Publicado: 19:38 28/06/2010 · Etiquetas: · Categorías: Crónicas de un ama de casa
Ahí está. Me está mirando fijamente. Yo la miro, la miro con una sonrisa. Ella empieza a sudar, un sudor caliente que emana de todos los poros de su piel. Quiere que la use, quiere que con mi mano acaricie su piel, y quiere que su piel acaricie el tejido suave de la tabla en la que duerme. Ella no tiene gran cosa, sólo su tabla, y su agua.
Yo sudo. Es mi primera vez. No sé si estaré a la altura. Ella… se la nota tan segura de sí misma que hasta me da miedo. Procuro ser bueno. Empiezo despacito, me acostumbro a ella y dejo que ella se acostumbre a mí. Siento el roce de su cuerpo contra mi mano, el roce de su cuerpo contra el tejido, y el sudor que desprende, que nos empapa. Voy cogiendo confianza. Creo que es porque se nota que ella sabe del tema. Voy cada vez más rápido, acompasando mi cuerpo a la posición idónea para el acto. Ella suda cada vez más, mojándome a mí también. Una gota de sudor se pasea, coqueta, por mi frente. Con un último impulso, terminamos… Doblo la camiseta y la arrojo al cesto, ella se duerme y yo la guardo. Nadie me había dicho que planchar fuese tan difícil. |
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