El Blog Oficial de GenG

Publicado: 05:56 28/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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Anoche apenas pude dormir de los nervios que tenía, pero en ningún caso me encontraba cansado o con sueño. Creo que nunca antes en mi vida me había sentido con tantas ganas y decisión de hacer nada. La pieza final de mi nave me esperaba en algún lugar de aquella zona a la que llamé la Prueba Final al ser el último obstáculo que se interponía entre mi planeta natal y yo.

Sorprendentemente, esta zona era mucho más pequeña que las otras. Pero nunca me había encontrado tantos contratiempos condensados en un mismo tramo: Un lago separaba las dos orillas de la zona. Los únicos accesos sobre el lago eran una rumbrienta pasarela de metal con fugas llameantes y un puente sin construir situado en una pequeña islita en medio del lago. Tras el puente, una pared de mineral bloqueaba el acceso a la segunda parte del puente, y al final del camino, una enorme estructura rica en celulosa nos impedía alcanzar la zona desde la que captaba la señal de la pieza.

Sólo me hizo falta un vistazo para averiguar lo que debía hacer. Si quería llegar hasta el otro lado, tendría que contar con las habilidades de los 3 tipos de Pikmin. Me tomé esta “prueba final” como un examen de mis dotes de liderazgo de los Pikmin que me habían ayudado a sobrevivir en los últimos 17 días.

Ordené que unos 50 Pikmin azules reconstruyeran el puente del lago. Mientras, unos Pikmin amarillo me acompañaron en busca de rocas bomba. Encontré unas cuantas entre unos restos metálicos. Unos pocos Pikmin rojos proseguían por el puente de metal llameante hasta el final para poder hacer a un lado la estructura marrón. En cuanto los Pikmin azules completaron la construcción del puente, los 3 Pikmin amarillos con rocas bombas destruyeron la pared. Sólo quedaba reconstruir la segunda mitad del puente y tumbar la frágil pared que bloqueaba el paso a la pieza. Ante mí se abrió un arenal del que sobresalía un vegetal. Todo estaba demasiado tranquilo, pero no bajé la guardia. Ya me he enfrentado a muchas situaciones iguales durante mi periplo por este planeta. Respiré hondo, porque supuse que esta calma era el preludio de la tempestad que estaba por comenzar

Dejé a mis Pikmin atrás y me adelanté a examinar la zona. La pieza tenía que estar aquí. ¿Estaría bajo tierra? Me acerqué a examinar el vegetal que asomaba y ¡zas! Noté como una fuerza colosal se lanzó hacía sobre mí desde las profundidades del arenal. Me sobrepuse al susto y retrocedí lo más rápido que pude a por un pequeño grupo de Pikmin. Al darme la vuelta, allí estaba. Una criatura colosal de con una piel rugosa, protegida por un gigantesco caparazón que parecía una montaña. Los ojos saltones me hizo pensar que este titán podría estar emparentado con los bulbos que había visto en el planeta, pero este era diferente. Emanaba un aura regia y distinguida, casi ancestral. Sin darme tiempo a reaccionar, el bulbo gigantesco abrió la boca y esgrimió su gigantesca lengua púrpura contra mis Pikmin. La lengua era tan pegajosa que atrapaba a todos los Pikmin en su camino y los llevaba directamente a sus fauces. A los Pikmin que no había cazado con la lengua los aplastaba de un salto con su enorme cuerpo. Su cuerpo de roca sólo dejaba expuesta su cara, precisamente la parte que querría evitar.

Grande, poderoso, de defensas impenetrables. Este bulbo era una perfecta máquina anti Pikmin perfecto. Continuos cambios evolutivos lo habían convertido en el némesis de los Pikmin. Entonces lo supe: esta era la prueba final, el enemigo definitivo a batir, el último obstáculo a derribar, tanto para mí como para los Pikmin. Tanto ellos como yo habíamos pasado por muchas penurias juntos y por fin había llegado el momento decisivo para el que los Pikmin y yo nos llevamos preparando los últimos 17 días.

Si quería tener alguna oportunidad contra aquella cosa, debía tener en cuenta el alcance de su lengua pegajosa y el pisotón. Normalmente daba un salto cuando notaba que tenía Pikmin en la cara, así que aprovechaba para llamar de vuelta a los Pikmin antes de que se preparase para dar el salto. El rival era duro y la batalla se prolongaba durante horas. En aquel momento decidí usar grupos pequeños de 15 Pikmin porque la experiencia me había enseñado que pierdes control sobre un grupo a medida que aumenta su tamaño. El grupo de 15 Pikmin me ofrecía un equilibrio perfecto entre ataque y defensa.

Cuando la criatura perdió la paciencia, empezó a dar saltos tan altos para alguien de ese tamaño que desafiaban las leyes de la física. Tenía que procurar no encontrarme debajo de sus posaderas cuando alzaba el vuelo, aunque no pude evitar perder a muchos Pikmin. Más de la mitad de los que me acompañaban perecieron y aún hoy me siento mal por no haberles permitido saborear la victoria.

La batalla comenzó cuando el sol todavía estaba a lo alto. Al atardecer, el bramido ahogado de la bestia anunciaba el final de la contienda. De alguna forma lo habíamos conseguido. Habíamos derrotado al emperador de los bulbos. Desapareció entre las profundidades del arenal para no volver, dejando tras de sí la ansiada última pieza. ¡La Caja Fuerte! ¡Y está tan llena como siempre! Como me alegro de haber seguido buscando sin perder la esperanza… Ahora puedo abandonar este planeta sin ningún remordimiento! Puede que hasta compre de camino algún recuerdo para mi mujer e hijos.

Mis Pikmin la llevaron religiosamente hacia la nave como si fuera una pieza más, pero lo cierto es que no era una pieza más. Era la última pieza. Me pregunto si lo sabrían.

Decidí partir esa misma noche. En realidad no sé no muy bien por qué lo dispuse así. Durante los últimos 17 días he estado despegando hacia la atmósfera del planeta todas las noches, así que supongo que por tradición.

Delante de mí se alzaba por fin el Dolphin completamente reparado. Estaba como nuevo. Y pensar que hubo momentos en los que llegué a pensar que nunca recuperaría todas las piezas y que moriría en este planeta, lejos de mi familia. Me quedé un buen rato quieto ante la nave, contemplando su esbelta figura y asimilando mi nueva situación.

Detrás de mí se encontraban unos pocos Pikmin, observándome con sus ojos inexpresivos. Seguía sin tener idea de lo qué estaban pensando, o si tenían capacidad de pensar siquiera, pero en mi interior sabía que se estaban despidiendo. De alguna manera, el instinto les decía que yo me tenía que ir. Yo quería sobrevivir y volver con mi familia, pero no podía evitar sentir responsabilidad y preocupación por el nuevo destino de los Pikmin. ¿Qué será de ellos cuando abandone este planeta? Con mi ayuda, los Pikmin han logrado imponerse a bestias que nunca habrían podido exterminar por sí solos. Han logrado multiplicarse hasta niveles inimaginables, pero es muy probable que la especie vuelva a lo más bajo de la cadena alimenticia. No puedo evitar preocuparme de lo que les pueda ocurrir tras toda la ayuda que me han estado prestando. Espero que se adapten a mi ausencia y sean capaces de desarrollar las dotes de liderazgo necesarias para sobrevivir.

En ese pequeño instante dudé en si regresar a mi planeta, pero el sentido común me decía que no podía quedarme. Mi sistema de supervivencia se acabaría agotando y moriría. No lo pensé más, y subí las escalinatas de mi Dolphin sin mirar atrás. Me dejé caer, agotado, sobre el asiento del piloto. Me abroché el cinturón y activé la secuencia completa de despegue. Todas aquellas acciones tan rutinarias habían cobrado un nuevo significado. El estruendo de los reactores iónicos me indicaban que la ignición había comenzado, y el vacío en mi estómago que había alzado el vuelo.

Entonces, miré hacia fuera, y la imagen que vi entonces me transmitió sorpresa y una gran paz al mismo tiempo. Los Pikmin estaban enfrentándose (y derrotando) a los depredadores de la noche como yo les había enseñado. Estoy seguro de que estarán bien sin mí de aquí en adelante.

A los pocos minutos ya había alcanzado las capas más altas de la atmósfera. En un acto reflejo eché un vistazo por la ventanilla sin reparar en que los Pikmin no serían visibles. Sin embargo, algo parecía brillar entre las nubes. Mantuve la mirada fija un buen rato en la estela de la nave, esperando a que algo ocurriese, hasta que, en un claro de nubes, tuve ante mí una escena que no olvidaré mientras viva: al igual que todas las noches, las cebollas Pikmin me habían seguido hasta la atmósfera. Pero esta vez no eran 3 cebollas. Eran decenas y decenas de cebollas de todos los colores que parecían escoltar a Dolphin en su viaje triunfal hacia las estrellas. No pudé evitar derramar una lágrima mientras recordaba todas mis aventuras y peligros junto a los Pikmin.

No aparté la vista ni un instante. El planeta se iba volviendo cada vez más pequeño y distante, hasta que al fin se veía tan lejano que parecía una pequeña gema azul, brillando tímida y solitaria en el vacío sideral. No fue hasta que la perdí de vista que volví a poner mis ojos llorosos sobre los mandos.

A día de hoy no puedo dejar de pensar en la razón de por qué los Pikmin decidieron depositar su confianza en mí tan rápido, si se debió a mi aspecto o mi tamaño. Mi teoría es que los Pikmin son criaturas muy dependientes por naturaleza y necesitan de un líder que les ofrezca las directrices para la supervivencia, pero al parecer, gracias a mi compañía han aprendido a valerse por sí mismos.

Yo también he aprendido muchas cosas gracias a ellos: sobre los Pikmin, sobre su mundo y sobre mí mismo. Mi viaje con ellos me ha enseñado muchas cosas valiosas que recordaré para siempre. Jamás olvidaré a estas extrañas criaturas que me seguían a todas partes llevando cosas de un lado para otro, luchando, multiplicándose y, finalmente, muriendo por mí.

Fin del diario del Capitán Olimar.

Publicado: 04:41 27/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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Hoy regresé al Ombligo del Bosque por última vez para recuperar las dos piezas que no pude transportar ayer. A primera hora de la mañana partí con un grupo de Pikmin rojos para que trajeran de vuelta el Sistema Analógico y la Libra.

El resto del día lo pasé cultivando nuevos retoños y buscando gotas de néctar para fortalecer a los veteranos. Mientras recorría las oscuras profundidades junto a los Pikmin, me di cuenta de lo curioso que resulta el hecho de que todo lo que en un comienzo me parecía hostil y extraño se ha convertido, 16 días después, en una parte de mí. Este planeta se ha convertido en un segundo hogar para mi yo aventurero. Creo que podría acostumbrarme a esta vida, pero al mismo tiempo, una vez satisfechos mis deseos de aventura, este planeta me ha hecho darme cuenta de muchas cosas que no conocía de mí mismo y de lo importante que es para mí mi familia y mi aburrida rutina de mensajero intergaláctico, algo de lo que tal vez no era consciente hace 16 días.

Ya sólo me queda una sola pieza. Con las 29 piezas que he recuperado, la energía del Dolphin está casi al máximo. En la parte más alejada de las profundidades del bosque puedo ver una región en la que debe estar la última pieza. Con toda seguridad, ésta es mi prueba final. Mi sistema primario de supervivencia dejará de funcionar en 14 días. He de hacer acopio de valor para superar este último desafío.

Hoy me iré a la cama pensando en que mañana será el último día que pase en este planeta junto a los Pikmin. Dudas y pensamientos recorren mi mente en estos momentos pero no puedo dejar que me atormenten. No sé si esta noche podré pegar ojo sabiendo que por fin, tras tantos desafíos, voy a poder volver a casa.

Publicado: 04:35 26/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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Sólo me faltaban 4 de las 30 piezas necesarias para reparar mi nave, y 3 de ellas se encontraban aquí, en el Ombligo del Bosque. Mi particular aventura junto a los Pikmin en este planeta está a punto de tocar a su fin. Sólo necesitaba hacer un pequeño esfuerzo más para volver a casa.

Si quería recuperar las 3 piezas en un solo día, tenía que organizarme a la perfección. Organicé un pelotón compuesto por 50 Pikmin rojos y 50 Pikmin azules. Con los rojos, despejé el área de verracos de fuego para que el resto de Pikmin pudiera moverse con tranquilidad. A continuación, ordené que los Pikmin rojos derribaran una densa pared oscura mientras los Pikmin azules me acompañaban hasta el centro de la charca y recuperar el Filtro Anti-dioxinas. Las leyes del espacio obligan a que todas las naves eliminen todos los agentes contaminantes. Esto se coloca sobre la cámara de escape de la nave para que los agentes causantes de enfermedades no salgan de los tubos de escape. ¡Lo que significa que podré desplazarme sin contaminar la atmósfera del planeta! ¡Me siento muchísimo mejor!

Entre tanto, la pared cayó, abriendo el paso a una zona muy estrecha con constantes emanaciones de llamas. A la izquierda un puente en ruinas esperaba su reconstrucción a manos de Pikmin rojos, por lo que me adelanté, y abandonado en medio de una charca encontré el el Sistema Analógico. Este sistema transmite todos los datos imprecisos que caen fuera del rango de unos y ceros. Es un poco ambiguo, la verdad, así que no sé muy bien para qué sirve. También acentúa las emociones del ordenador interno del Dolphin. Hace que sea más inteligente y que se enfade mucho antes de lo normal. ¡Igual que mi jefe! Para sacarla del agua, tuve que lanzar unos 20 Pikmin azules desde las terrazas de arriba, pero antes de llegar a las columnas de fuego los recuperé para evitar daños. El resto dependía de los Pikmin rojos.

Con el puente sobre el oscuro abismo, vi una pieza esperándome en lo más alto de una formación rocosa. Para acceder, primero tuve que situar unos cuantos Pikmin amarillos en la mitad de la elevación, subir tras ellos aprovechando el impulso de un géiser, y desde allí, volverlos a lanzar para que alcanzaran la pieza. ¡Se trataba de la Libra! Es un regalo de mi hija. Se llama así por su signo zodiacal. Mi pequeña princesita… Me pregunto qué estará haciendo en este momento… Tanta tardanza en volver a casa debe tenerla preocupada…

Mientras bajaban la pieza, miré el reloj y me llevé las manos a la cabeza. Se estaba haciendo de noche. Volví a por el Sistema Analógico con un grupo de Pikmin rojos para que pudiesen acercar la pieza la nave aunque fuese un poco. Pero me olvidé de los Pikmin amarillos y azules que ya estaban cargando con la Libra e iban derechos hacia las grietas llameantes. Pude detenerlos y apagar el fuego de los pobres Pikmin, pero los Pikmin rojos cargando el Sistema Analógico ya nos habían dejado atrás… ¡y la cuenta atrás ya había comenzado! Reuní a los Pikmin a mi alrededor y corrí como pude hacia los rojos, ordenando a los Pikmin que me seguían que se pegaran a la pared para no que no acabaran chamuscados. Finalmente pude hacer que los Pikmin rojos se detuvieran y me acompañaran a la nave, pero desgraciadamente no conseguí recuperar de estas dos piezas. Como se suele decir: “el que mucho abarca, poco aprieta”.

Mañana volveré al Ombligo del Bosque con el único objetivo de recuperar estas dos piezas. Aprovecharé para descansar, recuperar fuerzas y prepararme para investigar el paradero de la última pieza.

Tengo 27 piezas. Me faltan 3.

Publicado: 04:43 25/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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De vuelta al Ombligo del Bosque. No creo que consiga acostumbrarme nunca a esta oscuridad. Es muy incómoda y me pone de los nervios. Pero el pensamiento de que sólo estaba a un puñado de piezas de distancia de casa me dio los ánimos suficientes para un pequeño esfuerzo más.

Lo primero que tenía que hacer era echar abajo la pared oscura que bloqueaba el paso a una de las piezas. Recordé que durante una de mis rondas exploratorias por el Ombligo del Bosque encontré, en una de las terrazas encharcadas, una de esas grandes construcciones de hojalata que albergan rocas bomba. Desde la zona del aterrizaje se podía divisar un vadeo que me llevaba directamente hasta la terraza donde se encontraban. Una pequeña rama nos permitió volver a subir. Y para llamar la atención de los Pikmin, me acerqué a ellos, puesto que si los llamaba con el silbato, activarían las bombas y las dejarían en el suelo.

La pared cayó rápidamente pero no había ni rastro de la pieza. Este era uno de esos muchos momentos en los que sabía lo que iba a ocurrir, como si fuese actor de una predecible obra de teatro. Volví sobre mis pasos para organizar un grupo mayor de pikmin rojos y amarillos.

Como suponía, la pieza estaba en manos de otra de las extrañas criaturas de este planeta. No sabía muy bien cómo describir a lo que nos enfrentamos allí… Era como una esfera gigantesca con 4 patas que caían como un martillo de justicia sobre los incautos Pikmin que se encontrasen debajo de ellas. El punto débil era la esfera, pero la mayoría del tiempo estaba demasiado alta como para que los Pikmin rojos la alcanzasen. Lógicamente, esto no suponía un problema para los Pikmin amarillos, que conseguían aferrarse a la esfera y golpearla. Tras varios minutos atacando a su punto débil y manteniendo a los Pikmin fuera del alcance de las patas, aquella cosa explotó como una piñata de fiesta y dejó caer el Satélite. El espacio está lleno de peligros y este satélite automático tiene como función ayudar a protegernos a mí y a mi nave. Dormiré mejor por las noches en cuanto tenga a este pequeño funcionando. Esta pieza me ha protegido de los piratas espaciales muchas, muchas veces.

La siguiente pieza se encontraba en una pequeña elevación, más allá de los verracos de fuego. Organicé a los Pikmin para que construyeran el puente que nos permitiría bajarla de allí, y mientras, me puse manos a la obra para recuperar el Estabilizador Omega que había dejado a su suerte tras el combate contra el hongo gigante. Esta pieza es la aleta del Dolphin. Está un poco abollada, pero seguro que todavía vale. He avanzado mucho con las reparaciones del Dolphin y con todas las que tengo debería ser capaz de volar otra vez, aunque no recupere las 30 piezas.

Mientras tanto, el puente ya estaba listo, abriendo el camino hacia el Antigravitador. Con su poder sobre las fuerzas de la gravedad, este componente clave es el último empujón que necesito para alcanzar la velocidad de la luz, además de permitir que el Dolphin navegue elegantemente por el mar de estrellas, igual que… un delfín. El traslado de esta pieza fue toda una odisea. No tenía tiempo suficiente para ir a por Pikmin rojos que pudieran aguantar el fuego de los verracos, así que lo que hice fue distraerlos a golpes para que los Pikmin amarillos y azules no acabaran… muy hechos.

Hoy he conseguido 3 piezas más, sumando 26. ¡Si pudiera encontrar tan sólo 4 piezas más, el Dolphin estaría reconstruido! Pero el tiempo se acaba. ¡No puedo flaquear en mi búsqueda! No me rendiré, aunque no pueda recuperar todas las piezas. Estoy seguro de que algunas no son absolutamente necesarias. ¡Ya casi puedo ver a mi sonriente familia!

Publicado: 03:09 24/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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Hoy volví a la Gran Laguna, con la esperanza de que si mi plan salía bien, sería la última vez que tendría que aterrizar aquí.

Juntando 5 rocas bombas, tiré abajo la pared tras la zona de aterrizaje. Si quería conseguir las 3 piezas de la zona, necesitaría contar con todos los atajos posibles.

3 bulbos negros y un verraco volador me esperaban tras la pared. No me apetecía perder tiempo y arriesgar la vida de los Pikmin en combates innecesarios, así que me concentré en eliminar al verraco y no molestar a los bulbos que dormían.

La primera pieza que recuperé se encontraba en lo alto de una extraña formación geológica (la cual encontré demasiado geométricamente perfecta como para tratarse de una formación natural). La pieza estaba muy alta, por lo que tuve que recurrir a los Pikmin amarillos para que la transportaran. Se trataba de la Lámpara de UV. El único problema de esta luz portátil es que a veces es demasiado intensa. Tengo que acordarme de ponerme mi visor solar cuando lo use. Es ideal para broncearse… pero no parece tener ninguna relación con la capacidad de vuelo del Dolphin. Dudo mucho que afecte a mis posibilidades de escapar de este planeta. Quizá haya otras piezas como esta.

La segunda pieza la encontré en la pequeña laguna al otro extremo del área. Tuve que lanzar unos cuantos Pikmin azules a lo alto de un muro, subir tras ellos usando un géiser y volver a lanzarlos al otro lado de un hueco. Me alegro mucho de haber podido encontrar el Reactor Iónico nº 2. Es agradable a la vista y su consumo es agradable al bolsillo. El anuncio de este reactor decía: “Con un excelente kilometraje y bajo consumo, este reactor hará feliz a su mujer y le propulsará a una vida familiar en armonía”.

El paradero de la tercera y última pieza no se encontraba lejos del Reactor Iónico, pero el método que tuve que emplear para llegar a ella fue… peculiar. La pieza descansaba en un lugar demasiado alto para los Pikmin azules, pero no podía traer Pikmin amarillos hasta esta zona sin que se ahogaran. Sin saber muy bien qué hacer, me encaramé a una pequeña elevación en medio de esta pequeña laguna y al subir me topé con una enorme flor de un amarillo muy llamativo. No era la primera vez que me encontraba con una flor de este tipo en mi periplo por el planeta (de hecho, momentos antes acababa de pasar por delante de una de color azul). ¿Estaría relacionada con los Pikmin? Sin pensármelo mucho, arrojé a la flor unos cuantos de los Pikmin azules que me acompañaban. La flor parecía que se los tragaba, y al poco tiempo, expulsaba semillas de color amarillo. ¡Qué curioso! Supongo que estas flores son, por decirlo así, una especie de conversor de Pikmin. Lancé unos cuantos Pikmin azules a la flor y esperé a que brotaran. Desde aquella elevación, los Pikmin amarillos podían alcanzar sin problemas la otra orilla y bajar el Reactor Cronos del lugar en el que estaba encaramado. Con esta extraña y nueva tecnología se puede dominar el continuo espacio-temporal y convertirlo en energía. Nunca dejo de asombrarme de la cantidad de misterios que encierran las piezas de mi nave. Es demasiado técnico, incluso para un entendido como yo.

Para acabar, volví a convertir los Pikmin amarillos en azules con la flor azul que tenía delante de mí. Todo este proceso me ha sorprendido y no dejo de tener la sensación de que la localización de esas flores era demasiado… conveniente, como si alguien las hubiera dispuesto para mi propósito.

Al caer la noche, había conseguido reunir las 3 piezas que me había propuesto. Ya no hace falta que vuelva a poner pie en esta área, lo que, por otro lado, me da un poco de pena. Jamás pensé que lo diría, pero creo que le estoy cogiendo cariño a este planeta, a sus parajes y a su delicado ecosistema. Me hubiese encantado haber visitado este planeta en otras condiciones.

Ya tengo 23 piezas en mi poder. Me quedan 7 para reconstruir la nave al completo.

Publicado: 01:19 23/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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A pesar de que hoy hace 4 días que empecé a explorar la Gran Laguna, no me había percatado de la pared de mineral oscuro tras del área de aterrizaje. Seguro que me es muy útil como atajo a la gran pradera de más allá, pero no dispongo de suficientes rocas explosivas. De todas maneras, con sólo a 5 piezas de despedirme de la Gran Laguna, no tiene mucho sentido que invierta demasiado de mi valioso tiempo en derribarla.

Hoy sí que pude traer de vuelta el Rotor de Zirconio con la ayuda de 50 Pikmin azules. Sí que pesaba…

Una pared de color claro y un puente sin hacer me cortaban el paso a un área en la que, según el radar, podría encontrar una nueva pieza. Perdí bastante tiempo en idear la forma de hacer que los Pikmin alcanzaran al puente para que lo levantaran. Di con la solución varias horas después, cuando reparé en que los Pikmin amarillos llegarían más lejos que el resto. Nunca se me ocurre probar la opción más sencilla hasta que lo he hecho con todas las complicadas.

Como esperaba, la pieza estaba en poder de una criatura. Se trataba de otro insecto acorazado lanzapiedras como el del Bosque de la Esperanza. Seguí la misma estrategia de bloquear su entrada de aire para obligarle a exponer su punto débil, y al caer, liberó el Bauprés que guardaba consigo. Con la instalación de esta pieza, mi nave debería recuperar algo de su forma aerodinámica. Es, por así decirlo, la cara del Dolphin. Yo mismo la diseñé. Mientras transportaba esta última pieza del día, eché un vistazo al radar para tener una idea clara de la localización de las 3 piezas restantes.

Ya sólo me quedan 10 piezas para finalizar las reparaciones. ¿Podré recuperar las piezas en los 18 días que me quedan? Seguro que algunas no son absolutamente necesarias. Pero sólo puedo saberlo de una forma: si mi nave no está lista en el día 30, tendré que intentar despegar, sea como sea.

Acabo de recordar el día en que llevé a mi hijo a dar un paseo sideral en la nave. Estaba tan contento… Tengo que contarle esta aventura cuando vuelva a casa. ¡Y tengo que volver! Ya puedo ver la expresión maravillada de su precioso rostro mientras le describo mis andanzas con los Pikmin…

Publicado: 21:36 21/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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11 días desde el impacto


Un nuevo día en la Gran Laguna. Ayer logré dar con el paradero de 2 piezas más y esperaba poder recuperarlas hoy.

La primera tarea en mi lista era recuperar la pieza en el centro de la laguna. El verraco volador que vi ayer se había apropiado de mi Radio Interestelar. No sólo emite una señal diaria de socorro, sino que también capta voces del espacio que aliviarán mis momentos de aburrimiento. El Dolphin, aunque cómodo, es un lugar un poco triste en las profundidades de la noche… A pesar de la señal de socorro, tengo tan poco tiempo que no me queda otra opción más que proseguir mi búsqueda en lugar de esperar a que alguien venga a rescatarme. Recoger todas las piezas es un poco abrumador… Pero tengo la impresión de que no las necesito todas para despegar.

Tras el muro de granito, unos anfibios voladores se acercaron a saludar, pero a mí ya no me pillaban desprevenido. Dos nuevas paredes se alzaban a ambos lados del riachuelo, una de ellas de color claro bloqueando el paso a una pieza de la nave, y la otra oscura bloqueando una nueva zona de la Gran Laguna. Dividí a los Pikmin en dos grupos, uno rojo y otro azul, y los dejé a cada uno ocupado en su puerta. Yo me adelanté a explorar un poco y me encontré en un rincón, como caído del cielo, mi Asiento de Piloto. Una vez lo haya instalado, la cabina volverá a estar en orden. Pronto mi nave empezará a parecerse más al Dolphin de antaño. Como en los viejos tiempos… Sólo con imaginármelo instalado en la cabina, me vienen a la mente imágenes en las que veo al Dolphin elevándose en los cielos… ¡Vuelvo a sentirme inspirado!

Los Pikmin azules consiguieron tirar abajo su pared, y tras ella me esperaba el Rotor de Zirconio. Está hecho de un zirconio inoxidable, que es un material especialmente indicado para fabricar piezas para naves. Tuve que pagar un dineral para que me lo instalaran y sospecho que el mecánico me cobró de más. Reluce como si fuera nuevo, pese a haber estado expuesto a la dura atmósfera de este planeta.

Desgraciadamente, necesitaba muchos más Pikmin azules para llevarlo de vuelta a la nave y habían ya demasiados Pikmin sobre el terreno como para sacar más, así que ordené a los Pikmin azules que se unieran a los rojos para acelerar la demolición de la pared oscura y transportar el Asiento de Piloto hasta la nave.

Es curioso… Los paisajes de este planeta, que una vez encontré hostiles, me parecen ahora de una serenidad sorprendente. Creo que los Pikmin han abierto mi corazón a la belleza de este mundo. ¡Si hasta he llegado a pensar que a lo mejor no necesito todas las piezas! ¡Qué locura…!

He recuperado 18 piezas hasta el momento. Tengo que recuperar las 12 piezas restantes en los 19 días que me quedan.

Publicado: 02:13 21/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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10 días desde el impacto


Mi segundo día en la Gran Laguna. Hoy pude explorar él área más concienzudamente, ahora que apenas quedan bestias en la zona de los alrededores de la nave.

Una pieza me esperaba al otro lado del lago, protegido por un bulbo negro durmiente y uno de esos anfibios saltarines tan molestos. Se trataba del Emisor de Gluones. Aprovechando las propiedades metafísicas de los gluones, este dispositivo… Bueno, es… muy científico, y ni siquiera yo lo entiendo del todo, pero me costó mucho dinero… No tengo ni idea de cómo funciona, pero hará que el Dolphin vuelva a despegar con su característico rugido. Para traerla de vuelta, tuve que reconstruir un puente cercano, no sin antes despechar a un grupo de asaltantes subterráneos. Creo que a estas cosas les encanta el material del que están hechos y por eso es habitual encontrarlos cerca de un puente.

También intenté echar abajo una pared de mineral sólido usando bombas, pero no encontré todas las que necesitaba, así que la próxima vez daré buena cuenta de ella. Cerca de esta pared, al otro lado de un pequeño charco, encontré la Máquina de Masajes. ¡Necesité 50 Pikmin para traerla de vuelta a la nave! La colocaré en la parte baja de la espalda y la dejaré trabajar. Estoy deseando instalarla, pues me han estado doliendo los riñones desde que me estrellé y últimamente he estado caminando demasiado. Ahh, qué alivio…

Por otro lado, no pude alcanzar la pieza que había caído en el centro de la Gran Laguna porque estaba rodeada de esas molestas criaturas acuáticas que no dejan de comerse a los Pikmin azules. Se me hacía tarde, así que tuve que posponer la lucha y la recuperación de las piezas hasta la próxima vez.

Con 16 en mi poder, ya he recuperado más de la mitad de las piezas. La esperanza ha empezado a nacer en mi interior para la reparación del Dolphin y mi regreso junto a mi querida familia. Mañana continuaré con una nueva actitud y seguiré explorando el planeta. Espero que la fortuna me sonría…

Publicado: 00:43 20/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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6 días desde el impacto.
7 días desde el impacto.
8 días desde el impacto.

9 días desde el impacto


Gracias a las mejoras que he hecho en mi nave hasta el momento, pude acceder a una nueva región de este inhóspito planeta. Debido a la gran masa de agua que albergaba, no dudé en llamarla la Gran Laguna. La laguna es tan extensa que se puede ver desde la nave como una gran mancha azul. Hubiese sido un lugar perfecto para pasar las vacaciones… lástima de mortal oxígeno y de mi condición de náufrago espacial.

Durante mi primera incursión en la Gran Laguna establecí contacto con una gran variedad de criaturas nuevas y peligrosas. La primera fue una variedad flotante del (denominado por mí) verraco, la bestia escupefuego del Ombligo del Bosque. Al parecer, consigue mantenerse en el aire como si fuese un globo aerostático gracias a los gases que acumula en su cuerpo. Su patrón de ataque consistía en expulsar aire a presión, creando fuertes corrientes que hacía que los Pikmin volasen por los aires. Nada especialmente letal, pero las corrientes de aire dejaban a los Pikmin evolucionados sin flor o capullo.

La segunda era una nueva especie del bulbo, el bulbo negro. Esta variedad de bulbo era más rápida y agresiva que la original que conocía. La estrategia para derrotarlos rápidamente desde su espalda seguía siendo la misma, pero el margen al cometer un fallo era mucho mayor. Debo tener mucho cuidado cuando me lo encuentre junto a otros enemigos.

La tercera era un ser acuático que se movía en parejas. Resultaron ser muy molestos y resistentes y en mis encuentros con ellos no pude evitar que se comieran algunos Pikmin.

La cuarta me pilló sorpresa. Mientras me disponía a echar abajo una gran pared de granito con bombas, dos insectos alados que nunca había visto antes descendieron en picado de forma coordinada, llevándose a unos pocos Pikmin de viaje por los aires. Atacarle con Pikmin hacía que perdieran el equilibrio y se desplomasen de vuelta al suelo, liberando a los Pikmin cautivos, pero la situación se complicó cuando, en un descuido, lancé a por ellos a los Pikmin amarillos armados con bombas. Los llamé de vuelta… y lo siguiente que recuerdo es encontrarme completamente solo, con los cuerpos inertes de los insectos voladores ante mí, un fuerte pitido en los oídos y el traje emitiendo una señal de daños internos. Los casi 30 Pikmin amarillos que me acompañaban acabaron volatilizados por la onda expansiva de la bomba.

La quinta nueva criatura que encontré hoy en la Gran Laguna fue sin duda el ser más extraño e inquietante de cuantos he visto en este planeta.

Mientras exploraba, encontré un misterioso huevo en un islote en medio de la laguna. Me quedé un rato observándolo, pensando cómo había acabado allí y qué es lo que contenía. Ordené a unos pocos Pikmin que intentaran romper el cascarón, pero no funcionó. Sin embargo, al poco tiempo el huevo comenzó a moverse de un lado a otro, abriéndose finalmente. Lo que salió de allí era una masa informe y pestilente, con dos ojos y un núcleo interno que adoptaba diferentes colores. Probé a lanzarle algunos de los Pikmin que me acompañaban, pero perecían instantáneamente al entrar en contacto con el rastro de muerte que este monstruo dejaba tras de sí. Descubrí que la sustancia tóxica era más fina alrededor del área que comprendía su cabeza, así que apunté a esa zona, rezando para que cuando se sacudiese los Pikmin de encima estos no cayeran en el rastro de pestilencia. Se dirigió hacia la zona de aterrizaje a gran velocidad y una vez allí empezó a golpear a las cebollas. No entendía muy bien que pretendía conseguir con aquello, pero aproveché que estaba distraído con las cebollas para atacarlo con los Pikmin. Tras insistir, la bestia cayó y se disolvió en una nube de vapor tóxico, dejando caer su pequeño núcleo. La sorpresa al transportar este núcleo a la cebolla fue descomunal. ¡La concentración de nutrientes en aquella pequeña esfera produjo la copiosa cantidad de 100 Pikmin! De no haber sido por esto, el balance de Pikmin de hoy habría sido pésimo: 134 bajas y 164 plantados.

Cerca de la zona de aterrizaje, al final de un gran muro, yacía el Perno Reparador. Parece un perno normal y corriente, pero, en realidad, es un robot de reparación. Esta maravilla de la robótica puede arreglar casi cualquier cosa que esté rota en la nave. Está bien, porque me aburro soberanamente reparando los pequeños fallos técnicos.

Parece que una buena parte de las piezas que necesito se hallan aquí. ¡Si mis cálculos son correctos, debería ser capaz de recuperar prácticamente todas las piezas de mi nave! No, todas no… Por desgracia, todavía quedan piezas sin localizar.

Hoy he conseguido la pieza número 14. Si pudiera recuperar 15 piezas más, podría aumentar la capacidad de la nave y desplazarme hacia nuevas zonas.

Las batallas en mi primer día en la Gran Laguna no me han permitido explorar la zona tanto como hubiera gustado. A pesar de lo sobrecogedor de su paisaje, su fauna la convierte en el área más peligrosa de todas cuantas he explorado en este planeta. Mañana regresaré a ella para seguir cartografiándo el terreno.

Publicado: 04:41 19/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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Habiendo conseguido ayer todas las piezas del Bosque de la Esperanza, y con dos zonas libres de piezas, sólo puedo regresar al Ombligo del Bosque para proseguir mi búsqueda.

El Flotador Espacial seguía estando donde lo dejé hace unos días, como si hubiese estado esperando todo este tiempo a que volviese a por el. ¡No te preocupes, Flotador Espacial, que ya estás en casa!

Al sur de la zona de aterrizaje, escondida en una zona de terrazas encharcadas, encontré mi Reactor Iónico nº 1. Por desgracia, emite gases un tanto odoríferos, pero me propulsa a velocidades de vértigo. ¡El hedor es un precio pequeño para semejante rendimiento! Unos pocos Pikmin azules fueron suficientes para enviarlo de vuelta a la nave.

La pieza más próxima estaba en lo más profundo del valle, en una zona rodeada de vegetación luminiscente, que en la oscuridad del Ombligo del Bosque brillaban como estrellas en el cielo nocturno. La bucólica estampa no duró mucho, pues el hongo gigante que presidía el llano resultó ser un enemigo. Su sombrero era demasiado resistente como para que los Pikmin pudieran hacerle daño, pero los ataques a sus pequeños pies causaban que se tropezase y cayese boca arriba, momento en el que era vulnerable a los ataques de los Pikmin. Cayó, revelando el Estabilizador Omega que tenía en su custodia. Necesitaba esta pieza si quiero que mi maltrecha nave vuelva a volar en línea recta. Me ha guiado en innumerables tormentas espaciales. ¡Y, además, queda muy elegante!

Sin embargo, problemas de logística y coordinación con unas emanaciones de fuego y uno de esos anfibios saltarines me obligó a posponer el traslado del Estabilizador Omega hasta mi próxima visita.

Con todas las piezas que he conseguido, ¡he conseguido aumentar el rango del desplazamiento del Dolphin! A medida que asciendo, puedo ver una zona húmeda en la parte más profunda del bosque. La llamaré la Gran Laguna. Mañana empezaré a explorar. Ahora debo dormir.

Hoy he conseguido 2 piezas más, así que tengo 13. Casi la mitad.

Publicado: 04:31 18/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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Al levantarme, estuve observando un buen rato el monitor del radar de la nave. La idea de seguir explorando el Ombligo del Bosque era tentadora, pero como sólo me quedaban 3 piezas por conseguir en el Bosque de la Esperanza, podría recuperarlas todas en un solo día para no tener que volver allí. Decidido a llevar a cabo la hazaña de conseguir tres piezas de la nave en un día, puse rumbo al Bosque de la Esperanza.

Para llegar a una pieza al otro lado del lago, tuve que construir un puente desde dos puntos distintos. El primer puente ya lo había levantado hace unos días… o eso creía, porque unos seres se lo habían comido. Una vez les di su merecido, sólo restó erigir el puente de nuevo. Luego, comandé un pequeño grupo de Pikmin azules hasta el otro lado del lago para que construyeran el segundo puente. Al conectar los dos puentes, pude transportar el Sagitario hasta la nave. Me lo regaló mi hijo. Me trae recuerdos de mi casa en Hocotate. ¡Lo que daría por estar allí ahora mismo! Tengo que acordarme de comprarle el regalo que le prometí.
Tras una pared al otro lado de un pequeño charco cerca del área de aterrizaje encontré el Amortiguador. Este aparato contrarresta las sacudidas y balanceos que se producen normalmente durante el vuelo. Con esta pieza en su sitio, volar es coser y cantar… casi siempre.

Sólo me quedaba una pieza, y sabía exactamente dónde se encuentra. Otra pared encharcada al sur de la zona de aterrizaje llevaba a una nueva pared oscura que los Pikmin tardaron horas en derribar. Desde los restos de la pared podía ver la pieza al otro lado de la explanada, pero no nos la íbamos a poder llevar sin hacer algo respecto al gigantesco ser que la custodiaba. Un monstruo acorazado, inmune a los ataques de los Pikmin, nos bloqueaba el paso disparando enormes rocas por un orificio frontal.

El tiempo seguía corriendo y no se me ocurría nada para sortear sus defensas. En un descuido, uno de los Pikmin que lancé fue a caer en uno de sus orificios frontales justo cuando estaba tomando aire para escupir la siguiente roca. El Pikmin debió de haberle bloqueado el sistema de ventilación, porque no tuvo más remedio que abrir su caparazón para enfriar su cuerpo, exponiendo su parte vulnerable a nuestros ataques. No tardó mucho en caer, pero nuevamente no pude evitar quedarme perplejo por lo inusuales que pueden llegar a ser las criaturas de este planeta, llegando a adoptar características más propias de una máquina que de un ser vivo, como este último.

Una vez fuera de combate, ya podía transportar la Cápsula Protectora hasta la nave con toda tranquilidad. Esta pieza transforma las fuertes radiaciones del espacio en rayos infrarrojos, inofensivos para el cuerpo. Tendré que inspeccionarla para asegurarme de que no se haya roto. Sólo me faltaba que se filtraran radiaciones.

Al final pude cumplir mi objetivo de conseguir las últimas 3 piezas de esta zona en un solo día. Según el radar ya no quedan más piezas en el Bosque de la Esperanza, así que no creo que vuelva a aterrizar allí.

Mientras despegaba, hice balance de Pikmin y comprobé, desolado, que dos Pikmin se habían quedado en tierra. Los Pikmin que no devolví a la cebolla han desaparecido durante la noche. Podrían haber sido devorados por las criaturas del planeta. No quiero ni pensarlo. Quizá sea esa la razón por la que me siguen a la atmósfera. Estoy empezando a entender los ciclos vitales de este planeta.

Ya tengo 11 piezas de las 30, por lo que me faltan 19. Según el radar ya no quedan más piezas en el Bosque de la Esperanza, así que no creo que vuelva a aterrizar allí. Mañana seguiré explorando el Ombligo del Bosque.

Publicado: 03:29 17/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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6 días desde el impacto


A la hora de decidir la ruta de hoy, me percaté de que el radar estaba recibiendo la señal de una pieza desde la zona en la que empezó todo: El Lugar del Impacto. Tarde o temprano tendría que recuperar esa pieza si quiero salir de este planeta de una vez por todas.

El Lugar del Impacto seguía siendo el mismo lugar plácido que la última vez que estuve aquí. Yo, en cambio, puedo decir que he cambiado. Mi concepción del planeta y de los Pikmin no es la misma que la que tenía entonces. Estos últimos 6 días me han parecido como 6 meses debido a todas las cosas que he visto y vivido.

La tranquilidad y la abundancia de píldoras hacen a esta área idónea para multiplicar Pikmin. Ya que sólo puedo conseguir una pieza hoy, será mejor que intente acumular la mayor cantidad de recursos posibles. La campaña se vuelve más dura a medida que me alejo del Lugar del Impacto, así que debo de estar preparado para lo peor.

Según el radar, la señal de la pieza extraviada provenía de un estanque tras la zona del impacto. Ahí me encontré la pieza, descansando dentro de un objeto de lo más peculiar. Sin darle más importancia, ordené a los Pikmin que la recuperaran, y cuando comenzaron a golpear la estructura para sacar la pieza, esta se movió, como si fuera a cerrarse de repente. Temiendo lo peor, ordené que los Pikmin saliesen de allí cuanto antes, y justo cuando el último salió, la estructura se cerró con una velocidad pasmosa. Observando atentamente el movimiento del caparazón móvil, acabar con estas criaturas fue pan comido y pude recuperar el Positronador, una máquina que genera cantidades inmensas de electricidad combinando baterías con células solares. ¡Qué hallazgo tan oportuno! La sopa espacial sabrá mejor si la caliento un poco. Este generador es tan potente que te dará una buena sacudida si no lo manejas con cuidado.

A veces tengo la impresión de que los Pikmin están en el nivel más bajo de la cadena alimenticia en el ecosistema de este planeta, ya que cada criatura que me encuentro parece haber desarrollado mecanismos caza Pikmin más efectivos que la anterior, y que mi presencia está cambiando de alguna manera el orden natural. Creo que la casi extinción de los Pikmin se debió a la incapacidad de poder sortear todas los mecanismos de ataque de las criaturas y eso les obligó a permanecer en hibernación hasta mi llegada.

Mi segunda visita al Lugar del Impacto tocó a su fin con un ejército Pikmin con fuerzas renovadas y 8 piezas en mi poder. Hoy me voy a dormir con la satisfacción de lo mucho que he cambiado en estos 6 días desde el comienzo de esta particular aventura.

Publicado: 03:13 16/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
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2 días desde el impacto.
3 días desde el impacto.
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5 días desde el impacto


Sin haber superado del todo lo vivido en el día de ayer y con la moral baja tras una noche de poco sueño, me adentré en las profundidades de del Ombligo del Bosque para comenzar a explorarlo.

Esta zona estaba situada por debajo del nivel del suelo, por lo que la luz tiene problemas para llegar hasta aquí. La visibilidad reducida supone un obstáculo para la exploración y nos hace vulnerables a los ataques sorpresa, así que tengo que tener mucho cuidado cuando tenga que desplazar grupos grandes. En comparación con la luz y la claridad de la superficie, el Ombligo del Bosque es muy oscuro y lúgubre. No creo que me acostumbre nunca.

La zona de aterrizaje parecía estar situada en una zona elevada, pero sin la luz necesaria no alcanzaba a ver qué había allí abajo. Así que, preparándome para lo peor, comencé mi descenso hacia las profundidades.

En el camino de bajada me encontré con varios puentes que ordené reparar porque el terreno es bastante escarpado y vías alternativas como esta siempre vienen bien. Uno de ellos conducía al paradero de la Transmisión, que había caído sobre un desfiladero cercano. Esta cosa marca su propio ritmo, haciendo que pilotar sea más fácil y que pueda concentrarme en los aspectos más delicados de un viaje interestelar. Tiene algunas fisuras que he intentando llenar con barro. Espero que funcione.

La orografía de una de las secciones del valle es de lo más particular. Consistía en una sección de terrazas encharcadas dispuestas de forma escalonada, toda una rareza geológica. En una de estas descansaba una nueva cebolla de color azul, produciendo una predecible semilla de Pikmin del mismo color. Estos Pikmin azules poseen un par de branquias que les permite entrar en el agua sin peligro de asfixiarse. Pese a lo valioso del descubrimiento, algo impedía que me tomara este tercer hallazgo con el asombro de las dos primeras veces.

Mi primer descubrimiento en esta zona fue el de un extraño ser transparente que levitaba por el aire con una cantidad considerable del néctar favorito de los Pikmin. Tras atacarle, desapareció y dejó tras de la carga.

Mientras tanto, el otro grupo de Pikmin ya había conseguido crear todo un sistema de puentes sobre la ladera de la colina. En lo más profundo pululaban unas bestias que no había visto antes, con un apéndice largo por el que expulsaban chorros de fuego y aire a presión. Supuse que las propiedades ignífugas de los Pikmin rojo los hacían idóneos contra este tipo de enemigos, así que reuní a unos pocos y les di la orden de atacar. Viendo que el fuego no tenía efecto sobre sus atacantes, la bestia intentaba quitárselos de encima sacudiendo su cuerpo y alejándolos con chorros de aire. A una distancia prudencial veía como los Pikmin volaban por los aires una distancia bastante considerable por las corrientes de aire, pero se levantaban nuevamente sin sufrir daños, perdiendo únicamente los pétalos de la flor. No tuve problemas contra este enemigo salvo cuando otra criatura nueva se incorporó a una de las contiendas. Este enemigo era un anfibio saltarín que caía sobre los Pikmin con una fuerza considerable, la suficiente como para aplastarlos y quitarles la vida. Me resultó difícil coordinar el ataque entre estos dos enemigos y más teniendo en cuenta que detrás de ellos había una gran masa de agua. Muy a mi pesar, no pude evitar perder a algunos Pikmin.

Mientras reunía provisiones para multiplicar la población de los recién llegados Pikmin azules, una impetuosa criatura apareció de la nada para apropiarse de mis píldoras. Me dio hasta un poco de lástima, porque no tenía ni idea de con quién se había metido. Ordené a unos Pikmin que recuperaran la píldora. No lograban quitársela de las manos, pero no cedieron. La fuerza combinada de los Pikmin fue superior y consiguieron llevarla a rastras hasta la cebolla. La píldora acabó en el interior de la cebolla y la criatura con una fractura mortal al golpearse contra ella, dejando caer algo tras de sí. Efectivamente: Una pieza de la nave. ¿Quién diría que esta criatura la mantenía escondida? El Flotador Espacial es un flotador de absoluta necesidad para todo piloto que no sea un experto nadador espacial. Un nadador excelente como yo no necesita algo como esto, pero mi lema es: “Hombre precavido vale por dos”. Es solo para casos de emergencia. En serio.

He llegado a la conclusión de que algunas criaturas de este planeta se han apropiado de algunas de mis piezas, seguramente atraídas por las luces y los ruidos que emiten. He de tener esto muy presente de ahora en adelante para evitar desgracias.

Tras la recolección de los cadáveres de todas las criaturas aniquiladas, la población de Pikmin azules aumentó hasta que pudieron ser capaz de transportar el Flotador Espacial fuera de la zona encharcada de la que había caído hasta el Dolphin, pero a muy pocos pasos de conseguirlo cayó la noche y tomé la decisión de recoger a los Pikmin, dejando al Flotador Espacial a la intemperie hasta mi próxima visita al Ombligo del Bosque. Espero que no vuelva a caer en manos de otro nativo…

Tengo 7 piezas de las 30. Me faltan 23 para recuperarlas todas.

Publicado: 03:50 15/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
1 día desde el impacto.
2 días desde el impacto.
3 días desde el impacto.

4 días desde el impacto


Hoy he vivido el día más traumático desde que me estrellé en este planeta. Pero vayamos por pasos.

Lo primero que hice fue explorar la zona tras la pared oscura que los Pikmin derribaron ayer, justo antes de que se hiciese de noche. A un lado del camino se encontraba una nueva pared tras un pequeño estanque de agua. Intenté cruzarlo con mis Pikmin, pero fue un fracaso estrepitoso. Afortunadamente logré rescatar a todos los Pikmin del agua sin pérdidas.

Más adelante, unos pocos bulbos moteados (me acabo de inventar el nombre, creo que debería empezar a poner nombre a todas las criaturas que he encontrado) me bloqueaban el paso hasta mi preciado Detonador Nova. Este pequeño emite una explosión de luz cegadora capaz de destruir cualquier cosa. No estoy muy seguro, pero el folleto decía que su onda expansiva puede viajar en las corrientes espacio-temporales, destruyendo estrellas y fisuras espaciales.

Mientras organizaba el traslado del Detonador Nova, algo salió disparado de entre la maleza y se plantó como un rayo en medio de todos los Pikmin. Parecía ser algún tipo de criatura con un caparazón que parecía una gema verde y resplandeciente y que además lo hacía indestructible. Permanecía impasible ante los ataques de los Pikmin. En un arrebato de frustración, cogí a un Pikmin por el tallo y lo arrojé hacia él, cayendo justo encima del caparazón y volcándolo. Para mi sorpresa, dejó caer una píldora. La criatura se incorporó y siguió correteando, como invitándome a repetir la travesura. Le lancé Pikmin varias veces más y dejó tras de sí un rastro de una sustancia amarilla viscosa. Los Pikmin se acercaron rápidamente a este fluido y empezaron a beberlo. ¡Los efectos de este néctar sobre los Pikmin eran asombrosos! La alta concentración de nutrientes provocó que pasasen a estado flor en un santiamén. Debo estar atento a futuras apariciones de esta extraña criatura y este néctar.

Pero lo peor del día, y lo que seguramente recordaré como uno de los peores momentos de mi vida, tuvo lugar a continuación.

Siguiendo la pista de una de las piezas, llegué a una explanada muy grande y amplia. Me extrañó que el radar reaccionase justo aquí, al no haber ninguna pieza a la vista. Iluso y ajeno a lo que se me venía encima, mis Pikmin andábamos hacia el centro de la explanada cuando, de repente, se oyó un temblor, y desde el suelo se alzó una criatura levantando una gran una nube de polvo y tierra. Era mucho más alta que mi nave, y eso que lo único que asomaba por encima del suelo era su cabeza. Antes de que pudiera reaccionar y asimilar lo que tenía ante mí, la bestia se abalanzó sobre nosotros con sus fauces puntiagudas. Yo pude hacerme a un lado, pero los Pikmin detrás corrieron peor suerte. Desolado, fui testigo del cruel final de muchos de mis compañeros. Todavía puedo escuchar con claridad los gritos de dolor al ser triturados por las mandíbulas de aquella abominación de las profundidades. Aunque quisiera, no podía apartar la mirada de la carnicería que tenía ante mí, y por primera vez desde que di con mis huesos en este planeta, sentí miedo a la muerte.

Si me hubiese resignado, probablemente no estaría escribiendo esto ahora. Todo fue mi rápido y no recuerdo todos los detalles. Lo único que si recuerdo es que mi deseo de sobrevivir y de volver a ver a mi familia eran más grandes que el de acabar como almuerzo de aquella cosa, así que me levanté y reorganicé el resto Pikmin con mi silbato. No sé en qué piensan los Pikmin, o si siquiera pueden pensar, pero me reconfortaba la idea de que buscarían venganza por sus compañeros caídos. Y sea cual fuere el papel que yo estuviera interpretando para ellos, tampoco me podía permitir defraudarles. No ahora.

Los movimientos de la criatura se volvían más imprecisos por momentos. Eso, o es que es del tipo de depredadores que sólo es temible durante los ataques sorpresa. Esperé a las pausas entre sus acometidas para lanzarle Pikmin a su cara. Muchos Pikmin seguían cayendo, pero repetidas veces contuve las lágrimas e hice caso omiso a sus gritos de desesperación para poder concentrarme en derribar al enemigo. Un estremecedor alarido marcó el final de aquella masacre.

Pero no era el final. Dos nuevas cabezas emergían de las profundidades para vengar a su compañera caída, pero ya no tenían ninguna posibilidad. Con sus patrones grabados en mi mente con sangre, no tardaron en morder el polvo, y una de ellas dejó caer la pieza de la nave que había venido a buscar.

Se trataba del Contador Geiger. Toda nave necesita uno, aunque no sé para qué sirve. De vez en cuando se vuelve loco y empieza a hacer ruidos, pero nunca le presto atención, así que no me vale para mucho. Debería leer el manual un día de estos.

De vuelta a la nave, no podía dejar de pensar en los Pikmin que habían muerto en aquel combate. ¿Son conscientes los Pikmin de su fragilidad? ¿Qué opinión tendrán de mí a partir de ahora? ¿Y por qué me obedecen y me siguen a todas partes sin cuestionar mis decisiones, por muy peligrosas que sean? Si ya tenía dudas sobre la extraña naturaleza de los Pikmin, el día de hoy me ha creado muchas nuevas y no sé si podré zanjarlas en mi (esperemos) corta estancia en el planeta. Lo que sí ha cambiado es mi actitud hacia los Pikmin, su fe ciega en mí me motiva a seguir adelante, aunque sea una fe puramente instintiva. Por el bien de todos, he de seguir.

Gracias a las nuevas funciones que he conseguido implementar, el Dolphin puede elevarse a mayor altura en la atmósfera de este planeta. Puedo ver una gran depresión en los bosques situados a mis pies. Da la impresión de ser el ombligo de esta selva. Ahora que mi nave es más estable, debería poder aterrizar allí.

Tengo 6 piezas de la nave en mi poder. Me faltan 24.

Publicado: 00:33 14/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
1 día desde el impacto.
2 días desde el impacto.

3 días desde el impacto


Al tercer día volví a aterrizar en el Bosque de la Esperanza. Tampoco es que tuviera muchas más opciones.

Mandé a los Pikmin a construir un puente que no llevaba a ninguna parte. A lo lejos podía divisar lo que parecía ser una pieza de la nave, pero en vista a que los Pikmin no podían cruzar la charca, decidí concentrarme en las piezas que estaban a mi alcance.

Hoy descubrí que si no desentierro a los Pikmin, la hoja de su cabeza se convierte en un capullo y posteriormente en una flor. Los pikmin evolucionados son más rápidos y fuertes y en ocasiones dejan tras de sí una semilla, así que no es de sorprender que me encuentre con retoños tras una batalla encarnizada. Es casi poético. El problema de mantener a los Pikmin bajo el suelo es que cuentan dentro del límite de los 100 Pikmin que pueden abandonar las cebollas, lo que me impide aprovechar al máximo esa cifra. Debo tener en cuenta que cuando los Pikmin se fortalecen bajo tierra estoy sacrificando posibilidades tácticas.

También me topé con un nuevo tipo de criaturas que esperan bajo tierra para atacar por sorpresa a paseantes incautos. Suerte que reaccioné a tiempo y no hubo que lamentar pérdidas por nuestra parte. Me lo tomé como una advertencia para mantenerme aún más alerta de ahora en adelante.

Pero no todo fueron sustos: Encontré dos piezas más de mi nave.

Una de las piezas que más necesitaba ahora mismo, el Radar Enigmático, ya que al instalarlo en la nave empezó a rastrear el resto de de las piezas sobre el planeta. Puedo consultar la localización de las piezas cercanas a través de la interfaz de mi traje, ¡así que recuperarlas será coser y contar! Al menos, en teoría…

La otra pieza era el Perno de Aleación, que encontré tras una pared de mineral superdenso que necesitó el doble de cargas explosivas para venirse abajo. Es un perno increíble que compré porque el vendedor me dijo que era de una calidad extraordinaria. Lo que lo hace extraordinario es un secreto… ¡Pero no hay más que verlo! ¡Es extraordinario! Sin duda, esta una herramienta de uso exclusivamente profesional, sólo para entendidos.

Además de aquella pared de mineral negro, di también con una pared normal que los Pikmin tardaron mucho tiempo en destruir, y como se hacía de noche, me quedé con las ganas de ver qué es lo que había más allá. Con la miel en los labios, cómo se suele decir. ¡Qué rabia! En fin, mañana será otro día.

He conseguido 4 piezas de las 30 que necesito. He estado pensando que, si tengo 30 días para conseguir 30 piezas, con que vaya a ritmo de una pieza por día podré salvarme. Si consigo 2 piezas por día, significa que conseguiré mi objetivo en la mitad de tiempo, y el tiempo será menor si algún día logro conseguir alguna pieza más. Este pensamiento me reconforta y me da fuerzas. A partir de mañana intentaré transportar dos piezas de la nave al día, y con suerte sólo harán falta alrededor de dos semanas más para que termine esta pesadilla.

Publicado: 23:17 12/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
1 día desde el impacto.

2 días desde el impacto


Al despertarme, me pregunté si todo lo ocurrido el día anterior no había sido más que una pesadilla debido a la sopa de cebollas y zanahorias pikpik que me había preparado mi mujer y que la nave estaría cruzando el espacio como estaba previsto. Los rayos de sol que empezaban a colarse por las ventanillas de mi nave me indicaban, para mi desgracia, que todo lo sucedido ayer era real y que seguía estando en peligro. En aquel momento supe que tendría que aprovechar el máximo las horas de sol para recuperar las piezas de mi nave. No tenía tiempo que perder, así que activé la secuencia de aterrizaje de mi nave para tomar tierra en el Bosque de la Esperanza.

Como supuse, la cebolla siguió a la nave en su descenso y aterrizó a su lado. Al igual que ayer, los Pikmin reaccionaron a mi silbato con una fidelidad marcial y bastaron unos pocos segundos para amasar un batallón de 25 leales Pikmins.

Dos grandes paredes de diferentes materiales se encontraban bloqueando las salidas del área del aterrizaje. La acometida de los Pikmin hacía efecto sobre la más endeble, pero apenas hacían rasguños a la otra, parecía estar hecha de un mineral muy denso. Preferí no seguir insistiendo e ignoré aquella pared.

A través de la polvareda que el derrumbamiento de la otra pared había causado, pude discernir las siluetas de unas criaturas completamente diferentes a los Pikmin. Estas eran más grandes que yo o los Pikmin, con un cuerpo redondo rojo moteado, dos patas, ojos saltones y colmillos. El aspecto intimidaba, aunque en ese momento no se habían percatado de nuestra presencia.

De haberme encontrado en otra situación, una más favorable, seguramente habría tomado las medidas adecuadas para asegurarme de que aquellas bestias eran dóciles, pero no estaba en un safari. Si una idea no me hacía particular gracia en aquel momento era la de acabar como desayuno de una criatura en un planeta recóndito, así que no dudé más. Di la orden de ataque a los Pikmin, y las bestias, distraídas, no tuvieron tiempo para responder. Segundos más tarde, yacían inmóviles. Definitivamente tendría que despojarme de cualquier sentimiento de respeto hacia cualquier forma de vida autóctona si quería sobrevivir: En este planeta impera la ley del más fuerte.

Descubrí que, al igual que las píldoras, los cadáveres contenían nutrientes que las cebollas Pikmin podían transformar en nuevas semillas.

Un poco más adelante me topé con una criatura idéntica a las que hacía un momento habíamos diezmado, pero esta vez, ¡era enorme! Por suerte para mí, todavía dormía, así que cruzamos a su lado sin hacer ruido y nos colocamos a su espalda. No tenía mucho tiempo para pensármelo, así que empecé a lanzar Pikmin rápidamente a su lomo. La bestia se levantó sobresaltada e intentó librarse de los Pikmin a sacudidas, pero eran demasiados. Un grito de dolor marcó el rápido final de la contienda y procedí a reclamar su cuerpo inerte como trofeo. En todos mis años como viajero jamás se me pasó por la cabeza la idea de liderar un escuadrón de vegetales andantes contra temibles criaturas gigantes. Aunque algo me decía que mis batallas en este planeta apenas acababan de comenzar.

En esta zona encontré la dinamo, una pieza indispensable que le proporciona energía ilimitada a la nave. ¡Ahora podré dejar las luces encendidas hasta tarde!

Tras una pared, hice otro gran hallazgo inesperado: ¡Otra cebolla! Esta era de color amarillo, y al acercarme se incorporó y escupió una semilla que produjo un pikmin amarillo. A primera vista este Pikmin amarillo parecía idéntico a los rojos, pero en una inspección más pormenorizada me di cuenta de que tenía orejas muy largas y era más ligero que el resto de Pikmin, lo que le permite llegar más alto en los lanzamientos. Además, esto Pikmin puede cargar y lanzar unas enigmáticas rocas explosivas capaces de tumbar hasta la pared más sólida y que también me sirven contra las criaturas de por aquí.

Mientras trabajaba en aumentar la población Pikmin, me di cuenta de que dejan de salir semillas una vez hay 100 Pikmin sobre el terreno. Deduzco que sólo puedo llevar 100 Pikmin conmigo al mismo tiempo, así que debo de tener esta cifra presente de cara a futuras estrategias.

Otra cosa a la que tendré que estar pendiente de ahora en adelante es la hora. Como los depredadores de este planeta salen a cazar durante la noche, los últimos rayos de sol me avisan de que he de regresar a la atmósfera hasta el día siguiente. Debo recoger a todos los Pikmin que estén trabajando lejos de las cebollas en ese momento. Si no, no sé qué será de ellos.

Muchas piezas han caído en esta zona. Si pudiera recuperar el radar, encontrar el resto sería pan comido.

Tengo en mi poder 2 piezas. Con 3 más, podría ampliar la capacidad de la nave.

Publicado: 22:36 11/06/2012 · Etiquetas: pikmin · Categorías: Videojuegos
Día 1 desde el impacto


Soy el Capitán Olimar, un reputado viajero interestelar de Hocotate, mi planeta. He decidido registrar todas mis observaciones y experiencias en mi diario hasta que pueda abandonar este inhóspito planeta. No sólo para poder consultar estas anotaciones posteriormente, sino para dejar constancia de que todo lo que estoy viviendo ha sucedido de verdad.

Utilizo mi nave, el Dolphin, para realizar transportes interplanetarios de pequeñas cargas y minerales de galaxias lejanas. Es un trabajo de no poca importancia, y me lo tomo muy en serio.

Llevaba un tiempo trabajando demasiado, algo propio de mí, así que decidí tomarme unas vacaciones para descansar un poco. La noche anterior a mi partida mi mujer me preparó mi sopa favorita. Es un plato famoso en mi planeta que se hace con tres cebollas grandes y cientos de minúsculas zanahorias rojas, amarillas y azules. Cuando mi estómago ya no pudo más, me metí en la cama y me puse a pensar en las tranquilas vacaciones que empezarían a la mañana siguiente. Al final, caí en un sueño profundo y placentero.

El viaje empezó bien. Sin un destino fijo en mente, me limité a dejar que el Dolphin hiciera su trabajo a través de los vastos dominios del espacio. Sin embargo, me invadió una sensación extraña… Y entonces tuve la premonición de que mi corto viaje se convertiría pronto en una aventura épica, aunque deseché estas ideas sin sentido producidas por mi hiperactivo cerebro. Activé el piloto automático del Dolphin y me levanté para prepararme un té. Justo en ese momento, una fuerte sacudida desestabilizó al Dolphin. Durante unos instantes mi mente intentó encontrar una explicación, pero no tuve mucho tiempo para reaccionar. Me golpeé contra el panel de control y perdí el conocimiento.

Cuando recuperé la consciencia descubrí que me había estrellado contra un extraño planeta, un lugar del que no conocía ni el nombre ni la ubicación. Agradecí a las leyes del caos el que, por lo menos, estuviera vivo. Tras una breve inspección me di cuenta de que el Dolphin había sido tan maltratado durante su reentrada en la atmósfera que había perdido varias de sus piezas. Probablemente estarían esparcidas por toda la superficie del planeta. Por si esto fuera poco, los sensores de mi traje espacial indicaban que la atmósfera del planeta contenía altos niveles de oxígeno, un elemento increíblemente letal para mi raza. Por suerte, el sistema primario de supervivencia de mi traje no había sufrido ningún daño, pero yo sabía que tenía energía suficiente para funcionar sólo 30 días más. Si pudiera encontrar al menos el motor, podría desplazarme por la atmósfera del planeta para buscar el resto de las piezas… Tengo que recuperarlas todas y salir de aquí antes de que se agoten las reservas de mi traje. Si no… no quiero ni imaginármelo. Tengo que centrarme en conseguir las piezas y sobrevivir.

Al explorar los alrededores de la zona en la que mi nave se había estrellado, lo primero que me llamó la atención fue el tamaño de la vegetación de este planeta. Las plantas más pequeñas eran tan grandes como una casa y las más grandes parecían no tener fin. ¿Y si este planeta está habitado por criaturas de estas dimensiones? No quiero ni pensarlo. Espero no tener que toparme jamás con ninguna.

A unos pocos metros de la nave me encontré una estructura redonda asomando en la tierra que, como reaccionando a mi presencia, acabó por desenterrarse en un fugaz movimiento, se alzó sobre tres patas y soltó una semilla. Al cabo de un rato, de donde cayó la semilla surgió un brote con una hoja que se balanceaba hacia delante y hacia atrás, como invitándome a que me acercara. La curiosidad me pudo y sin dudarlo ni un instante agarré el brote y tiré de él con fuerza hasta que salió del suelo.

Una extraña criatura similar a mí en tamaño y aspecto, con ojos y extremidades y de un brillante color rojo permanecía de pie, observándome atentamente. Nunca había visto nada igual. ¿Es un animal o una planta? Me recuerda a las zanahorias pikpik que comemos en Hocotate, así que lo llamaré… Pikmin. Quién lo diría: Perdido en un planeta, luchando por mi supervivencia… y pese a todo, mi lado explorador me pedía saber más acerca de la intrigante forma de vida que tenía ante mí.

Este Pikmin reaccionaba a las frecuencias del silbato de mi traje y me seguía a todas partes. Di rienda suelta a mi lado más cruel al zarandearlo y lanzarlo por los aires, tras lo que volvía a mí como si nada hubiera pasado. ¿Qué es lo que quiere de mí? Es imposible saber qué está pensando.

Absorto dándole vueltas a estas ideas y otras ideas, el Pikmin tomó la iniciativa y comenzó a golpear un tallo cercano, haciendo que la píldora roja de su copa cayese ante él. El Pikmin procedió a transportar la píldora roja hacia la cebolla, y tras ser absorbida por esta, produjo dos semillas más. Supuse que esas píldoras contienen sustancias que permite que la cebolla produzca más y más Pikmin, así que desenterré a ambos Pikmin del suelo y les indiqué el camino hacia nuevas píldoras. Antes de que me diera cuenta, la población de Pikmin había llegado a los 14 individuos. La capacidad de multiplicación de estas criaturas es asombrosa.

Un gran obstáculo se interponía en mi camino y los 14 Pikmin pudieron moverlo sin problemas. Es increíble como trabajando en equipo pueden lograr hazañas imposibles para un solo individuo. En aquel momento tenía la impresión de estar ante un milagro y, de repente, la idea de salir con vida de aquel planeta no parecía tan descabellada.

En poco tiempo, los Pikmin ya eran unos 25. Di con el motor, la pieza más importante de la nave, y le ordené a los Pikmin que lo transportasen hasta mi Dolphin. ¡La nave ya podía arrancar y alzar el vuelo una vez más! Aunque... sin el resto de las piezas, sólo podía elevarse lo suficiente como para llegar a aterrizar en áreas cercanas. Es muy pronto para darse por vencido.

Al anochecer puse la nave en marcha y despegué. Los Pikmin regresaron a la cebolla, y para mi sorpresa, ésta seguía a mi nave por el cielo. ¿Será que los Pikmin no pueden sobrevivir en la superficie durante la noche? ¿Será que quieren ayudarme? En cualquier caso, parece que mañana podré volver a contar con su ayuda.

Me faltan 29 piezas. Si no las recupero, puede que nunca regrese a mi planeta ni pueda volver a ver a mi familia. Los echo de menos un montón…

Desde la nave puedo ver un claro en el que aterrizar. En vista a que es un lugar clave para mi supervivencia, lo llamaré el Bosque de la Esperanza. Mañana comenzaré a explorarlo con la “esperanza” de encontrar más piezas de la nave.

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