Basta con que no busques algo para que lo encuentres. El pasado fin de semana fuimos a visitar a unos familiares a la capital de la paella, que no es otra que Valencia. Entre ellos se encontraba mi tío, muy moderno él a pesar de estar ya jubilado. El siempre nos lleva de tiendas, siendo visita obligada una de manga/anime y un par de videojuegos. Curiosamente esta vez no salió la cosa como de costumbre: una tienda no llegamos a encontrarla (creemos que la han quitado) y la otra había sido asaltada por “figuritas anime-videojueguiles” mientras que los pocos juegos sobrevivientes habían sido recluidos en una vitrina de reducidas dimensiones de la que parece no saldrán en una buena temporada.

No obstante mi tío estaba ahí para arreglar la situación sugiriendo un sitio de segunda mano en el que había juegos. Francamente, no tenía ninguna confianza en encontrar nada útil allí, pero subestimé la situación.

Tras una breve toma de contacto con la tienda la localicé. Expuesta en una vitrina y enfocada por una luz, como si de una estrella en el escenario se tratara, había una Mega Drive en un estado asombrosamente impecable. La nostalgia me invadió nada mas verla y decenas de mágicos juegos e inolvidables momentos pasaron por mi cabeza. No veía a mi vieja amiga desde hacía ya mucho tiempo. No era el momento ni el lugar que hubiera imaginado para un reencuentro así, pero allí estaba. Me acerqué a la vitrina para contemplar como le había sentado el paso de los años. Quedé bastante perplejo; allí, bajo la luz, lucía resplandeciente como el primer día. No me cabía duda que la habían limpiado (y abrillantado) a fondo antes de exponerla, pero aun así su estado era inmejorable.



Inmediatamente solicité que la liberaran de su jaula de cristal y me la mostraran de cerca. Para mayor sorpresa contenía su caja original la cual llevaba incluso el manual, la garantía original y uno de los folletos míticos con varios juegos que solían acompañar al resto de papeles. Todo en un perfecto estado dentro de su caja de corcho, aun presente pero no en tan buenas condiciones como el resto. Además, la consola venía acompañada del mítico Sonic the Hedgehog en las mismas condiciones que el resto del lote. El azar quiso no solo me reencontrara con la Mega Drive sino que esta fuera acompañada del primer juego que disfruté en la misma.

Volviendo la vista a la estantería. Había un buen puñado de juegos de distintos formatos, por lo general no demasiado destacables, de los que elegí lo mejor que, a mi juicio, había por allí. Añadí un Shadow Dancer y un Megagames II al lote; este segundo contiene el Streets of Rage, Columns, Revenge of Shinobi, Super Monaco GP y Sonic. Obviamente la elección del recopilatorio fue debido a los 3 primeros juegos citados. El Shadow Dancer se encontraba impoluto pero el Megagames II estaba algo más sobado, ambos solo con el cartucho.

39,95 € fue la cantidad a abonar para liberar esta joya del pasado del conjuro que la mantenía presa en la tienda. Ni que decir tiene que los pagué de buen grado… bueno… miento, ya que los pagó mi novia por no tener yo de efectivo a mano.

Enchufar la consola fue el acto obligado tras llegar a casa Desde el primer instante de juego empezó a embriagarme la nostalgia… esos recuerdos que estaban ocultos en mi memoria empezaron a mostrarse poco a poco… Cerré los ojos y sonreí: “Me alegro de que hayas vuelto, bienvenida de nuevo a casa”

Y así fue como, tras 15 años separados, me reencontré de nuevo con la que es, para mi y para muchos, el mejor legado que Sega nos pudo dejar. Prometo cuidar bien de ella.

Buenas noches amigos
Fay

PD: Este artículo va dedicado a mi tío Castor, al que nombro “padrino” de esta Mega Drive ya que sin su ayuda nuestra amiga aun permanecería abandonada y sin hogar.