Nota informativa: Me apetece compartir esta breve historia que escribí hace bastante tiempo.

Mi intención era relatar los sucesos previos a las inundaciones de una forma totalmente personal.

Únicamente legué a narrar el primer capítulo, cuyos hechos acontecen en los bosques donde los Kokiri ríen y juegan.

Entended que mi capacidad narrativa era menor, así que no me apaleéis.

Aún así, ¿alguien me leerá? Si es así, gracias.

P.D.: Lo he publicado en el subforo de Zelda, pero me apetecía ponerlo en el blog. Los visitantes suelen ser distintos en un lugar y en otro.

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CAPÍTULO 1º: LA INOCENCIA KOKIRI

Un triste amanecer despertaba al reino. Los pocos rayos que alcanzaban acariciar el rostro de aquel verde lugar parecían querer animar a esos jóvenes Kokiris.

Hacía ya varias jornadas que estaban sumergidos en una extraña oscuridad creada por espesas nubes que contaminaban la armonía del pueblo. Las plantas empezaban a marchitarse junto con el ánimo de sus habitantes y al parecer la situación no mejoraría, ya que nadie tenía noticias del suceso; pero lo que más inquietaba era el silencio del monarca de Hyrule.

Al parecer, la mayoría de los pequeños habitantes del bosque no habían sido totalmente vencidos por aquellos tristes días. Todavía se hallaban grandes sonrisas entre los pequeños y sus juegos parecían mantenerles con ánimos suficientes. Entre todos ellos, un grupo de tres Kokiris acechaban a un mustio Deku por el frondoso bosque. Koly se hallaba agazapado tras su presa, May aguardaba sobre una rama y Kasuki permanecía delante del la maleza bípeda esperando el momento para abalanzarse sobre ella. La situación parecía estar controlada cuando repentinamente algo cayó al suelo provocando el ruido necesario para que el Deku escapara.

-¡May!¡May, ¿estás bien?! - decía Kasuki mientras corría a socorrerla.

-¡¿Te has hecho algo?! - la voz de Koly sacudía el bosque desde la lejanía.

Era evidente la preocupación, pero Koly era un Kokiri algo despreocupado y parecía estar más pendiente de los movimientos de la presa que se alejaba. Cuando ya estaba fuera de su alcance se dirigió al lugar del incidente

¿Cómo estás? – Koly ni siquiera prestaba atención a su compañera de juegos.

-¡Bien, gracias, estoy bien! - la voz de la dolorida May reflejaba un claro rencor.

-Lo siento, pensé que ese Deku...

-No te esfuerces, Koly. - mientras dejaba sin terminar la aclaración de su amigo, Kasuki ayudaba a May a levantarse de suelo.

-Tranquilo Kasuki, solo ha sido un pequeño golpe. - intentaba demostrar que podía andar sin dificultad.

Kasuki sonreía al ver recuperada a su amiga, mientras que Koly permanecía de pie y con los brazos cruzados. Observaba con inquietud el bosque.

-Este lugar está aun más seco que nuestro pueblo. Esto no me inspira confianza.

-Tienes razón, Koly. - decía Kasuki mientras alzaba la vista - Esta sequía está empezando a comerse nuestro bosque y a menos que no tomemos medidas nos quedaremos sin pueblo.

-Siento una gran tristeza al ver que el espíritu del bosque se apaga. No quiero perder este sitio y mucho menos a vosotros.

Kasuki se había vuelto repentinamente una Kokiri nostálgica, cosa que extrañaba a sus compañeros. Parecía que el golpe le había cambiado su estado de ánimo.

-Tranquila, todo se solucionará. - aquellas palabras concedían esperanza, pero nunca se imaginarían en esos momentos el futuro de su raza y del lugar donde habían vivido - Debemos contarle lo que está sucediendo a Fado.

Los dos afirmaron con la cabeza, cuando en ese momento llegaron las hadas de cada uno de los Kokiri que habían estado revoloteando no muy lejos de ellos, mientras estos intentaban cazar. Notaron algo dolorida a la pequeña May, por lo que preguntaron por lo sucedido. Sin dudarlo ni un momento, el impaciente Koly explicó detalladamente lo ocurrido y las intenciones que tenían. Ellas no se opusieron, por lo que inmediatamente tomaron rumbo al pueblo.

No tardaron mucho en llegar a las cercanías del pueblo. Allí todo parecía de un color más verde y, sin duda alguna, era el lugar más alegre del extenso bosque, situación que era posible por el espíritu de aquellos niños. May, Koly y Kasuki no se distrajeron con nada, solo deseaban contar a Fado lo que estaba ocurriendo en las afueras del pueblo para poder obtener respuestas.

Al final de una pequeña llanura, en la que días antes el sol doraba su suave hierba, se encontraba la casa de Fado. Un pequeño pero acogedor árbol hueco era el hogar al que debían llegar. Empezaron a caminar sobre el fino manto verde mientras una melodiosa canción de violín endulzaba sus oídos. La melodía parecía provenir de casa del jefe Kokiri, algo que no extrañaba al grupo, dada la afición de Fado.

En seguida estaban frente a las escaleras que daban al interior. Subieron cuidadosamente uno a uno. El interior de aquel hogar no difería mucho del de los demás Kokiris; como era lógico, no disponía de elementos decorativos, salvo una bella planta de matices violetas que se encontraba en una de las ventanas. Por lo demás, todo era del mismo material, madera bien pulida para los elementos indispensables de la casa, como podía ser una mesa o la estructura de la cama. Y allí es donde se encontraba el pequeño violinista.

Fado silenciaba sus preocupaciones más profundas con aquella melodía. Una triste canción a la que daba vida su destreza y su magnífico violín, compuesto por materiales del bosque. No obstante, parecía que aquella melodía le estuviera consumiendo poco a poco, haciéndole olvidar. Un repentino chasquido de madera dentro de su vivienda le alertó y con un leve sobresalto, dejó de tocar. Cuando abrió los ojos pudo ver a tres Kokiris que habían entrado en su casa.

-¡Qué melodía tan bonita! - dijo May con una gran sonrisa. Estas palabras fueron motivo suficiente para que los tres aplaudieran.

-Mu...Muchísimas gracias, amigos. - parecía estar algo avergonzado, pero le alegraba ser aplaudido por sus compañeros. Los aplausos cesaron y Fado se levantó. -¿Qué os trae por aquí? ¿Necesitáis algo?

-Sí, la verdad es que venimos a contarte algo que nos preocupa mucho, algo sobre el bosque. - el tono que empleaba  Kasuki era de verdadera tragedia, quería darle importancia al asunto.

-Supongo que queréis saber que es lo que está pasando, pero ni yo lo se. -irrumpió Fado.

-Más de la mitad del bosque está ya casi sin vida. - dijo Kasuki sin hacer mucho caso a la observación del jefe.

-Creo que deberías ir a ver al gran árbol, deberías exigir respuestas.- el tono de Koly demostraba enfado, ya que no soportaba ver así su precioso lugar de nacimiento.

-Bueno, bueno, no os preocupéis, hablaré con él, pero no os aseguro tener respuestas. - Fado deba el violín sobre la mesa, cuando su hada, Tali, despertó.

-¿Qué está pasando aquí, Fado?

-No te preocupes Tali, venían a preguntarme si sabía algo sobre esta sequía. - Fado intentaba que su hada no se preocupara demasiado. En ese momento las hadas de los demás Kokiris permanecían escondidas bajo sus gorros, como la gran mayoría del tiempo. - Así que debo ir a ver al venerable árbol Deku si quiero tener respuestas, ¿me acompañarás, verdad? - la respuesta era de esperar, ya que un hada no se separa de su Kokiri.

-Gracias chicos, gracias por vuestra preocupación. En cuanto sepa algo os lo contaré. - con estas últimas palabras el grupo se alejó.

El trayecto no era largo, pero antes de partir Fado se sentó para degustar una rojiza fruta que se hallaba sobre su mesa. Su textura era agradable al paladar, ya que tenía una suave piel. Su sabor era de lo mejor que había en el pueblo Kokiri. En un principio un escalofrío recorrió su cuerpo por su inicial acidez, pero tras esto, dio paso un exquisito sabor dulce. Sin duda, era lo mejor que pudo hacer antes de ver al que iría a ser el que respondería a sus preguntas. Así, y sin más distracción que el mustio paisaje, se dirigió a ver al árbol.

Eran tiempos diferentes y nadie se oponía a las visitas del gran árbol. Fado cruzó el pequeño umbral repleto de extrañas plantas cuando ante él empezó a distinguir la majestuosa silueta del antiquísimo corazón del lugar. Allí se encontraba el protector del pueblo Kokiri, rodeado de hermosas flores de colores múltiples y bañado con la luz de los pocos rayos de luz que penetraban.

-Saludos Fado, te esperaba. - dijo el gran árbol Deku.

-Lo se, se que me esperaba. Y supongo que sabrá que vengo con ansias derespuestas. - su rostro era serio, cosa que extrañaba en un Kokiri.

-Por supuesto, pequeño. Pero debes saber ante todo que no debo revelarte todo lo que se acerca del suceso.

-Lo entiendo, así que no se preocupe. - sonreía, dejando al descubierto la personalidad del muchacho. Tras estas palabras Fado se sentó en una de sus raíces para escuchar lo que el árbol debía contarle.

-Malos tiempos corren en el reino entero. Una vez más el mal se extiende corrompiendo almas y rasgando la más intensa paz. Han sido numerosos losintentos del ejército, pero todos ellos acabaron en fracaso. Lo que hoy se eleva en lo más alto es el desenlace de tales actuaciones malignas. No podrás saber su procedencia ni su cometido, más el único cometido que sabrás será el tuyo.

Fado se estremeció y sus palpitaciones aumentaban por momentos. - Un gran diluvio nos acecha, -continuó el Árbol sagrado- casi todo Hyrule perecerá y será olvidado bajo los futuros océanos que cubrirán casi todo lo existente. Nosotros debemos asegurar la existencia de un futuro árbol Deku y dejar paso a la próxima generación de habitantes de dicho lugar. Los Kokiris serán olvidados, no obstante una nueva raza os sustituirá, la que será vuestra propia evolución. Fado, debes asegurar el crecimiento de mi descendiente. Coge una de mis semillas Deku y llévala a lo más alto del bosque, allí donde nadie ha llegado aún. Cuando llegues solo has de tocar tu melodía, dotada de un poder que desconocías.

-Pero gran árbol, eso no puede ser. Nuestro querido pueblo no puede ser destruido, no quiero perderles... - brillantes lágrimas brotaban de los verdes ojos del pequeño.

-No hay más remedio. Debes partir cuanto antes. Y no te preocupes, algunos Kokiris han sido escogidos para empezar su vida en el lugar que te he indicado.

Parecía que Fado se sentía menos asustado, pero no era más que apariencia. Era una difícil situación para él y no tenía remedio, debía llevar a cabo lo que se le había ordenado. Nunca llegó a pensar que en el momento de tocar su preciado instrumento su cuerpo empezaría a desvanecerse, pero así ocurrió. Ahora Fado permanece en el lugar donde una raza convive con el nuevo árbol Deku. Una raza llamada Kolog. El único rastro que se mantiene de los Kokiri es el espíritu imperturbable de Fado, que observó como grandes diluvios acabaron con el precioso reino, dejando paso a una nueva era.

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P.D.: Imagen encontrada en la red xD.

Gracias a spu, voy a ser capaz de subir canciones a ListenGo y postearlas decentemente. Gracias.

En la entrada anterior os dejé un par de temas muy buenos, pero lo he editado y he dejado sólamente "The Ballad of Sir Kibbles", de "Kirby's Adventure".

En esta entrada os dejo con otra del mundillo Kirby, El segundo, "Victory Festival", de "Kirby SuperStar".

RESUBIR

Disfrutadlas.

Estaba yo limpiando la escotilla cuando, sin previo aviso, se acercó un barco a estribor.

Tan inmersos estaban ellos en pasarse una veintena de juegos para Wii, que no pude contenerme y me asomé para ver qué botín llevaban.

"Oh My God", dijo una voz pensante. "Es un tesoro robado, ¡son piratas!"

Como quién no quiere la cosa, intenté seguir a lo mío, pero entonces se fijaron en mi y preguntaron:

"Ey, grumete. ¿No querrás parte del botín?" -dijo aquel hombre jóven sin parche.

"No, yo es que... No... Em... No llevo un barco pirata."

NTA: esta epopeya es una dramatización. Nunca ocurrió en el mar, si no en un lugar de trabajo cualquiera.