La felicidad se mide en "equisdé´s"

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Publicado: 13:05 18/07/2007 · Etiquetas: electrocity, julian, quijano, cuento · Categorías:
Esta es una serie de cuentos escrita por Julian Quijano (Junjos en el foro). Aquí os pongo el principio, una pequeña parte, de 'Electrocity'. Si queréis continuar leyéndolo, dejad vuestro email en los comentarios o agregadle al msn: junjos@hotmail.com

         
ELECTROCITY

       
PRIMERA PARTE
CIELO NUBALDO

   
   
Retrato de una manzana podrida


Otro día más en Electrocity. Sale el sol, a pesar de que la gente no lo sabe muy bien; gracias a la colaboración de las miles de fábricas que están día y noche escupiendo humo en pleno centro de la ciudad el cielo es color ceniza a todas horas. Pero si llegas a ver la humeante y gaseosa bóveda gris que cubre Electrocity puedes considerarte un hombre con suerte, ya que resulta difícil ver más allá de los colosales edificios que devoran la urbe. Millares de calles conectan a los edificios entre sí, avenidas a cientos de metros sobre el verdadero suelo de la ciudad. Las farolas y otros tipos de luces artificiales inundan la vista de la gente. Ya no corre el tiempo en Electrocity ¿Día? ¿Noche? Aquí no hay diferencia.
El aspecto de la ciudad varía según el nivel (los pisos a distintas alturas marcan la diferencia), pero en general es siempre el mismo. Sal a pasear, mas no busques el silencio, no lo vas a encontrar. Miles de ruidos atacan sin
piedad a Electrocity, repetitivas melodías que de melódicas tienen
poco, sonidos reiterados con suficiente ritmo para hundir en trance a
los oyentes. Te roban el cerebro a tiempo completo ¿El dinero? No hace
falta que te saqueen de manera tan burda, en Electrocity tus bolsillos
van a ser unos bulímicos perdidos. Que se jodan. Los semáforos te
inducen a comprar accesorios, muchas ventanas dejaron la transparencia
para retransmitir publicidad constante, te van a vender de todo. Y la
gente compra, no intentes negarte, sólo perderás tiempo; aprovecha ese
tiempo en comprar más cosas.
Ignoremos los niveles más altos, habitados por magnates, familias ricas que, como ángeles urbanos, resultan intocables para la plebe. Vamos más abajo, más allá de esos niveles de ensueño, más abajo también que los niveles de los ejecutivos adinerados, más abajo incluso que los pisos destinados a los obreros de Electrocity, seres aparentemente exentos de alma o voluntad. Vamos aún más abajo, a la zona más extensa y poblada de toda la ciudad: los niveles de las clases medias y bajas de la ciudad, y los niveles inferiores, los suburbios. Son en esos dos cúmulos de niveles donde habita la mayoría de ciudadanos. Todo habitante desea escapar de su entorno y medrar en pisos más elevados, dignos y nobles. Pero volvamos a los bajos y superpoblados niveles que acabábamos de citar.
La gente en esa zona vive en constante desespero, sueñan con la fama y el individualismo. Las calles de Electrocity son desfiles de rarezas, pelos de colores que no sabrías nombrar, tatuajes que representan sueños que jamás llegarás ni a imaginarte, ojos que giran de maneras confusas; veras pinchos donde nunca antes pensaste que los verías. Pero son devorados por su excentricismo forzado, gente gris que intenta dibujarse sonrisas con crayones, se hunden en horribles obsesiones por demostrar que son distintos al resto.
En Electrocity la gente se chuta con Felicidad. Busca en cualquier callejón y podrás conseguir una dosis suficiente para auto engañarte durante unas horas.
Y el arte… El arte se mezcla con lo grotesco hasta el punto en el cual
resulta complicado separar las dos cosas. Ahora quizá la moda sea colgar de en el portal de las casas frascos con fetos con narices de payaso. Modas para sentirse diferente, una de tantas paradojas que atestan la ciudad. Así
funcionan las cosas en Electrocity; pero cuidado, puede que dentro
de cinco horas la moda haya cambiado. Prepárate. No querrás ser vulgar
e ignorante ¿No? Hay patos con poesías escritas en sus cuerpos, puertas
forradas con piel humana, gente que se amputa la nariz para estar in.
El arte y la moda no tienen límites en Electrocity.
La gente nace, sufre, muere. Nadie es verdaderamente relevante.
Nadie importa a nadie realmente. En Electrocity no hay libros de historia, la gente se concentra tanto en destacar, en ser recordado, que al final no tienen tiempo para recordar a ningún otro ser vivo.
Pero no por eso dejan de luchar por lo que quieren.
Y es que en Electrocity no pasa nada por soñar un poco; es algo relativamente barato si sabes donde consumir.
   
   
   
   
Perro de un perro

Alberto entra, paso cansado y cara larga, en uno de esos bares de los suburbios a los que, en otras circunstancias, nunca iría.
Se dirige directo a la barra donde está el barman, un hombre gordo y algo grasoso que sin embargo parece no ser especialmente idiota; lleva un parche en el ojo y a veces deja de limpiar vasos para hacer una pequeña incursión en sus orejas y quitarse algo de cera.
Alberto quiere un buen trago y alguien que le escuche.

─ Buenas vaquero ¿Qué te pongo?
─ Dame lo más fuerte que tengas.
─ Marchando ─el barman comienza a preparar la bebida y se gira para darle charla al deprimido cliente─ ¿Pasa algo?
─ Sí, mi jefe es un perro
─ ¿Y qué jefe no lo es?
─ No, no.─dice antes de beber una buena porción de su jarra─ Lo digo literalmente.
─ Ah vale, pasa que por aquí abajo no hay muchos chuchos de esos. Aquí sólo ladran y mean en los árboles.
─ Ojalá todos fueran así.
─ No sé que decirte vaquero, jamás he visto uno de esos perros inteligentes
─ Mejor para ti. Son una maldición ¿A quien se le ocurriría investigar la evolución del perro? ¿Acaso sabes como funcionó toda esa movida?
─ Para nada ¿Tú sí? ─mientras habla el barman sigue limpiando vasos y jarras.
─ Claro. Los científicos  trabajaron con todo tipo de animales hasta conseguir elevar la inteligencia de ciertas razas. Creo que lo consiguieron con los perros, los manatíes, los colibríes y algunos más. Los colibríes acabaron siendo unos yonkis perdidos, los manatíes unos sedentarios que beben algo de cerveza, comen un poco  de pescado y se pasan el día tirados donde sea. Pero los perros no, esos llegaron a ser seres jodidamente inteligentes y capaces. Por eso no hay perros de esos por aquí, cuando un perro se hace más listo pasa rápidamente a la elite social. Claro, les dieron los mismos derechos que a los seres humanos, pero la verdad es que no es lo mismo, te lo digo yo que estoy bajo las órdenes directas de un chucho.
─ Si tú lo dices, debe ser así.
─ Sí que lo es. Llegar cada día a las siete ahí para ir preparándole el desayuno y un baño caliente con burbujas. El perro, que es un perro salchicha, se despierta y me saluda con un escueto ladrido antes de tomarse el desayuno y el baño. Luego empieza la jornada y yo he de hacer todo menos tomar decisiones porque, claro, él no tiene pulgares. “alcánzame ese papel”, “no, escribe esto, esto y esto”, “acuérdate de comprar más galletitas”, etc. Me dan unas ganas impresionantes de mandarle a la mierda. No me llega ni a las rodillas y ahí está, moviendo el hocico de aquí para allí, dando órdenes y más órdenes. ─Tras acabar, Alberto vacía su jarra─ ponme otra.
─ Marchando.
─ En fin, es eso. Resulta insoportable, como un niño inválido que te pide todo lo que te puede pedir para luego además ganar más de diez veces tu sueldo. ─el infeliz se aprieta las sienes con los dedos mientras cierra los ojos.
─ Que vendría a ser como cien veces mi sueldo ¿No?
─ No sé, supongo, pero no has de soportar eso… Cuando salimos a dar una vuelta, porque el señor quiere tomar el aire, tengo que sentirme como un retrasado o algo así, “ponme el sombrero por favor” dice y parece una especie de juego, algo demasiado incoherente como para ser real. No saco a pasear el perro, le acompaño como el sirviente que soy. O cuando tengo que buscarle un par de putas para que pase una noche entretenida, es asqueroso tener que irle detrás a un montón de perras preguntando cuanto cobran la noche, la gente debe verme como una especie de depravado enfermizo.
─ ¿Hay perras putas? ─pregunta el barman con evidente intriga, levantando la ceja de su ojo inútil.
─ Sí, y cobran más que las humanas, no sé, quizá por ser doblemente perras. Y ahí estoy yo, siguiendo al pie de la letra los pedidos del señor, si se enoja no duda en ladrarme o morderme. Soy el perro de un perro, hago todo lo que dice y me callo mi opinión, como si fuera el cuerpo para su mente. Por eso he venido hasta aquí, busco algo de… ya sabes…
─ ¿Qué?
─…esto… Felicidad… Había oído que había alguien por esta zona, un doctor o algo así, que la vendía relativamente barata
─ Ah, vale ¿Quieres reprimir tu ira, vaquero?
─ Sí.
─ Bien, deja que te dibuje un mapa en esta servilleta. Pero escucha, si empiezas no saldrás. Hay una vía más fácil.
─ ¿Cuál?
─ Acabar con tus problemas
─ ¿Insinúas que podría intentar liquidar a mi jefe? ¿Es eso?
─ Bien, la verdad que en principio hablaba de dejar ese trabajo. Pero bien, desde luego asesinar a ese perro te traerá bastante felicidad para rato… yo te dejo aquí un mapa de la zona, aquí te marco la consulta del doctor ¿Te ubicas?
─ Sí, veo.
─ Y aquí, siguiendo la misma calle para la consulta pero girando en este punto y siguiendo esta avenida, está la tienda de armas por si te ves interesado por esa otra vía. Pero yo no te dije nada
─ Entendido. Va, sírveme una última jarra para rematar
─ Marchando

Y sin cruzar más palabras Alberto se termina esa jarra y se marcha del bar tras saludar a su salvador. Al salir es empujado por cuatro jóvenes con unas pintas extrañísimas: un chico que parece tener dos serpientes en lugar de brazos, una chica con el pelo inverosímilmente brillante, un joven trajeado y con una máscara de gas al cuello y… una cosa blanca que se mueve, parece un chico, pero no tiene nariz ni boca ni orejas. En fin, tras dejarles pasar Alberto se marcha, siente cierta envidia hacía ellos, que son libres y saben vivir la vida, según él supone. Da unos cuantos pasos y para cuando se da cuenta ha pisado una mierda de perro y algo se calienta y hierve en su interior…
Así que emprende el paso, decidido, apretando la servilleta con fuerza.
Ya sabe muy bien que camino va a tomar…
     
   
     
     
White Kid

No has visto nada verdaderamente blanco hasta que ves a White Kid.
¿Quién es White Kid? Sí, es normal preguntarse eso si no le conoces.
¿Por dónde empezar? Quizá lo mejor sea describirlo, sí, será lo mejor.
Cuando le ves la primera palabra que te viene a la cabeza es, según mi criterio, “pureza”
White Kid es blanco; no, no es color piel, es blanco como la nieve. Su piel es víctima de las manos de expertos médicos si no me equivoco. Tras conocerle durante mucho tiempo me permití suponer como fue la cirugía a la cual se expuso a pesar de que no lo sé con exactitud. Para empezar la nívea capa epidérmica que rodea su cuerpo fue retocada para ser al menos tres veces más gruesa que cualquier piel vulgar. Ya no le crece ningún tipo de pelo ni suda; dicen que para no morir White Kid se extrae los residuos de su cuerpo con la ayuda de una potente jeringuilla y que lo del pelo es gracias a unos medicamentos que se inyecta. Sí señor, White Kid es un fiel amigo de las agujas: también ha de inyectarse agua y nutrientes varios para no morir por inanición ¿Por qué? Bien, ocurre que le amputaron la nariz y le cosieron la boca para luego enterrar las dos cosas bajo una de las capas blancas de su piel de manera que cuando le ves su rostro liso y limpio solo deja ver dos ojos, como no, totalmente blancos. Lo que hizo fue ponerse unas lentillas transparentes por dentro y opacas por fuera, de manera que parece que sus globos oculares estén formados exclusiva y únicamente por la cornea. Su cara, pues, es como un muro de mármol blanco, sin nada que sobresalga.
El término más adecuado para describir su faz sería, creo yo, “perfección”.
Es más bien alto y esbelto, y eso, sumado a su color, hace que parezca una de esas estatuas antiguas, menos por el hecho de que esas estatuas tienen orejas, nariz y boca.
En lugar de orejas tiene dos cavidades, una a cada lado de la cabeza, que desempeñan el sentido del oído. Es más complicado explicar como sustituyeron las funciones de la boca y la nariz. Tengo entendido que el gusto lo perdió totalmente, la alimentación la recibe, como ya dije, mediante las inyecciones de nutrientes. Lo que fue más complicado, me parece, fue conseguir que pudiese respirar. Lo que hicieron los médicos fue reconstruir sus conductos respiratorios y redirigirlos a unos orificios que le hicieron a los lados del cuello, tres a la izquierda y tres a la derecha. Es por ahí por donde respira y huele.
Puede que te venga a la cabeza la palabra “inhumano”; pero no, es mucho más correcto definir su funcionamiento con, diría yo, el vocablo “sobrehumano”.
Sí, ese es White Kid, parece estar hecho de un material mucho más valioso que nosotros, si Dios hizo a los humanos de barro, a él lo esculpió en mármol.
Y la gente lo nota, nadie lo dice abiertamente, pero todos sabemos a escondidas que él de alguna manera está por encima de nosotros
¿Cómo le conocemos? Vaya, la verdad es que no tengo ni idea; es algo muy raro, parece que su existencia va más allá de la memoria, no sabría decirlo, tengo recuerdos donde él estaba y recuerdos donde no, simplemente está ahora con nosotros. Quizá es una persona que ya conocíamos, puede que le conozcamos de antes de la cirugía, nunca nos lo ha dicho; ciertamente nunca nos ha dicho nada. Difícilmente nos hablará teniendo la boca cosida y escondida bajo capas de piel blanca, no intenta comunicarse tampoco con mensajes o señas. Parece ser un fiel seguidor del silencio. Lo que sabemos de él son cosas que hemos aprendido directamente de vivir a su lado, el resto son meras suposiciones como mi hipótesis sobre su tratamiento; quizá no es un humano retocado por la cirugía estética dura, a lo mejor nació así o es un extraterrestre o algo que se escapa de nuestra imaginación. Sólo nos resta confiar en lo que suponemos.
Y quizá sea un seguidor del silencio; pero ciertamente no le hace falta hablar. Siempre te escucha atento, da igual la mierda que le sueltes, te oye y ya está.
White Kid no te juzga, simplemente te acepta.
Como mucho te mira con su inexpresiva y blanca mirada y te pone una mano en el hombro o te abraza si lo cree necesario. Sabe cuando hacer cada cosa y, créeme, nunca se equivoca.
Me cuesta mucho explicarlo, es distinto al resto. Cuando yo hablo con Snake Boy, Jeremy o Margo no puedo evitar que me invada cierta desconfianza. Siento que luego me traicionarán, que se reirán de mis confesiones o que despreciarán mis palabras; y no les reprocho nada, aquí en Electrocity es tan normal recibir puñaladas figuradas que he de agradecer a quienes no intentan metérmelas literalmente.
Pero con White Kid no, irradia una confianza prácticamente inhumana, no dudo ni un momento de él.
Ha llegado a hacer cosas muy raras, pero siempre parece actuar con una decisión y seguridad abrumantes. En una ocasión estábamos en el bar tomando algo cuando entró una especie de mendigo con un revólver antiguo, parecía loco y gritaba que nos iba a matar a todos. Nos preparábamos a liquidarle ya que no parecía estar en sí; pero White Kid se levantó, se le acercó y se quedó delante de él mirándole fijamente con sus ojos vacíos. El mendigo se puso a temblar y, más allá de lo que nosotros creíamos posible, se puso a llorar y dejó caer el arma. Y Whitey le pasó la mano por la cara limpiándole las lágrimas. En otra ocasión estábamos jugando con un cretino que nos habíamos topado, nos reíamos de él y le metíamos un poco. El hombre se intentaba defender, nos había intentado robar y estábamos dándole una constructiva lección. Fue entonces cuando White Kid se levantó, caminó lenta y tranquilamente hacía el ladronzuelo y sin pensárselo dos veces le clavó la navaja-proyectil de Jeremy en la frente. Hubo un largo silencio, nadie dijo nada al respecto.
Es muy raro, hace lo que quiere sin dudarlo, pero no parece guiarse por meros caprichos o algún tipo de demencia, es como si tuviese un razonamiento más allá de lo que nosotros podemos comprender.
Cuando me quemo la cabeza pensando en su manera de actuar la palabra que más me viene a la mente es, y sé que suena cursi, “divino”.
He de ser sincero, y es difícil decir esto siendo tan ególatra como lo soy yo, pero la verdad es que no puedo evitar sentirme bastante agraciado al tener el honor de caminar a su lado.
Sí, ese es White Kid: uno de los pocos dioses que quedan en Electrocity.
 
   
   
   
Atraco

─Ei, Octubre ¿dónde estabasss? ─sisea Snake Boy
─Despidiéndome de Vanity ─responde el joven trajeado sin mirar a la cara a su interlocutor─ ¿Y Jeremy?
─Ese yonki dijo que no podía venir, que necesitaba algo más de Felicidad─ murmura desde un rincón Margo mientras juguetea con su pelo.
─Así pues, somos cuatro ¿No? ─ inquiere Octubre fijándose en White Kid que está junto a Snake Boy.
─Sssí.
─Bien, supongo que es suficiente ¿has conseguido algún vehículo en el que escapar, Snake? ─pregunta mientras se pone bien la máscara de gas que le cuelga del cuello y coloca una flor violeta en su traje.
─Claro, esss una vieja antigualla de mi abuelo, pero ssservirá. Él lo llama “jeep”
─Perfecto. Entonces, creo yo, podemos comenzar.
─Ssserá el mejor golpe de la hissstoria ¡No veasss como ssse ha puesssto la gente cuando lo he contado!
─Oh, Snake ¿Cómo te lo diría? Se supone que nadie tenía que enterarse ¿Sabes? Es lo que tienen los asuntos ilegales, cuantos menos conocedores mejor resultado.
─Perdona Octubre… Pero esss que ssserá genial, tenía que contarlo, essstas cosssasss sssi te lasss callasss te envenenan.
─Ya da igual. Hablando de venenos, llénate el depósito bucal, que no sabemos   con que podremos encontrarnos.
─Marchando ─Y se saca una jeringuilla del bolsillo, llena de un potente veneno serpentino y acto seguido se lo inyecta en las encías─ jeje, pobre del que ssse meta en mi camino.
─No lo dudo Snakey. Esto, como ya has dicho, será un gran golpe y lo mejor será que no vaciles a la hora de clavar los colmillos si lo ves necesario. Haremos lo acordado pues, nos dirigiremos al One Eye’s Jack Bar. No es nada del otro mundo pero sacaremos una buena tajada si no me equivoco. Además…
─¿Podemos salir ya o pensabais seguir dándole a la lengua mucho más? ─corta tajantemente Margo, quien ya les espera en el jeep.
─Sí, sí ─llega a responder Octubre antes de quedarse boquiabierto al girar, y, sólo después de unos segundos para recuperar el aliento, prosigue─ pero esto… Esto tiene ruedas
─Te dije que era una antigualla, mi abuelo misssmo la compró de sssegunda mano y en sssu época ya era algo viejo; pero funsssiona. Con sssu ayuda me encargué de arreglarle los desssperfectos que tenía.
─Bueno, ya es tarde para buscar un vehículo más rápido. Ojalá esta cosa pueda sacarnos sin problemas de ahí cuando acabemos.
─Dalo por hecho.

Y Snake Boy y Octubre suben al jeep donde ya están Margo y White Kid en la parte trasera. El coche es descapotable; Octubre se pone al volante e inspecciona su funcionamiento.

─Sí, no parece ser muy distinto a un coche aerodeslizador, supongo que podré conducirlo.─Es su veredicto tras un primer vistazo.

Y, después de juguetear un poco con las palancas y los botones, lo pone en marcha y se dirige hacia el One Eye’s Jack.

Tras varios minutos de viaje llegan finalmente al bar. En la calle no hay nadie que pueda suponer un peligro, ninguna persona que esté haciendo nada más legal que ellos; los suburbios de Electrocity no son buen lugar para quien aprecie su vida. La acera está desgastada y las manchas del suelo parecen haber decidido quedarse allí para siempre, no faltan las pintarrajadas que infestan las paredes, las ventanas rotas y los edificios varios cuyos habitantes más dignos son las ratas. Los cuatro jóvenes se bajan del automóvil, meten las armas en su sitio, y se disponen a entrar.

─¿Preparados? Recordad como hacerlo todo, será mejor evitar heridos. Hoy por hoy lo que queremos es dinero, no violencia.

Los cuatro entran; dentro hay unos cinco clientes, nada peligroso, borrachines fracasados. La iluminación es tenue y todo el bar desprende un hedor propio de las peores cloacas; no parece que la limpieza sea una tarea muy bien vista allí. Atendiendo está el supuesto Jack, un hombre grande, tuerto y grasoso, tampoco parece capaz de dar mucha resistencia. Octubre y Margo se dirigen a la barra mientras Snake Boy y White Kid se quedan cerca de la puerta.

─Buenas vaqueros ¿Qué os pongo?
─Eso─ responde Octubre señalando la caja.
─¿Qué? ─ pregunta confuso el tipo.
─Eso. ─repite mientras Margo ya le apunta entre ceja y ceja con su revólver rosa con mariposas dibujadas.─ Creo que fui bastante claro

Snake Boy saca su pistola, un arma verde con serpientes grabadas, para apuntar a los clientes. White Kid no tiene una pero se queda en la puerta.
Cae un silencio momentáneo, el tuerto calla durante contados segundos y luego, rápidamente, lanza el contenido de la jarra que tenía en la mano sobre la cara de Margo; ella cierra los ojos sólo un instante, pero para cuando se da cuenta el hombre le ha arrebatado el arma y apunta a Snake Boy

─Tira el arma al suelo vaquero. Este bar no es una sala de juegos y cuatro pipiolos a mí no me roban nada.

Snake Boy no duda en hacerle caso, pero ya es tarde, Margo se ha limpiado la cara y vuelve a ver. Su expresión es la furia personificada y rápidamente un mechón de su cabello agarra la muñeca del barman con tal fuerza que hace que deje caer el arma.

─¿Qué es esto? ¿Qué tienes en el pelo?
─Ese montón de cosas rosas y negras que tiene en la cabeza no son pelos, ─responde Octubre esbozando una sonrisa de triunfo─ son fibras metálicas que se alargan, contraen, mueven y cortan respondiendo a sus impulsos nerviosos. Biotecnología de última generación, sí señor.
─Le voy a matar… ─murmura Margo conteniendo su rabia
─No lo hagas, no queremos problemas mayores
─Maldito bastardo, no vuelvas jamás en tu vida a lanzarme nada en la cara. Y, créeme, te vas a acordar, te dejaré una marca en la mano para que no te olvides

Y un mechón de su cabello se alarga velozmente atravesando la palma de la mano derecha del barman, lo cual causa un grave alarido de parte de él y una voluptuosa sonrisa en la cara de ella.

─Déjalo ya, Margo. Habíamos dicho que nada de heridos, cojamos la caja y salgamos de aquí; ya tenemos lo que buscábamos.
─Bueno.
─¡En marcha! ─aúlla felizmente Snake Boy, quien ya ha recogido su pistola.

Los cuatro salen del bar dejando atrás al barman que aun chilla de dolor. Pero cual es su sorpresa cuando oyen, no muy distantes, un montón de sirenas que se acercan en su dirección.

─¡¿Qué?! ─exclama Octubre al oírlo─ Joder, no parecía que ese maldito gordo haya avisado a la poli. Snakey, espero que aprendas porque estas cosas no hay que ir contándolas por ahí, porque la única palabra que define esto, me parece a mí, es “chivatazo”
─Lo sssiento Octubre, ya te dije que…
─Callad de una puta vez y subid al jeep, ya discutiréis cuando nuestras cabezas no corran peligro.

Sin perder el tiempo se meten todos dentro y salen rápidamente de de ahí. Los policías les persiguen a una velocidad vertiginosa, son tres motos y un coche, todos funcionan con aerodeslizadores, lo cual los hace bastante más rápidos que el triste jeep. Al principio utilizan para detenerles sus drenadores de energía, máquinas cuya función es absorber la energía de los aerodeslizadores que hacen que los vehículos se muevan. Pero el efecto sobre el antiguo coche de ruedas es nulo. Tras comprobarlo pasan a las más convencionales pistolas.

─Nos están ganando demasiado terreno ¿Hay alguna manera de que esto vaya más rápido, Snake?
─Diría que no… ─responde mientras se rasca la cabeza, dejando a la vista uno de sus brazos, repleto de serpientes tatuadas.
─No me gusta tener que decirlo, pero no creo que podamos escapar

En ese momento White Kid pone una mano sobre el hombro de Snake Boy y se levanta sobre el coche en marcha. Se gira, mira a los persecutores y se lanza cayendo sobre el asfalto, donde da un par de vueltas antes de conseguir volverse a poner en pie. Cuando una de las motos pasa por ahí White Kid de un rápido golpe consigue hacer que el conductor caiga y la moto se choque contra una pared, pero otro de los policías ve lo ocurrido y gira para ir en ayuda de su compañero herido. Al ver que lo persigue un hombre armado, White Kid, sin perder el tiempo, le rompe el cuello al que estaba en el suelo y sale corriendo para girar en la esquina más cercana e intentar perder de vista al otro.

─Bendito White Kid, se deshace de dos de esos, y encima ha conseguido que le ganemos ventaja a los que quedan ─dice Octubre después de girarse para ver lo ocurrido. Luego vuelve a encargarse del volante.

Sin embargo el coche y la moto restantes no tardan en volver a pisarles los pies, además de que los disparos no cesan. Es entonces cuando uno de los motoristas tiene la suficiente puntería como para que una de sus balas roce el brazo de Margo, hiriéndola levemente. Ella ve su herida y se gira buscando a quien acaba de dispararle, cuando se da cuenta de que es el motorista se da vuelta y, tras calcular la distancia entre el jeep y él, salta sobre la moto. Por suerte consigue dar en el blanco y se sienta dificultosamente en el manubrio. Mira a su agresor y, llena de enojo, comienza a darle puñetazos. El conductor, al ser golpeado, pierde el control sobre la motocicleta y ésta acaba chocándose contra un muro.

─Diosss, ssse habrá matado
─No, tranquilo, mi hermana sabe como cuidarse. Sí que puedes ir rezando por ese poli; es carne para los buitres.
─Sssi tu lo disssesss
─Sí, sí. Bien, dime ¿Qué nos queda detrás?
─Eh… sssólo un coche
─¿Puedes ver cuantos polis hay dentro?
─A ver… sssí, tresss
─¿Gente mayor? Quiero decir ¿Tú crees que a pie somos más veloces nosotros?
─Sssí, no paresssen muy jóvenesss

Octubre parece pensar por unos instantes un plan mientras peina el mechón de blanco flequillo que le tapa media cara. Luego prosigue:

─Bien, haz lo siguiente, coge la caja y prepárate para una caída brusca, tendrás que reponerte rápido y salir corriendo
─Entendido
─Y ten los colmillos a punto, no te aseguro que tras eso estés a salvo, pero ganarás algo de tiempo para elegir y preparar el terreno
─Essso me basssta; pero… ¿Qué piensssas hassser?

Octubre no puede reprimir una sonrisa antes de anunciar:

─Dar… Un giro a la situación

Y propina un fuerte golpe al volante haciendo girar bruscamente el jeep 180 grados y dirigiéndolo de cara al coche policía.

─¡Salta! ─grita justo antes de salir del vehículo en marcha

Snake Boy también se lanza y un momento más tarde los dos vehículos colisionan. Poco después el choque provoca una explosión. El primero en levantarse es Octubre, quien arregla su pelo blanco y limpia su traje a rayas que, por suerte, no se ha roto. Snake Boy, que saltó algo después, tarda más en recuperarse, se le han roto los tejanos que ya de por sí estaban cortados toscamente a la altura de la rodilla y también peina un poco el verde chillón de su cresta. Octubre ha salido intacto y Snake Boy tiene heridas leves, nada de lo que preocuparse.

─Bien, asegúrate de tener las jeringuillas, los cuchillos y la pistola en sus sitios, pilla la caja y vete ya. Los polis suelen tener un buen sistema de protección en sus coches, no creo que tarden en recobrar el sentido.
─¿Y tú?
─Yo me quedo aquí, me encargaré de que no te sigan todos los que iban dentro del aerodeslizador
─Essstásss loco, ssson tresss, como vayan a por ti vasss lisssto.
─Tranquilo, sé lo que hago. Estate dentro de dos horas en el parque de los patos ¿Entendido? Margo y White Kid, supongo, irán también allí. Ahora, vete.

Y Snake Boy sale corriendo calle abajo en dirección a la zona residencial de los suburbios en la que vive. Octubre por su parte sigue fijándose que su traje esté intacto y vuelve a colocar la flor violeta en su sitio. Pocos minutos después los policías parecen volver en sí, no están muy malheridos, efectivamente debían tener una buena protección. Se fijan si todo está bien y cuando han comprobado que no hay ninguna herida grave, además de la destrucción de su coche, comienzan a hablar:

─¿Estáis bien?
─Sí… Malditos mocosos de mierda.
─Tranquilízate Rodríguez.
─Mira, ahí hay uno mirándonos como si se creyera el rey del mundo o algo así, lo voy a dejar como un colador. Niñato de mierda…
─Callaos. Vosotros dos id a por el otro, que lleva la caja que robaron y debe haber escapado en esa dirección. Yo me encargo de éste.
─Está bien jefe
─Vale. Voy a hacer que ese condenado desee no haber nacido.
─Cálmate, si salimos con prisa aún le pillaremos

Al acabar de hablar, los dos polis se levantan y salen, sin perder el tiempo, tras los pasos de Snake Boy. Llevan encima los revólveres y los palos eléctricos, armas que emiten descargas que pueden llegar a ser mortales. El otro, un poli algo mayor y que parece el jefe, se levanta sin mucha prisa y se dirige a Octubre:

─A ver, chico, si te entregas todo será más fácil y no tendrás problemas. Va, hazlo sencillo y nadie aquí saldrá herido
─Oh, es usted muy considerado. Permítame que le haga otra oferta: evite seguirme y nadie aquí tendrá problemas. Es un buen trato ¿No cree?

Sonríe y abre una puerta que se había encargado de forzar mientras ellos hablaban. El policía comienza a levantarse con la clara intención de detenerle. Octubre, mientras entra, murmura para sí mismo:

─Vaya, hagas lo que hagas al final siempre tienes que acabar cuidando de ti mismo.

Y cierra la puerta tras su paso.
 
   
   
   
El patrón de Electrocity

[13:07]

─¿No te vienes? Será un atraco para recordar.
─Sabes que no me van estas cosas…
─Sí, pero quería que me vieras, Vani… Voy a deslumbrar.
─No lo dudo. Tú siempre deslumbras
─Eres un sol. Pero, entonces ¿Tú qué harás hoy?
─Me quedaré aquí, quiero seguir observando los suburbios.
─¿Sigues con aquella teoría?
─Sí, estoy segura que todo en Electrocity sigue un patrón. No sé, todo me parece como premeditado, calculado.
─Tonterías, Electrocity está viva, todo es espontáneo aquí.
─Eso me gustaría a mí.
─Créetelo muñeca, es así.

Pasan algunas nubes, confundiéndose con el humo que cubre la ciudad. Una tiene forma de conejito…
Octubre se queda a mi lado, sentado en el banco. Cuando calla hay algo en su mirada que me causa escalofríos, tengo la certeza de que millones de ideas están volando en su interior y que pronto van a estar listas para atacar. Mira a cualquier sitio, pero sé que, como siempre, está mirando en su interior, analizándolo todo desde dentro de él.
Y así se queda unos minutos, casi puedo oír el aleteo de todas esas cositas que están en su cabeza. Me gusta; pero los escalofríos siguen ahí.

[13:11]

─Bueno, yo me tengo que ir, que llego tarde. Estaré aquí en cuanto pueda.
─Te estaré esperando.

Y me besa la frente. Luego se levanta, da media vuelta y se marcha. Cuando le veo irse, con las manos metidas en los bolsillos y la mirada turbia como sembrando su propia perdición me viene a la mente aquella frase que oí una vez, ésa que decía algo así como “Sólo tres furias en todo el Infierno, pero un gran hombre lleva tres mil en su pecho”. Y con paso lento acaba desapareciendo de mi vista. No sé, siempre está sonriendo con esa expresión tan segura; ciertamente parece ser inmortal. Pero también, en estos momentos, podría apostar que la infelicidad ha plantado raíces en sus entrañas.

[13:29]

Desde aquí la vista es genial, estoy lo suficientemente arriba como para ver buena parte de los suburbios, pero lo suficientemente abajo como para poder observar los detalles de lo que veo. El banco está justo en uno de los bordes del cuarto piso de la ciudad y me permite mirar con total comodidad. Analizar. Sí, eso es lo que quiero. Sé con todas mis fuerzas que la vida de esta ciudad es plenamente artificial. Nos movemos por engranajes.

Pasa un jeep velozmente por una de las calles del piso 0, es perseguido por un coche de la policía y unas motos. Deben ser ellos. White Kid salta desde el vehículo y derriba a uno de los motociclistas… oh, lo persigue otro. Supongo que sabrá defenderse, él siempre sabe lo que hace. Ojalá no le pase nada, todos estos días mirando Electrocity no serían lo mismo sin su compañía, el único que viene aquí y sin mediar palabra se sienta a mirar conmigo. Me reconforta.

A unas calles de ahí el doctor sale de su consulta, lleva algo en brazos. Si mi vista no me engaña creo que se trata de Jeremy, vaya, debe de haber tenido algún problema con las drogas ¿Cuándo empezó a meterse toda esa basura? Creo que fue poco después de que Margo dejase de sonreír… Pobre chico, meterse Felicidad desde los doce o trece años… Debía quererle mucho como para que aquello le afectase tanto.

Oh, ha habido una explosión… espero que los chicos estén bien. Algún día aprenderán que no son intocables como creen. Luego el jeep gira bruscamente y se choca contra el coche de los polis… eso debe ser cosa de Octubre; llamar la atención con estilo es propio de él.
Después de hablar un poco Snake Boy sale escopeteado. Sabrá muy bien donde ir, sí, todo es predecible, todo calculado. Claramente irá a la zona de los suburbios de su casa. Sí, ese es Snake Boy, el único que verdaderamente pertenece al corazón de los suburbios. Margo y Octubre son del tercer piso, donde sus padres llevan la tienda; Jeremy vive solo en el sexto piso, pero no vive mal, recibe dinero de vez en cuando de su padre, que es un empresario. Y White Kid… la verdad es que no tengo ni idea donde vive…

Vaya… parece que se han dispersado todos…

[14:22]

Pasa volando un pájaro por delante del banco. Si estirase los dedos podría tocarlo… no lo hago… me quedo mirándolo un rato

Parece que todo está bastante más calmado.

[15:07]

Ahora que me fijo, los chicos se han reunido en el parque de los patos. Está más bien lejos de aquí y no llego a ver si están todos; tampoco sé si acaban de llegar o llevan ya un tiempo allí. Espero que hayan salido sanos y salvos de su encontronazo con la policía. Parece que están hablando o algo. Uno sale corriendo.

[16:44]

Un colibrí se ha posado en el banco y ha empezado a pedirme drogas. Al principio no se creía que no tuviese, pero luego parece haber olvidado totalmente que hacía diez segundos antes y se fue volando con aire confuso.
El tráfico en este piso no es gran cosa. Hasta lo que he podido observar va creciendo a medida que subes, cuestión de dinero, en los suburbios casi nunca se ve pasar un coche, al menos que sea comprado. Mientras que en los pisos altos, los que pertenecen a las viviendas y zona de ocio para la zona terciaria alta, los empresarios, están atiborrados de coches aerodeslizadores que van de aquí para allí.

[18:00]

Varios pisos más arriba suena el timbre que indica cambio de turno laboral. En la zona de pisos perteneciente a los obreros comienzan a fluctuar los buses que llevan y traen trabajadores de sus humildes casas a las fábricas y viceversa.
Mi padre, que se hace cargo de la buena producción de las fábricas de la empresa para la que trabaja, me explicó una vez como funciona todo eso. Se ve que hay dos tipos de escuelas privadas, una es del tipo a la que voy yo, escuelas para hijos de familias de dinero, futuros empresarios y gente de dinero. Pero también están las escuelas del sector secundario, donde se programa a los niños que han sido escogidos desde pequeños para ser obreros. Se les despoja de cualquier tipo de deseo material, sólo desean lo necesario para vivir, lo básico. Algo de ropa, algo de comida, una cama, una ducha, nada más. Ningún tipo de ocio o bien material que pueda ensuciar sus mentes, nada que les haga desear. El deseo y el ocio plantan la subversión en las mentes. Los obreros nacen para trabajar, para nada más. Y funciona, no puedes desear lo que no conoces. Por eso el ascensor de Electrocity pasa inexplicablemente del piso 35 al 56, la zona de viviendas del sector secundario está en una cuarentena social. Yo al menos lo comprendo. Algunos compañeros de clase también lo saben, hay quien utiliza palabras como “injusto” o “maldad”, pero creo que es estúpido, si esas personas no desean nada más y viven llenas, ya está bien dejarlas así, son felices dentro de lo que buscan.
No sé… cada uno tiene su felicidad. Hay quien la encuentra en el trabajo como los obreros, en las pastillas como Jeremy o quien no tiene muy claro donde buscarla, como casi todo el resto.

[19:55]

Comienza a oscurecer un poco. No se nota mucho la diferencia por culpa de la bóveda de humo que tapa la ciudad, pero si uno se fija puede notar como los tonos pierden claridad levemente.
No hay un índice claro de delitos según horarios, aquí nada es del todo seguro. Entre más hondo caes, más peligro hay; todo es en relación al piso, a la altura.

[21:48]

¿Antes todo era así? Intento recordar si siempre esos cinco se pasaban media vida haciendo lo que les conviniese, más allá de términos como “Moralidad” o “Ética”. Si voy atrás en el tiempo White Kid va desvaneciéndose. Luego está Snake Boy, él llegó con Jeremy ya que son amigos de siempre, también porque le cayó bien a Octubre. Antes de Snakey y Whitey las cosas ya estaban como un cielo que amenaza con tormenta; antes yo ni siquiera estaba. Pero por lo que sé antes no todo era tan hostil. Rebobinando más se podían ver sonrisas en la cara de Margo, según sé. Y la cabeza de Octubre estaba algo más tranquila, sin esas mil ideas que tiene ahora para subir a lo alto. Eso es muy atrás me temo ¿Qué fue lo que desvió el camino de esos dos? De Margo no sé mucho, y Octubre, puede que lo de Octubre no fuese una desviación; siempre ha querido ser alguien, una persona importante; la diferencia es que ahora no le importa como conseguirlo. Tengo entendido que ellos dos eran prometedores, sus padres veían en sus hijos a dos personas que podrían salir de la miseria que les rodeaba. Pero no todo ocurre como se espera.
Confío, sin embargo, en que Octubre conoce sus límites.
Sí, confío.

[23:09]

De momento no he visto nada que siga un patrón, pero sé que lo hay.
La vida en Electrocity no es espontánea; todos creen ser únicos, pero sólo son un montón de engranajes. Luchan por salir de la monotonía, pero esa lucha es parte de la rutina.
Lo sé, lo sé, hay un patrón
Un patrón…

[13:07]

─Eh...
─ ¿Ya te has despertado?
─ ¡Ah! Hola... ¿Que haces aquí?
─Es un banco público, y es la una pasada, así que pensé que no ocurriría nada por venir a ver como estabas.
─ ¿La una pasada? Vaya... sí que tenía sueño
─ ¿Y qué? ¿Dormiste bien?
─Sí, sí... gracias por preguntar
─ ¿Te pasaste el día mirándolo todo por aquella teoría tuya?
─Sí, estoy segura que todo en Electrocity sigue un patrón. No sé, todo me parece como premeditado, calculado.
─Tonterías, Electrocity está viva, todo es espontáneo aquí.
─Eso me gustaría a mí.
─Créetelo muñeca, es así.

Y Octubre no acaba de comprender porque sonrío así al escucharle decir eso.
   
       
     
     

     

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Como ya sabéis, podéis continuar poniendoos en contacto con Julián Quijano.

Un saludo.

Publicado: 18:27 12/07/2007 · Etiquetas: cuento, popular, abuela, magica, pornografia · Categorías:
Timmy había vivido en un viejo orfanato toda su vida. Lo pasaba muy mal en aquel sitio. No podía comunicarse con el resto de los niños de aquel lugar, pues todos ellos eran sordomudos excepto él. Su vida en aquel sitio era tan triste que a veces el pobre lloraba de alegría. Se podría decir que Timmy era como Oliver Twist, solo que más feo.

Pero todo cambió un buen día. Timmy se divertía ganando al singstar al resto de los niños del orfanato cuando recibió una excelente noticia. Alguien había venido a visitarlo. Se emocionó tanto que tuvo que ir al baño a mear. Minutos después fue a recibir al misterioso visitante que había venido a verlo y descubrió, con asombro, que se trataba de una anciana. Timmy se sintió decepcionado. Esperaba a alguien más joven al que pudiera petarse, pues ya tenía doce años. Pero a aquella desilusión le siguió una alegría. La anciana resultaba ser su abuela a la que nunca había conocido, y venía para llevárselo de aquel lugar.

Después de abandonar el orfanato, el niño y la abuela se instalaron debajo de un puente, junto a un grupo heterogéneo y variopinto de indigentes. Resultaba que la abuela de Timmy era incluso más pobre que él. Pero no le importó, porque aquello era mucho más interesante que el orfanato. Allí tendría grandes oportunidades de mantener relaciones sexuales con un vagabundo o cualquier otro ser humano. Pues aquella era la mayor ilusión de Timmy.

El niño se entretenía buscando entre las cosas de su abuela algo provocador que ponerse cuando, por sorpresa, encontró un extraño objeto. Tenía forma de pepino, pero no era una polla. Era dorado. Timmy sintió curiosidad por aquel artilugio y fue a buscar a su abuela, que en aquel momento negociaba con un vagabundo por unos yogures bio que necesitaba, pues desde hace tiempo tenía problemas de estreñimiento a causa de los cuales no podía defecar con normalidad.

- ¡Abuela!
- Dime Jimmy, cariño.
- Me llamo Timmy.
- Como quieras. Ay, ¡dios mío! ¿pero de dónde has sacado eso niño? ¿es que has descubierto mi secreto Tommy?
- ¿Qué secreto? es que tu con este pepino te mast...
- ¡Pues el de que soy una abuela mágica! con ese objeto así-como-místico hago magia, ¿entiendes?
- Ah si... ¿Y por qué vives entre tanta basura y tanta mierda abuela?
- ¿Y por qué no? Aquí tengo todo cuanto necesito.
- ... A lo que iba. Y entonces ya que eres mágica, ¿no me podrías dar 100 euros? Bueno, ya puestos 2.000. Venga, ¡haz magia con el Sr. pepino! ¡Gimme money!
- No es un pepino, ni un señor, pero bueno. ¿Y para qué quieres ese dinero?
- Pues es que ya tengo doce años, y había pensado irme por ahí a disfrutar de lo bueno, ¿sabes? Tengo la picha hecha una estaca.
- Ah, bueno. Para eso no necesitas dinero. Eso te lo puedo dar yo Luismmy.
- ¡No me digas! ¿Vas a hacer magia?
- Claro, mira, vete con el señor vagabundo este de los yogures que te va a dar lo tuyo.
- Vaya mierda de magia.
- ¿Pero lo ves? ¡aquí está todo cuanto necesitamos!
- Bueno sí. De todas formas estoy contento porque ¡POR FIN ME VAN A DESCORCHAR!
- Ala, que te lo pases bien. Yo de mientras me voy a cagar.

El Vagabundo y Timmy se dieron la mano. Por fin, el niño sentía que tenía un hogar por primera vez. Había descubierto que la felicidad se podía encontrar en cualquier lugar, simplemente estando rodeado de sus seres queridos, aunque estos pudieran tener un aspecto lamentable y oler mal. Se alejaba caminando, pero se acordó de que aún tenía que saber algo. Se dio la vuelta y miró a su abuela, que aún no se había ido a cagar.

- ¡Abuela! ¿Cómo te llamas?

La abuela soltó una carcajada.

- Ay, Jeremmy, y ahora lo preguntas... ¡Me llamo Kikujiro!

Timmy y el vagabundo corrieron desesperadamente hasta un lugar apartado. Allí se desnudaron con rapidez y torpeza, cegados por la excitación del momento. Se besaron apasionadamente. El fuego de la pasión lo quemaba todo. Aquello era el infierno. Timmy se agachó y el vagabundo cogió un tarro de vaselina mientras que con-----
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Censurador de Vandal: ¡Pero bueno! Basta ya de tanta vaselina y tanta estaca, joder. ¡No, hombre no! Esto se acaba aquí. No hay derecho.

Narrador: ¡Pero si aún queda lo mejor! ahora viene LO GORDO.

Censurador de Vandal: Que no joder. Que es usted un degenerado. Que no puede hacer una cosa bonita con un niño y su abuela, ¡No! Tiene que ponerlo ahí a fornicar. Además que este blog se ha ido convirtiendo gradualmente en pornografía. ¡PURA ESCATOLOGÍA! Y todo muy gráfico. Esto se acaba aquí.

Narrador: ¡FARCISTA! ¡¡¡FARCISTA!!!

FIN

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