La felicidad se mide en "equisdé´s"

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Publicado: 18:27 12/07/2007 · Etiquetas: cuento, popular, abuela, magica, pornografia · Categorías:
Timmy había vivido en un viejo orfanato toda su vida. Lo pasaba muy mal en aquel sitio. No podía comunicarse con el resto de los niños de aquel lugar, pues todos ellos eran sordomudos excepto él. Su vida en aquel sitio era tan triste que a veces el pobre lloraba de alegría. Se podría decir que Timmy era como Oliver Twist, solo que más feo.

Pero todo cambió un buen día. Timmy se divertía ganando al singstar al resto de los niños del orfanato cuando recibió una excelente noticia. Alguien había venido a visitarlo. Se emocionó tanto que tuvo que ir al baño a mear. Minutos después fue a recibir al misterioso visitante que había venido a verlo y descubrió, con asombro, que se trataba de una anciana. Timmy se sintió decepcionado. Esperaba a alguien más joven al que pudiera petarse, pues ya tenía doce años. Pero a aquella desilusión le siguió una alegría. La anciana resultaba ser su abuela a la que nunca había conocido, y venía para llevárselo de aquel lugar.

Después de abandonar el orfanato, el niño y la abuela se instalaron debajo de un puente, junto a un grupo heterogéneo y variopinto de indigentes. Resultaba que la abuela de Timmy era incluso más pobre que él. Pero no le importó, porque aquello era mucho más interesante que el orfanato. Allí tendría grandes oportunidades de mantener relaciones sexuales con un vagabundo o cualquier otro ser humano. Pues aquella era la mayor ilusión de Timmy.

El niño se entretenía buscando entre las cosas de su abuela algo provocador que ponerse cuando, por sorpresa, encontró un extraño objeto. Tenía forma de pepino, pero no era una polla. Era dorado. Timmy sintió curiosidad por aquel artilugio y fue a buscar a su abuela, que en aquel momento negociaba con un vagabundo por unos yogures bio que necesitaba, pues desde hace tiempo tenía problemas de estreñimiento a causa de los cuales no podía defecar con normalidad.

- ¡Abuela!
- Dime Jimmy, cariño.
- Me llamo Timmy.
- Como quieras. Ay, ¡dios mío! ¿pero de dónde has sacado eso niño? ¿es que has descubierto mi secreto Tommy?
- ¿Qué secreto? es que tu con este pepino te mast...
- ¡Pues el de que soy una abuela mágica! con ese objeto así-como-místico hago magia, ¿entiendes?
- Ah si... ¿Y por qué vives entre tanta basura y tanta mierda abuela?
- ¿Y por qué no? Aquí tengo todo cuanto necesito.
- ... A lo que iba. Y entonces ya que eres mágica, ¿no me podrías dar 100 euros? Bueno, ya puestos 2.000. Venga, ¡haz magia con el Sr. pepino! ¡Gimme money!
- No es un pepino, ni un señor, pero bueno. ¿Y para qué quieres ese dinero?
- Pues es que ya tengo doce años, y había pensado irme por ahí a disfrutar de lo bueno, ¿sabes? Tengo la picha hecha una estaca.
- Ah, bueno. Para eso no necesitas dinero. Eso te lo puedo dar yo Luismmy.
- ¡No me digas! ¿Vas a hacer magia?
- Claro, mira, vete con el señor vagabundo este de los yogures que te va a dar lo tuyo.
- Vaya mierda de magia.
- ¿Pero lo ves? ¡aquí está todo cuanto necesitamos!
- Bueno sí. De todas formas estoy contento porque ¡POR FIN ME VAN A DESCORCHAR!
- Ala, que te lo pases bien. Yo de mientras me voy a cagar.

El Vagabundo y Timmy se dieron la mano. Por fin, el niño sentía que tenía un hogar por primera vez. Había descubierto que la felicidad se podía encontrar en cualquier lugar, simplemente estando rodeado de sus seres queridos, aunque estos pudieran tener un aspecto lamentable y oler mal. Se alejaba caminando, pero se acordó de que aún tenía que saber algo. Se dio la vuelta y miró a su abuela, que aún no se había ido a cagar.

- ¡Abuela! ¿Cómo te llamas?

La abuela soltó una carcajada.

- Ay, Jeremmy, y ahora lo preguntas... ¡Me llamo Kikujiro!

Timmy y el vagabundo corrieron desesperadamente hasta un lugar apartado. Allí se desnudaron con rapidez y torpeza, cegados por la excitación del momento. Se besaron apasionadamente. El fuego de la pasión lo quemaba todo. Aquello era el infierno. Timmy se agachó y el vagabundo cogió un tarro de vaselina mientras que con-----
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Censurador de Vandal: ¡Pero bueno! Basta ya de tanta vaselina y tanta estaca, joder. ¡No, hombre no! Esto se acaba aquí. No hay derecho.

Narrador: ¡Pero si aún queda lo mejor! ahora viene LO GORDO.

Censurador de Vandal: Que no joder. Que es usted un degenerado. Que no puede hacer una cosa bonita con un niño y su abuela, ¡No! Tiene que ponerlo ahí a fornicar. Además que este blog se ha ido convirtiendo gradualmente en pornografía. ¡PURA ESCATOLOGÍA! Y todo muy gráfico. Esto se acaba aquí.

Narrador: ¡FARCISTA! ¡¡¡FARCISTA!!!

FIN

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