Tokyo Magnitude 8.0

La historia de la vuelta a casa de dos hermanos viajando por una ciudad en ruinas. Eso es bueno. La simulación de qué le ocurriría a Tokyo si se desatara un desastre natural de ese tamaño. Eso es bueno. Realista, sin andarse con medias tintas cuando toca un momento trágico. Eso es bueno. Bones se encarga de ella. Ya la hemos cagado.

Nombre: Tokyo Magnitude 8.0
Genero: Drama; Desastre natural;
Estudio: Bones
Temporada: Verano 2009
Episodios: 11

Opening:
Kimi no Uta
Ending:
M/elody

La historia se centra en Mirai, una estudiante de secundaria que va junto con su hermano Yukata a una exposición de robots celebrada en Odaiba Island, y es entonces cuando se produce un tremendo terremoto de magnitud 8.0 que cambia la superficie de Tokyo en un instante. Con la ayuda de una motorista repartidora llamada Mari que conocieron en Odaiba, Mirai y Yukata comienzan su viaje de vuelta a casa.



Existe una tesis de que en los próximos 30 años un terremoto de magnitud 7.0 se desatará en la ciudad de Tokyo. A raíz de este hecho, Bones nos propone un anime en el que se relatan las posibles consecuencias que uno de magnitud 8.0 tendría en la ciudad.

Este estudio se caracteriza por ser muy especial, o te planta seriazas del tamaño de Ouran y Darker Than Black o se queda en un triste quiero-pero-no-puedo, como le ha pasado a esta serie.
Y es que lo tenían todo para marcarse un pelotazo de anime: una trama prometedora, buenos personajes, ambientación abrumadora... y fallan en lo más básico, en el ritmo.

Después de unos formidables tres primeros capítulos, la serie cae cuesta abajo y sin frenos. El ritmo narrativo se ralentiza de una manera inexplicable, y el argumento comienza a centrarse más y más en las historias de la gente con la que se van cruzando los protagonistas.

Lo cual no es malo, ni mucho menos, pero están metidas de una forma tan tosca y cortarollos que no hacen más que parecer episodios de relleno. Aunque no quita que algunas escenas de estos capítulos sean para enmarcar, emotividad en su sentido más puro.

Después de un prometedor comienzo, la serie pincha... y luego vuelve a inflarse. Sorprendiendo a todo el mundo, Bones se atreve a dar un paso más allá en el argumento. Y lo que volvía a tener todas las papeletas para convertirse en uno de los giros argumentales de la década, vuelve a ser convertido en un "meh" gracias a su mal hacer.

No tiene un mal tramo final, pero pecan de usar varias veces pobres recursos dramáticos para intentar tocar el corazón del espectador, y lo único que consiguen es que te aburras.



La animación va en consonancia con la montaña rusa de calidad que es la serie, empieza de una forma maravillosa, pega un bajón hacia y la mitad y remonta en el final, pero todavía siendo un pelin cutronga en ciertas escenas.

La OST es maravillosa. No tengo ninguna clase de queja respecto al apartado sonoro. Melodías buenisimas que nunca desentonan, y un ending que te acabará sacando la lagrimilla en más de un capítulo.

Por su parte, la actuación de los seiyuus es para enmarcar. Desgarradora en muchas ocasiones. Un magnifico trabajo para todos ellos.

Y es que es una verdadera pena. Tokyo Magnitude 8.0 tiene muchas virtudes -destacando especialmente en el terreno emotivo-, pero su realización general tiene unos fallos tan tontos y tan concentrados en los tramos más importantes de la trama... que al final no te queda otra cosa que un sabor agridulce.

No es una mala serie, pero podría haber sido mucho, mucho mejor. Poneos con ella si tenéis tiempo libre y nada que ver.



Y aunque la he metido bastante caña, tengo que reconocer que me tuve que sonar los moscos en muchas ocasiones mientras la veía. Y que las imagenes del ending del último capítulo me hicieron terminar con el paquete de kleenex. Los Ocekos nos caracterizamos por ser bastante nenazas, me temo