que a priori pueden parecer estancos, irán entrecruzándose y mezclándose hasta un clímax final en ese maravilloso cine de la Francia ocupada, "Le Gamaar". El leitmotiv de la película (o uno de ellos), por así decirse, podría ser la utilización del cine como arma. Del cine como elemento destructor y a la vez, conciliador o resolutivo para los conflictos. Todos los caminos y personajes confluyen hacia el salón de cine regentado por Shosanna, y es allí donde, la venganza se sirve proyectada en plato de 35mm. Malditos Bastardos, al ser una película coral, cuenta con la participación de excelentes actores. Hasta aquí nada es nuevo, pero es el crisol de culturas y nacionalidades diferentes, lo que hacen a la película algo más en dicho aspecto. Y no hablamos de americanos o ingleses interpretando a alemanes o franceses. Tenemos a joyas alemanas (Christoph Waltz, Diane Kruger), bellezas francesas (Melanie Laurent) y reconocidos actores americanos (Brad Pitt). Cada personaje tiene un cierto transfondo, un carisma particular y un papel real en la historia. Hay cierta antítesis entre unos y otros, y es curiosa la yuxtaposición en cuanto a compartamientos y actitudes de algunos de ellos. Por ejemplo, Aldo Raine es un avatar duro, acostumbrado a hacer las cosas a su brutal manera. Él y sus bastardos son fuertes y directos. Sus planes de acciones son devastadores y sonoros. Hans Landa, el oficial de las SS conocido como "El Cazajudíos", en cambio, es un zorro astuto, experto en manipular a cualquiera para lograr sus objetivos. Sabe adecuarse a cada situación e idioma. Es frío y calculador. En Malditos Bastardos todos y cada uno de los personajes hablan en su idioma materno, y eso es lo que precisamente hace destacar al film. Tarantino ha querido dotar de cierto realismo al cine de género de espías y planes disparatados. Secuencias o escenas como la narrada y ocurrida en la taberna (de casi media hora de duración) son un excelente ejercicio de inteligencia narrativa y realizadora por parte de Tarantino. De libro.



Malditos Bastardos es una culminación a todos los niveles del cine de Tarantino. Es la depuración de sus elementos e influencias cinematográficas, un punto y final a su carrera (aunque esta siga creciendo y ampliándose con el tiempo). Es un fuerte plato lleno de referencias a películas del género conocido como "nazismo pulp",(con guiños a obras como El desafío de las águilas y La Noche de los Generales), y al western. Nadie podrá negar el suave y delicioso aroma a Sergio Leone en los primeros minutos de arranque de la cinta. Es maravilloso ver como la campiña francesa se convierte por momentos en un mortífero desierto, y los peligrosos nazis, en bandidos y forajidos del salvaje oeste. Es algo a lo que ayuda (y mucho) su banda sonora. Las piezas escogidas por Tarantino para ambientar su fábula de nazis y soldados judíos son idóneas para los momentos y situaciones que ha querido reflejar. Son melodías que evocan y embelesan al espectador que se deje llevar por las composiciones. No faltarán temas de Ennio Morricone (La Arena, de la película El Mercenario o Salario Para Matar volverá a estar presente) o Lalo Schifrin. Destacar que, lo que podría ser la mejor escena del film, (la de Shosanna apoyada en un maravilloso ojo de buey que deja entrever decenas de pendones con esvásticas de fondo) está musicalmente acompañada de la maravillosa canción de David Bowie Cat People (Putting out the Fire). Jamás había visto un acompañamiento musical más acertado. Malditos Bastardos también es, a su vez, una increíble y referencial muestra a sus desvaríos y fetiches como director. Quentin no oculta su vena claramente paródica hacia el género de aventuras o espías (la escena del cine y el disparatado plan de Aldo Raine y los Bastardos al final es una buena muestra de ello) y se recrea en los momentos más violentos y truculentos. Como película histórica (en el sentido más laxo de la palabra), tampoco faltarán figuras como un histriónico y paródico Hitler o un Goebbels obsesionado con controlar el sentido y el sentimiento patrio de la nación mediante el cine (una referencia más al cine como arma e instrumento poderoso). Malditos Bastardos es cine. Es el mejor cine de Tarantino en los últimos años (con el permiso de los últimos veinte minutos de Kill Bill Vol 2).

Como película de autor, es difícil de catalogar. Malditos Bastardos es una obra maestra muy difícil de alabar. Es un guiño a sus seguidores y a la vez, a los aficionados al cine. No es fácil decir si es o no su mejor obra, de hecho, esperemos que nos continue sorprendiendo y maravillando con películas buenas en un futuro, pero sí se podría decir que es, hasta el momento, el mejor reflejo y resúmen de su corta pero excelsa carrera. Y en Tarantino, a tenor de su pasado cinematográfico, es un grandioso comentario a su favor.




Alberto González



Papá, ¿nosotros llevamos el fuego?

La Carretera es de aquellos libros que perduran en la mente de aquél que se atreve a leerlos. Ya pueda ser por su cruenta y dura realidad, por su excelente prosa o por su significado profundo y ardiente, La Carretera no es una novela de ficción más. Es un alegato a la esperanza sobre todas las cosas. Tamaño significado no es fácil de asimilar, más y cuando, el peso de la razón del mismo libro recae en las desventuras de un padre y un hijo en un mundo arrasado y plagado de la más hiriente y peligrosa miseria humana. Cuando se habló de adaptar la novela de Cormac McCarthy a la gran pantalla, muchos se tiraron de los pelos. Casi ningún estudio quería meterse en camisa de once varas ante una novela tan políticamente incorrecta y peligrosa. Más y cuando, toca temas de formas y maneras en las que solo Cormac McCarthy sabe salir airoso. Tras el éxito de No es País para Viejos y el beneplácito correspondiente de la crítica, el camino estaba hecho. La novela ganadora del premio Pulizter tenía material suficiente como para dar a luz un poderosísimo y sobrecojedor largometraje, pero había que ir con pies de plomo. Aunque fueron muchos los nombres que se barajaron en la dirección del film (se llegó a rumorear que los mismísimos hermanos Coen se pondrían detrás de las cámaras), el peso recayó en un hombre relativamente desconocido, John Hillcoat, que lo único que tenía en su haber era un excelente y extraño western, La Proposición. En la distribución de papeles, también hubo controversia. Si bien nadie ponía en duda que el papel del Padre recaería en el siempre eficiente Viggo Mortensen, hubo muchísimas dudas y problemas al ver que el rol de la Madre, acabaría en Charlize Theron. No por su elección, si no por el supuesto peso que cobraría en la película su personaje (más del que tenía en el libro). Gracias a Dios, todos esos rumores y dudas, han acabado haciendo aguas por todos lados.

La Carretera nos cuenta la historia del viaje por la supervivencia de un padre y un hijo en un futuro post-apocalíptico. Tras un desastre indeterminado (¿y quién necesita saber realmente que pasó?), el mundo tal y como lo conocemos, se desmorona. Los animales mueren, lo que fué verde, ahora es gris. Lo que antes crecía, ahora se pudre. Las ciudades han quedado desiertas, llenas de ceniza y escombros. Los pocos supervivientes, se dedican a viajar como refugiados hacia otros lugares en busca de algo mejor, esquivando y sorteando a las peligrosas bandas de caníbales que pueblan las carreteras. En medio de todo el caos, El Padre (Viggo Mortensen) y el Hijo (Kodi Smit-McPhee) intentan sobrevivir de la mejor manera posible, mantiendo la integridad que caracteriza al género humano.



La Carretera es una película de personajes. El peso de la historia recae en los dos avatares protagonistas, y el desarrollo de la película se basa en sus acciones, pensamientos y recuerdos. La química presente entre Viggo y Kodi es realmente maravillosa. Es tan palpable, real y creíble, que hay momentos en los que piensas que son padre e hijo en la vida real. Jamás en mis años de cine (y se pueden decir que no son pocos) he visto una relación tan bonita y hermosa, tan deliciosamente real, como la que se puede ver en el film. El Padre, una persona supuestamente acomodada a la vida con su esposa en un mundo ideal, se ve forzado a criar solo (tras la negativa y egoísta reacción de su esposa al dar a luz) y llevar hacia un buen lugar a su hijo en un mundo que no se lo pone fácil. Se ve obligado a cargar con el peso de una criatura a la que quiere mostrarle lo mejor de un universo que se desmorona poco a poco e intenta hacerle lo más llevadero posible la elección de vivir en tales condiciones. Es la dualidad entre La Madre (interpretada en los recuerdos del Padre por Charlize Theron) y El Padre, la que nos hará ver como la figura del personaje de Viggo Mortensen es alguien sacrificado, noble y justo ante la adversidad (una persona de principios), mientras que por el contrario, su esposa se refleja como el egoísmo más puro y carnal. Debilidad que también escojen todos los que deciden olvidar todo aquello que nos hacía humanos y caminan hacia la pérdida absoluta del enterismo en pos del más salvaje y despiadado canibalismo, y que está presente y reinante durante todo el film. Durante su viaje, se verán sometidos a durísimas pruebas y situaciones, que revelarán la naturaleza de ambos (el fuego como lo denominan la pareja protagonista). Situaciones, que si en el libro se reflejaban agustiosas, duras o conmovedoras, en su traspaso a la pantalla, se ven aún más demoledoras. Momentos cuando se encuentran con la emboscada de caníbales y El Padre se ve obligado a disparar a uno de ellos (con el consiguiente llanto por miedo, terror y desconcierto hacia la figura de su padre por parte del hijo) o el encuentro con la figura del hombre viejo por la carretera (elocuente y buen personaje interpretado por el gran Robert Duvall).

Es el retrato de la pareja protagonista lo que dota verosimilitud a todo el largometraje, conectando con todo aquél espectador que esté realmente pendiente e identificado con los problemas y visicitudes de ambos. Todos sabemos de la calidad interpretativa de Viggo Mortensen, el cual hace lo que tiene que hacer en todo momento, pero la verdadera revelación de La Carretera se llama Kodi Smit-McPhee. Un tierno infante que arrebatará el corazón de los más duros del lugar, y que tiene momentos en los que está realmente magnífico, conmoviendo con sus miradas, llantos y gestos. Es la inocencia en un mundo vilmente embrutecido lo que hará que te transportes e identifiques con el pequeño mundo que está intentando construír su padre alrededor de él. En definitivas cuentas, una actuación de libro. El chico tiene madera, y no son pocos los que piensan que es el próximo Christian Bale (recordad su papel en la excelente El Imperio del Sol), dado sus duelos interpretativos con un actor de la talla de Viggo. Tiempo al tiempo (aún es pronto para hablar sobre la carrera del niño), pero hay que tener un ojo encima de él.

Para dar ejemplo de que La Carretera es una obra maestra en todos y cada uno de los apartados que toca (y no solo a nivel de actuaciones), decir que estéticamente, La Carretera está a otro nivel. La fotografía de nuestro compatriota Javier Aguirresarobe es digna de admiración, abogando por tonos grises y apagados, sucios y ocres, sin nada de iluminación artificial y dependiendo de los caprichos del astro rey para rodar (si se levantaban las nubes en el set de rodaje, se paraba todo). Tiene algunos momentos preciosos en el término visual, como son un par de planos aéreos alrededor de ciudades devastadas con enormes barcos anclados y estampados en sus calles y edificios o deprimentes paisajes carbonizados donde los árboles se caen uno tras otro. El escenario apocalíptico es un personaje más en La Carretera, es un compañero más de viaje de la pajera protagonista, y como tal, tiene una importancia vital en el desarrollo de la historia.



La Carretera es una obra maestra. Sin rodeos, sin tapujos. No es de fácil asimilación, es una película pesada y de difícil digestión, pero es una muestra del buen cine en tiempos difíciles, y es transportadora de un mensaje digno y puro en momentos convulsos. Es una oda a la dignidad humana cuando la desesperación llama a la puerta. En los tiempos que corren, donde las salas se llenan de personas que se consideran cinéfilas pero se dedican a contar dólares y centavos en los resultados de las taquillas (como los mismísimos directores y jefes de las compañías a las que tanto critican cuando solo miran por el vil metal) y en los que o estrenas tu película en chorrocientas dimensiones o no eres nadie, La Carretera brilla por luz propia. Brilla en un océano de ceniza cinematográfica gracias a sus actuaciones, a su grandioso y eficiente guión (una de las mejores adaptaciones jamás vista) y a una estética y fotografía digna de admiración. La Carretera es una de esas películas ignoradas, casi de culto, que con el paso del tiempo, serán recordadas como joyas de su tiempo, cintas que no tuvieron la suerte ni la publicidad necesaria para ser recordadas por el gran público (ni por la crítica, como es evidente dada su no inclusión en ninguna de las candidaturas a los Oscars), pero que perduran en las retinas y corazones de todos aquellos que en su momento apostaron por ella. Ahora es el momento de reflexionar y pensar seriamente, si uno lleva el fuego cuando nos referimos a eso de amar el cine haciéndolo perdurar mediante el recuerdo y la honra o si por el contrario se encuentra en el colectivo devorador de las películas espectáculo cuales caníbales cinematográficos. Si está entre los primeros, no se la pierda. Lo agradecerá.



open.spotify.com/album/0w9ZV8fOJuCXb9MqHPkTKG

La banda sonora es simple pero emotiva, a cargo de la pareja que nos brindó la excelente pista de audio de El Asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, Nick Cave y Warren Ellis.

Alberto González



Soy el amo de mi destino; Soy el capitán de mi alma


Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me econtrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.


Invictus es la última creación de ese mastro de directores que es Clint Eastwood. Basada en el libro de John Carlin (Playing the Enemy: Nelson Mandela and the Game that Made a Nation), la película narra los problemas del nuevo presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, y sus acciones y movimientos para gobernar un país dividido por las vicisitudes de un imperante racismo aletargado en la sociedad africana tras años de opresión. Usando el deporte (el rugby) como principal caballo de Troya para sus objetivos (evitar el odio de la minoría blanca afrikaner), el destino de la nación africana cambiará para siempre una vez la pelota se ponga en juego.

La película del genial director de Million Dollar Baby y Gran Torino, juega constantemente con los estilismos propios del más común de los biopic. Consigue enaltecer la figura del presidente Nelson Mandela tras su paso por la prisión y enarbola sus característicos movimientos en contra del racismo. Durante gran parte del metraje, veremos una detallada (aunque algo insulsa y falta de motivación) descripción de su rutina en los primeros años y días de su mandato, consiguiendo (a duras penas) establecer una conexión de la figura que actua como principal baluarte de la película y el espectador. Eastwood no logra reflejar del todo el poder iconoclasta que tiene Mandela (que Morgan Freeman interpreta con bastante lucidez, dicho sea de paso), y finalmente fracasa a la hora de establacer una base fuerte o consistente entorno al popular mandatario negro. Lo que podría haber sido una apreciación excelente a la figura de Mandela para contar lo que pasó aquellos días por Sudáfrica, se queda en un simple y facilón acercamiento. Un personaje tan complicado, enrevesado y astuto como Nelson Mandela, debería haber contando con una mayor fuerza en el reflejo de sus actividades a la hora de enfrentarse al problema que se plantea en la película. No es que se reclame un biopic absoluto (eso sería aburridísimo y en cierto modo, inviable), pero si una mayor complejidad de la que se ha pasado con bastante deferencia. A fin de cuentas, hay momentos en los que parece más un aficionado al deporte que el verdadero motor de uno los movimientos más arriesgados y lúcidos de la historia de la política. Aunque lo comentado no es problema para Invictus en el conjunto de su alegato, si es cierto que lastra gran parte del potable resultado que tiene en el resto de sus apartados.

El peso de la película (y por ende, los mejores compases de la misma) acaba recayendo en el (una vez más) impresionante Matt Damon, verdadero artífice de los momentos más lúcidos, interesantes y completos de Invictus. Matt Damon, que da vida al capitán de la selección sudafricana de rugby Francois Pienaar (conocidos comos los Springboks), es la herramienta usada por Mandela para atar los últimos cabos de una nación dividada tras años de apartheid. En una maniobra criticada por sus mismos compatriotas y electores, la selección se volverá un sinónimo de unidad nacional tras haber sido un símbolo del racismo y la superioridad afrikaner sobre el pueblo negro. Y es ahí donde Invictus sale victoriosa. Momentos como el primer contacto del equipo con los chicos de los barrios más marginales y empobrecidos del país, la visita de Mandela a los entranamientos, toda la alegoría a la libertad presente en el poema (y en el himno) que dá título a la película o el contraste del odio de la población negra al más maravilloso de los apoyos (a destacar como al principio hay un pequeño que no quiere llevar el polo de la selección por miedo a represalias de sus amigos y al final acaba celebrando con ahínco los resultados de la misma selección), consigue que Invictus sea algo más que un sesgado y sencillo biopic de Nelson Mandela. A fin de cuentas, uno de los mensajes que están impresos en el código genético de la película, es que es el deporte lo que nos hace iguales en el fondo de la cuestión. Es el espíritu de unión ante la adversidad y un enemigo común (aunque esté en el terreno de juego y sea un adversario meramente ficticio fuera del plano deportivo) los que nos hace iguales y compatriotas. Los que nos hace compañeros de equipo. Compañeros bajo unos mismos colores. El verdadero factor humano dentro de toda la ecuación que se plantea en Invictus.



Invictus esconde en su interior una referencia más al cine rompedor de barreras y segregaciones raciales del que hace gala Clint Eastwood durante toda su carrera. Ya vimos el fuerte sentimiento unitario del mismo en la excelentísima Gran Torino, tocó levemente el tema en aquella obra maestra del western llamada Sin Perdón (el personaje de Morgan Freeman pasaba por un mundo de blancos sin el menor atisbo de diferencia por el color de su piel) y lo volvemos a ver en la presente obra. Invictus es un claro alegato a la superación del ser humano, a la necesaria sensación de unidad a la hora de enfrentarnos a grandes problemas y desafíos, sin importar el color de piel, idioma o credo. Es en los momentos ya citados anteriormente, donde aparece levemente (pero con gran fuerza audiovisual) dicho leitmotiv de la obra eastwoodiana de los últimos tiempos. Uno no puede evitar rendirse ante ciertas secuencias de corte clásico (curiosamente casi todas agolpadas hacia el final de la cinta, donde también puede verse un cambio de ritmo bastante evidente a fin de cuentas de resolver toda la trama) contadas y narradas con un pulso propio de Eastwood, y acompañadas por las omnipresentes melodías étnicas habituales en las películas ambientadas en el continente.

El cine es el arma más poderosa a la hora de transmitir ideas, pensamientos, críticas o sentimientos. Es una herramienta potente que consigue llevar directamente a la psique de los espectadores aquello que el director o creador desea. Es tan útil y eficiente, que cuando se consigue aquello que se intenta plasmar (y no siempre todos los realizadores lo logran), el gérmen enviado desde el proyector a nuestras retinas, queda grabado a fuego en el alma de todo aquél que se deje llevar por el medio cinematográfico. Clint Eastwood es uno de los pocos directores que pueden alardear de hacerlo, y aunque el resultado en Invictus es bastante irregular, el núcleo de la idea que pretende transmitir a la audiencia, llega perfectamente a poco que el espectador tenga cierta inquietud a la hora de enfrentarse al largometraje como algo más que un mero entretenimiento. Y eso, en la era del espectáculo, las 3D y demás parafernalias más propias de la feria y el circo, es muchísimo.

Alberto González

Actualizo el post con la Banda Sonora Original:



(Copiad el siguiente enlace en vuestro navegador, pinchad en él, y tendréis el disco para escucharlo mediante Spotify)

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Publicado: 14:00 30/12/2009 · Etiquetas: critica, critica, zombies, pelicula, Ruben Fleischer, zombieland, guia de supervivencia · Categorías: Opinion Personal : FagoCineTosis


"Bienvenidos a ZombieLand"

Cuando se encuentran ideas originales entre secuelas, adaptaciones y plagios descarados de películas anteriores pero con más bombo y artificio, siempre suelen parecer mejor de lo que realmente son. En un año bastante movidito en cuanto a temática de terror y gore (sobre todo en circuitos menos comerciales), es difícil destacar. Y más si eres un director novel, como Ruben Fleischer. Tener una idea original, conseguir el presupuesto y los actores indicados para llevarla a cabo, lograr que todo acabe plasmado en la pantalla de la mejor manera posible y para colmo, no traicionar tus principios consiguiendo una buena película sin presiones ajenas (muy propias de los primeros films a los que se enfrentan un director recién salido del cascarón), es muy difícil. Muy pocos pueden alardear de ello.

Ruben Fleischer ha demostrado en sus contactos y entrevistas con la prensa, que es un hombre bastante curtido cinematográficamente, y eso se nota. Él mismo ha declarado varias veces que es un director con gran cariño y pasión por otros grandes realizadores, como pueden ser Sergio Leone o el mismísimo George Romero (éste último, padre del concepto de zombie y de muerto viviente tal y como hoy conocemos). Ruben Fleischer se identifica con ellos, incluso se atreve a decir que en cierta manera, sus películas son homenajes a su forma de rodar y contar historias. Un hombre que ame a Sergio Leone, no puede ser malo, la verdad. Otra cosa es que dichas aficiones y gustos se plasmen con coherencia o verosimilitud en la pantalla (cosa que no pasa en "ZombieLand"), pero el tenerlos de maestros de fondo y cabecera, siempre reconforta en una época de genios encumbrados, dioses caídos y geniecillos de tres al cuarto.

"ZombieLand" nos propone una idea fácil y bastante trillada en cuanto a punto de partida. Todo el mundo ha caído bajo una epidemia que vuelve locas a las personas. Las convierte en zombies con ansias de carne y sangre. Así pues, todo rastro de civilización, de vida humana organizada, de todo lo que conocemos, ha desaparecido en cuestión de días y horas. En tal caótica y apocalíptica situación, muy pocos son los que logran sobrevivir sin cometer errores, fallos o descuídos. Hay que tener la máxima concentración para tener una oportunidad de vivir y no caer presa de las hordas de zombies (o infectados, vayamos a tener problemas o disgustos) que reinan en las calles y autopistas. Para ello, nuestro protagonista, interpretado por Jesse Eisenberg (al que ya vimos en la excelente "Adventureland"), idea y escribe una serie de reglas básicas para sobrevivir. Dichas reglas (que serán el principal leitmotiv durante toda la película y a las que no faltarán las referencias pertinentes según en que momentos), son mostradas de una forma tan original como novedosa, y se convierten en uno los aciertos más interesantes y buenos del film. Presentadas con pequeños sketchs y situaciones, mostrarán los aciertos y logros (así como los fallos) de las personas que las cumplen y las que no. Divertidas, y muy realistas. Y lógicas. Al fin y al cabo, dichas premisas son simplificaciones de las ya vistas en el maravilloso libro de Max Brooks "Zombi - Guía de superviviencia", publicado hace bien poco en España.



Así pues, siguiendo dichas reglas, Jesse Eisenberg acabará topando con el típico tipo duro. Un hombre curtido, peligroso y que se ha forjado así mismo en un mundo reinado por los zombies y que se desmorona por momentos. O eres fuerte, o te comen. Quizás ésta sea la referencia al cine de Leone (tipo con sombrero que baja de un caballo o coche, con un rifle entre manos y de muy pocas palabras), pero no queda demasiado claro para la audiencia. Sin apenas intercambiar palabras (se nombran como capitales de Estado y ciudades de los Estados Unidos para evitar intimar demasiado), Tallahassee (encarnado por el siempre eficiente Woody Harrelson) aceptará tutelar durante un tiempo a nuestro desdichado protagonista (Columbus desde ése mismo instante). A partir de dicho punto,"ZombieLand" adopta el estilo de una divertida y disparatada road movie de situación con zombies de por medio. A semejante pareja, no le faltará la compañía fémina: Emma Stone (Wichita en el film) y Abigail Breslin (Little Rock), harán la réplica por parte del sexo contrario. Si al principio de su aventura la tensión es tan palpable que se puede cortar con un cuchillo (ambas mujeres son de armas tomar), conforme avanza la película, te irás dando cuenta de como cada protagonista evoluciona lentamente, e incluso, te llegarás a sentir identificado con alguno de ellos en según que lugares y situaciones. Cada personaje tiene unos roles bien definidos y diferenciados, y todos irán cambiando y adaptándose al mundo que les toca vivir, y por ende, a las personas que el destino les ha dado como compañeros. Si bien es cierto que no explora plenamente lo que podría haber dado de sí una película de tales características, llega un momento en el que el espectador más avispado se dará cuenta, de que la premisa subyacente durante todo el metraje (sin contar la mera supervivencia), es la aceptación por parte de alguien. El miedo a sentirse solo o desamparado en un mundo tanto o más cruel que el actual. Y eso hace a "ZombieLand" increíblemente arrebatadora. Ya vale de películas de zombies con mensajes profundos. En la sencillez de las historias, muchas veces, radica su grandeza.



"ZombieLand" es al humor americano y su forma de hacer cine, lo que fué en su día Zombies Party a sus homólogos ingleses. De hecho, las comparaciones entre ambas películas estarán a la orden del día, compartiendo ciertos lugares comunes (obviando la brutal diferencia entre culturas y estilos de vida así como formas y técnicas de rodaje) y recursos argumentales. El director de la presente "ZombieLand" ha evitado y esquivado las odiosas comparaciones en todas sus declaraciones y comentarios sobre su película, pero la yuxtaposición de los dos films es tan evidente, que bien podría darse a estudio en alguna que otra escuela de cine.

Si argumentalmente es bastante correcta, en el plano técnico, es soberbia. "ZombieLand" arranca poderosísima con unos títulos de crédito realmente inspirados y acompañados de una banda sonora de infarto. Los recursos visuales y estéticos sorprenderán durante toda la cinta (increíble lo bien mostradas e integradas que están todas las reglas en casi cualquier escena en el metraje), y son todo un acierto narrativo de cara al espectador. Con respecto a la banda sonora, no faltarán ni temas melódicos y composiciones relajadas propias de la América más country y profunda, ni canciones rockeras de pura cepa. El nivel conseguido en el plano musical y técnico es realmente digno de admiración, y recuerda vagamente al presentado por otros directores como el mismísimo Zack Snyder en sus películas (El Amanecer de los Muertos y Watchmen traían ambas un buen compendio de excelente gusto musical). Grupos como Metallica y Blue Oyster Cult, a cantantes como Paul Anka o Willie Nelson. Un dulce equilibrio que engrandece aún más a la película en cuestión.

"ZombieLand" es una maravillosa película de zombies, contiene una historia sencilla y algo romántica (que se desinfla algo hacia el final), pero es a su vez, también una buena comedia de carretera. Con un buen reparto ( cuenta con un asombroso cameo de alguien al que muchos profesan una admiración absoluta ), un casi perfecto plano técnico y una banda sonora digna de escuchar, "ZombieLand" es una película que no debe perderse el buen amante del género de zombies y que también puede llegar a gustar al que jamás se ha atrevido a adentrarse en el. ¿Podría haber sido mejor? Posiblemente, pero el resultado es a todas luces, envidiable, y quizás, es bastante probable, que algún día se encuentre como cierto referente del género. Muy recomendable.

Alberto González



Os dejo con el link a gran parte de las canciones de la película en una lista de reproducción propia por parte de Spotify

Copiad el siguiente enlace en vuestro navegador, pinchad en él, y tendréis el disco para escucharlo mediante Spotify)

open.spotify.com/user/scarecrow_marta/playlist/1lPa7TF4PDVDVEZfY3a8AE

¿Habéis visto "Avatar"? Recordad que podéis comentar lo que os pareció, así como leer la crítica de la misma película, en la siguiente entrada.

Publicado: 15:27 26/12/2009 · Etiquetas: critica, avatar, james cameron, sam worthington, pandora, 3D, cine en 3D, navi · Categorías: Opinion Personal : FagoCineTosis


"Chicos, ya no estáis en Kansas. Bienvenidos a Pandora"

Hay proyectos, ideas e ilusiones, que se mantienen durante muchísimo tiempo en las cabezas de miles de personas. Conceptos que maduran, evolucionan y se mantienen en la imaginación de su creador. Luego, al plasmar tal torrente imaginativo y creativo, las cosas pueden salir bien, regular o mal. "Avatar" es la última película del director James Cameron, cineasta que ha tocado varios géneros con resultados geniales en todas y cada una de sus incursiones. Nos brindó las dos primeras partes de la saga de ciencia ficción por excelencia, "The Terminator". Nos alistó al servicio de Marines Coloniales para luchar una amenaza alienígena desconocida en "Aliens" y nos maravilló con la faceta cómica del héroe de acción Arnold Schwarzenegger en "Mentiras Arriesgadas". Pero su obra maestra, la película por la que nadie daba un duro, se presentó allá por 1997, sorprendiendo a propios y extraños: "Titanic". La película en la que el mismo se excuso con un lacónico "la rodé para hundir el barco", demostró lo que se había ido intuyendo a lo largo de su corta pero bien formada carrera: que era un director con un pulso narrativo impresionante.

A James Cameron le da igual plantearte durante viente o cuarenta minutos la presentación de sus personajes protagonistas. En "Aliens", desarrolla durante casi media hora la situación, vida y costumbres de un escuadrón de militares. Te presenta a los integrantes del equipo, los reconoces y llegas a creer que los conoces de toda la vida. En "The Terminator" y "The Terminator 2: Judgment Day", ocurre exáctamente la mismo. Plantea una situación durante gran parte del metraje, la desarrolla y luego, la resuelve. Todo ello se volvió casi perfecto en "Mentiras Arriesgadas" y se convirtió en magistral en la ya comentada,"Titanic". Por eso, cuando se habló de que su siguiente proyecto sería una obra de ciencia ficción, los comideros de revistas y periódicos del mundo del cine, se dispararon. Aún internet no estaba asentada, y las legiones de fanáticos que vendrían más tarde (sí, aquellos en los que el sentido crítico brilla por su ausencia), no habían hecho piña.

Han sido años de cambios, rumores, cancelaciones y retrasos en la concepción del difícil y complejo mundo de "Avatar". No fueron pocas las voces que se levantaron a animar la cancelación y termino de semejante producción. El presupuesto se disparó unas cuantas veces, y la utilización de la tecnología necesaria y pertinente de la cinematografía en 3D, adquirió un peso determinante. El mismo James Cameron fue consciente del material que podría llegar a tener entre manos cuando terminó de rodar "Titanic" y se puso a rodar documentales con tecnología IMAX. Sabía que era capaz de dar un salto mayor, y que las herramientas necesarias, de no estar disponibles, se tendrían que crear. Pero era el siguiente paso, el siguiente nivel. Cineasta aventurero en cuestiones técnicas (revolucionó el mundo de los FX por ordenador con la segunda parte de "The Terminator" y el impresionante terminator de metal líquido, T-1000), se armó de valor y de una fuerte inyección monetaria y se equipó con las modernas cámaras PACE Fusion 3D HD, unos enormes mastodontes que montan un doble objetivo y graban la imagen en Alta Definición y en tres dimensiones. Todo estaba listo. James Cameron tiene su tecnología, ha gestado durante más de una década un universo propio y ha preparado (según él) "a consciencia el guión".

Guión, que a priori, es sencillo. "Avatar" nos propone viajar a un mundo conocido como Pandora, donde los seres humanos han encontrado un preciado mineral que se vende a un alto precio en el mercado. Allí toparán con una raza tribal conocida como los Na´vi, criaturas de aspecto felino de más de dos metros de alto, difíciles de matar y muy testarudos y territoriales. Durante años, los científicos y la delegación militar han intentado buscar una solución medianamente pacífica al eterno conflicto, con programas de educación y pacificación, pero la cosa se estancó. La principal baza del programa, es utilizar los cuerpos genéticamente modificados (con ADN humano y Na´vi) llamados "avatares". Con ellos, el choque de culturas es mucho menor, y se pueden conseguir mejores resultados en los estudios de la flora y fauna, aparte de otorgar libertad y seguridad en el complicado entorno de Pandora. El destino hará que Jake Sully (interpretado por Sam Worthington), un militar paralítico, llegue al maravilloso y peligroso mundo de Pandora y cambie su vida para siempre.



El trabajo de creación de Pandora ha sido realmente complicado. Weta Workshop, Weta Digital e ILM han trabajado durante años en crear un universo verosímil, rico y variado, dotado de personalidad propia. Pandora es un planeta que vive bajo la órbita de Polifemo, un planeta enorme, de gran parecido a Júpiter. Pandora tiene una atmósfera peligrosa, llena de gases muy tóxicos para la vida humana (deben ir con máscaras de gas si salen al exterior), y que da como resultado, que las criaturas que viven en semejante entorno, sean enormes y potencialmente peligrosas. La gravedad es muy parecida a la que tenemos en la Tierra, si bien hay un cierto punto del planeta, donde por influencia del alto poder de atracción gravitacional de Polifemo (el planeta que abraza a Pandora), dichos parámetros no son del todo exactos. Allí las rocas y montañas flotan, y los instrumentos de navegación se vuelven locos. En Pandora, aparte de los indígenas Na´vi (que viven en varios puntos del planeta, con diferencias culturales pequeñas entre dichos grupúsuclos), habitan una serie de criaturas salvajes, como los Thanator o los Banshees. Los primeros son unos enormes depredadores muy territoriales, con gran parecido en costumbres y vida a las panteras de la Tierra, y los segundos, enormes pájaros que surcan los peligrosos cielos de Pandora. También tenemos peligrosas y bellas plantas, árboles de miles de metros de altitud o enormes y tempestuosos océanos. Si algo hay que agradecer a James Cameron, es la impresionante muestra de poderío e imaginación que representa Pandora en sí misma. Sin ir más lejos, el mismo director, cuando solían preguntarle donde había estado durante tanto tiempo, simplemente respondía: "He estado en Pandora". Weta Digital y Weta Workshop han dado a luz un mundo tan realista o más al que vimos en el 2005 con "King Kong" de Peter Jackson.

El punto de partida de la historia, como habéis visto, es simple, y Cameron no se preocupa en (una vez más) plantear y presentar la situación durante gran parte de la primera mitad de la película. Con la excelente voz en Off de Sam Worthington (Jake Sully en el film), coloca a los personajes, nos muestra levemente sus carácteres y personalidades y los pone a danzar entre selvas y bichos. Una situación que podría ser un excelente inicio para la posterior aventura, pero que, conforme avanza el reloj, uno se acaba dando cuenta de que es un simple pretexto para una historia demasiado común y tópica. De hecho, la historia apenas avanzará hacia los derroteros propios del cineasta (grandes nudos y mejores resoluciones), y acabará siendo un refrito y pastiche argumental de otras películas, dando un resultado bastante dispar en según que situaciones. Si bien todos partíamos de que nos enfrentábamos ante la conocida historia de "choque entre dos culturas con historia de amor de por medio" tan vista en el cine ("Bailando con Lobos", "Pocahontas", "El Nuevo Mundo" o incluso aquél bodrio de animación australiano, "FernGully"), conociendo a Cameron, bien podríamos haber esperado algo más, algún toque de genialidad extra.

Pero no ha sido así. Los personajes excelentemente presentados y caracterizados (con una especial atención y mención a Stephen Lang como el omnipresente coronel y a la siempre excelente Sigourney Weaver) son meras marionetas de fondo para la historia de amor entre Jake Sully y su avatar, y la indígena Na´vi, Neytiri (encarnada por Zoe Saldana). Historia de amor que vivirá absolutamente todos los momentos que esperáis ver. Tendremos momentos de enseñanza, de aceptación, de confrontación y choque cultural...Con lo que volvemos al punto de partida. Es exactamente lo mismo de siempre. En los tiempos que corren, es muy difícil pedir originalidad a una historia cinematográfica, pero de vez en cuando, se dá dicho "rara avis". Una película que sorprenda, que cambie, que modifique, o que simplemente, muestre una evolución real de un género determinado. Películas que muestran pequeñas pinceladas que hacen diferenciar el tronco principal de una película del resto. Que las eleva a un nuevo nivel. Y son dichas pinceladas, esenciales en el cómputo global, las que acaban levantando a la cinta en cuestión del resto de sus compañeras de género y medio. Lo que acabo de decir podría haber pasado con "Avatar"; Trístemente, no ha sido así. Pues si estáis esperando que durante la película se encuentre algo a nivel argumental que la convierta en diferente, en algo nuevo, estáis muy equivocados. Si bien es cierto que "Avatar"sigue la típica construcción de una película de James Cameron (buen planteamiento, un nudo complicado y una resolución magnífica) es la falta de genialidad en la historia de amor y su absoluta sensación de deja vu la que echa al traste el principal nudo del film. También tenemos un cierto transfondo ecológico bastante diluído durante gran parte de la obra, pero que cobra un especial protagonismo conforme se acerca el clímax final, y que como bien han apuntado determinados críticos, es una copia casi perfecta (un fusilamiento literal de la idea y del planteamiento) de la moralina que nos brindó el maestro Hayao Miyazaki en "La Princesa Mononoke", que por cierto, también tiene una historia de amor entre dos personas de diferentes mundos y costumbres. ¿Casualidad? Probablemente.



Y ojo, no se debe a que los efectos visuales nos tiren hacia atrás. Al contrario. El nivel técnico y visual de "Avatar" es absolutamente intachable, como ya hemos comentado anteriormente. Los Na´vi son creíbles, tangibles, y las reacciones y actuaciones de los actores son reconocibles. Sabrás que hay una persona detrás de cada bicho azul, y que sus gestos, miradas y actos son reales, y no animaciones baratas o capturas de escaso trasfondo. Se aprecia que hay un laborioso trabajo detrás, y es por eso, por lo que la sensación agridulce es aún mayor. Uno no se puede olvidar que teniendo en cuenta la laboriosa concepción de tremendo universo y de semejante tecnología, la historia tendría que haber estado a un nivel mucho mayor. No se puede decir en que la historia es una simple excusa para demostrar la tecnología de la que se dispone. Eso lo hacen directores chusqueros y facilones, como Michael Bay (que ha ido vendiéndose progresivamente en su carrera). James Cameron es un director que supedita los efectos especiales a la historia, si bien demuestra tener siempre a mano los mejores medios disponibles. Si seguimos la excusa barata que muchos han blandido como defensa a la escasita historia de "Avatar", "Transformers 2" no hubiera sufrido semejante paliza por parte de la crítica o los espectadores, pues de efectos especiales funciona a un nivel brutal, y de historia, pues mejor dejarlo. Es muy difícil, pero hay que tener criterio y ser consecuentes. Y lo digo por todos: ni "Avatar" es una obra maestra como muchos han dicho, ni es un bodrio de proporciones bíblicas. Simplemente, falla donde no debería de hacerlo. "Avatar" solo tropieza ahí (a nivel argumental y de construcción de guión), y se podría decir que ni falla, pero es que sus niveles artísticos, técnicos y visuales son tan grandes, que un simple bajón o descuido en cualquiera de los otros aspectos, se nota el doble. Y más viniendo de quién viene. "Avatar" podría haber sido una oportunidad excelente para mostrar una historia, (que si bien no puede eludir los compromisos de la manida y vista historia de amor entre personas de diferentes mundos) de nuevas oportunidades, de redención y de la oportunidad de una nueva vida para todo aquél que ya la perdió (en relación directa al protagonista de la cinta).

Y es un problema, que verdaderamente, se podría haber solucionado. Es decir, si la película cuenta con una buena base de actores, un gran comienzo y una serie de historias de trasfondo bien planteadas (tal y como se puede ver en los primeros y excelentes veinte minutos del comienz), no es difícil desarrollar una historia personal del protagonista principal. En cambio, se nos cuelan una serie de "capítulos" narrados mediante el videoblog de Sam Worthington , recurso, que bien presentado podría haber ayudado a la película para tener una narración coherente y para nada desprendedora de la sensación "Deux Ex Machina" que va dejando el film conforme avanza. En "Avatar" los personajes desfilan, hacen cosas y luego tienen un final. Pero no te importa, no te sientes identificado con ellos. Y vuelvo a repetir, los actores no lo hacen mal, pero sus personajes, no son nada. Son simples y llanos "maniquíes". Y eso mata a la película, pero no solo a la presente "Avatar", si no a cualquier film que se precie . Si no te identificas y tienes una relación con un personaje o con su historia, no te sientes preocupado o emocionado por él pase lo que le pase. ¿Qué muere fulanito? No nos importa. ¿Qué fulanito al final se acaba convirtiendo en un aguerrido ecologista y activista? Vale. "Avatar" tiene un par de momentos muy espectaculares en cuanto a secuencias (y casualmente, una de ellas es prácticamente al inicio) y la otra casi al final. Secuencias en las que aparece levemente el talento de Cameron, y que al buen aficionado al cine, le servirán para dos cosas: La primera, para levantar el puño en alto y decirle a todos que aún queda gente que sabe rodar bien secuencias de acción, y la segunda para cagarnos en el mismo hacedor de la película por no demostrar con mayor ahínco eso mismo en el resto del metraje.

Dejando la historia como principal problema, todo lo demás es impresionante. El uso de las cámaras 3D PACE Fusion nos ofrece escenas visualmente impactantes (sobre todo en profundidad de campo), y por primera vez, nos aleja un poco del concepto de atracción de feria tan común en el cine en tres dimensiones. "Avatar" usa la tecnología para ofrecer y sugerir, y no para asombrar al respetable con trucos baratos. Tendremos escenas donde podremos casi tocar cualquier objeto que se presente en la habitación, otras donde las flechas saldrán de la pantalla o donde creerémos apreciar todas y cada una de las hojas del árbol que tendremos delante. El uso del 3D, si bien puede parecer testimonial en la gran mayoría de las escenas, es lógico y no abusivo, y se agradece, pues muchos nos temíamos que las salas de cine se convertirían en los nuevos puestos ambulantes de los feriantes del siglo XXI. Aún así, tened claro que todo esto se usará para vender más teles, más reproductores y más videojuegos. Una cosa no quita la otra.


¿Es entonces "Avatar" la revolución cinematográfica que todo el mundo esperaba? Es complicado de saber y concretar. A nivel técnico, estoy seguro de que lo es. Ha cambiado el concepto de rodaje y de post-producción visual. Han cambiado el concepto de efectos visuales. Ha elevado tales construcciones artificiosas a un nuevo nivel, y eso se nota. Lo vimos con Gollum en "El Señor de los Anillos" y lo volvimos a ver con "King Kong", ambas del director neozelandés Peter Jackson. Pero James Cameron podría haber dado mucho más de sí. Quizás su excelente carrera juega en su contra, y las expectativas (levantadas por todos, incluído el mismo director) han sido demasiadas altas, y eso ha podido matar a la película. Película, que vuelvo a repetir, no es en absoluto mala, pero no es lo que podría haber sido de arriesgar un poco más o trabajar levemente el guión en aquellos puntos que falla estrepitosamente. Es cierto que la historia pondrá en su sitio a todos, y hasta que no pase el tiempo prudencial desde su estreno, no sabremo si es o no la revolución y el clásico que muchos dicen ver. ¿Hay que ir al cine a verla? Absolutamente, y sobre todo en una sala 3D.



El cine en 3D es una tecnología que si bien lleva con nosotros desde hace mucho tiempo, acaba de empezar su segunda juventud, y es difícil saber si dentro de uno o dos años, veremos nuevos resultados a la altura de la presente película, o incluso superiores. Lo que sí podemos afirmar sin temor ninguno, es que "Avatar" es la mejor película a nivel técnico que jamás se ha proyectado en sala alguna, y que ha abierto el camino al cine del futuro. Y por ello, es una experiencia que nadie que admire o aprecie ligeramente el cine, debe perderse. Y la sensación es agridulce, pues personalmente, me hubiera encantado decir "Cameron, lo has vuelto a hacer" y poder contar con una nueva obra maestra en su excelente (y ya no perfecto) historial cinematográfico. Una lástima.

Alberto González



open.spotify.com/album/1H81jGoWeLI8ufq42GfDPn

(Copiad el siguiente enlace en vuestro navegador, pinchad en él, y tendréis el disco para escucharlo mediante Spotify)

   * James Horner – “You Don’t Dream in Cryo….” (track length: 6:09 minutes)
   * James Horner – Jake enters his avatar world (5:24)
   * James Horner – Pure spirits of the forest (8:49)
   * James Horner – The bioluminescence of the night (3:37)
   * James Horner – Becoming one of “The People” Becoming one with Neytiri (7:43)
   * James Horner – Climbing up “Iknimaya – The Path to Heaven” (3:18)
   * James Horner – Jake’s first flight (4:49)
   * James Horner – Scorched earth (3:32)
   * James Horner – Quaritch (5:01)
   * James Horner – The destruction of Hometree (6:47)
   * James Horner – Shutting down Grace’s lab (2:47)
   * James Horner – Gathering all the Na’vi clans for battle (5:14)
   * James Horner – War (11:21)
   * Leona Lewis – I See You (Main Theme from Avatar) (4:20)

Como nota, os diré que James Horner ha parido una BSO excesivamente parecida a la vista en "Troya" y con demasiadas influencias de otros compositores como James Newton Howard o Hans Zimmer. Hay pistas en las que dichos toques, son bastante descarados y obvios a poco que se tenga un cierto oído musical.

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