Publicado: 17:07 10/06/2008 · Etiquetas: · Categorías: Opinión
Los juegos de Rol siempre han sido mi género favorito de entre todos los existentes en el mundo de los videojuegos, y no es extraño: historias fascinantes, personajes inolvidables, aventuras inimaginables, combates de lo más épico... lo tienen todo.
Tal es mi pasión por estos títulos que nunca me he cerrado a jugar a cualquiera mínimamente interesante, pero desde la pasada generación sencillamente no encontraba lo que andaba buscando. Empecé comprando una PS2 en cuanto escuché que Final Fantasy X estaba en desarrollo, ya que esta saga había ejercido en mí una gran influencia durante la era de las 32 Bits y por nada del mundo pensaba dejar pasar esa nueva joya que prometia Squaresoft. El caso es que pese a haber cogido con muchas ganas este gran juego acabé desarrollando cierta apatía hacia el mismo por lo radicales que resultaron ciertos cambios con respecto a las anteriores entregas, un sentimiento de desdén hacia mi (por aquel entonces) saga favorita que fue incrementándose con cosas como FFXI, FFX-2 o FFXII, que no iban nada con mis gustos ni reflejaban lo que a mí me gustaba de esta serie de juegos. Absolutamente desencantado con el rumbo que tomaba FF intenté buscar un "placebo" que saciase mi necesidad de RPG, iniciativa por la cual fui jugando títulos de bastante calidad como Tales of Symphonia o Baten Kaitos y alguna que otra cosilla en consolas portátiles, pero no podía evitar sentirme vacío por dentro... faltaba algo, algo sin lo cual mi amor por los RPG fue decayendo hasta el punto de que casi no jugaba a nada relacionado con el género, y al ver que no se anunciaba nada que captase mi atención lo más mínimo la cosa iba a peor. Así me pasé toda recta final de la generación de las 128 bits... Con la llegada de la nueva generación yo ya había desechado la posibilidad de encontrar de nuevo esa pasión perdida, pero el destino quiso que topase con el tráiler de un juego llamado Lost Odyssey... "¡Pues no pinta mal!" pensé, pero sin duda el detonante fue ver que en los créditos del juego figuraban dos nombres muy familiares: "¡Nobuo Uematsu y Hironobu Sakaguchi!" Nada más ni menos que los principales responsables de mi enamoramiento hacia la saga Final Fantasy ¡y estaban haciendo un juego para la nueva consola de Microsoft! Esa XBOX360... ese armatoste blanco por el que yo no daba un duro iba a recibir el primer RPG que de verdad había captado mi atención en casi 4 años... ¡y no sólo eso! también tenían preparado otro juego llamado Blue Dragon que inexplicablemente había pasado por alto y que supuso un caso de amor a primera vista en cuanto ví las primeras imágenes que se presentaron ¡Definitivamente tenía que hacerme con esa consola! Pasé mucho tiempo con mis ojos pendientes en los primeros trabajos de Mistwalker, temblando de nervios con cada scan, con cada nuevo detalle que salía a la luz, frotándome las manos sólo de pensar en lo que me esperaba. Cuando finalmente tuve entre mis manos el esperado Blue Dragon tuve muy clara una cosa: aquello no era Final Fantasy, pero ¡qué similares eran las sensaciones que este juego estaba produciendo en mí! Animado por lo mucho que disfruté este juego deposité toda mi confianza en el prometedor Lost Odyssey, de manera que sólo habría lugar para la decepción más profunda o la alegría más inmensa. Tras el paso de unos meses que a mí me parecieron años ofrendé a mi 360 su mejor juego hasta la fecha. Lost Odyssey se convirtió en un clásico instantáneo, en algo muy similar a lo que significaban (y significan aún) para mí los mejores capítulos de Final Fantasy: un RPG atemporal que quedaría grabado para siempre en mi mente y una experiencia incomparable. Pero los juegos de Mistwalker obraron un milagro más allá que el de crear unos RPG de tanta calidad; lograron encender de nuevo esa llama que llevaba tanto tiempo apagada en mi interior y me devolvieron el gusto desaforado por mi género rey, y desde entonces prácticamente estoy encadenando uno tras otro sin que el entretenimiento decaiga por un solo momento: Persona 3, Dragon Quest VIII, Fire Emblem Radiant Dawn... por unos momentos me parece volver a esos veranos en los que no hacía más que jugar y jugar a mis Final Fantasy en la ya vetusta PSX, y eso es sin duda lo mejor de todo. Con los ánimos más altos que nunca y viendo que se avecinan unos cuantos juegos interesantes creo que mi afición por el RPG es ahora más fuerte que nunca. Espero que dure años y años. |
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