Publicado: 17:39 11/07/2010 · Etiquetas: · Categorías: Mis escritos
-Hubo una vez una bonita ciudad. Las casas no eran muy grandes, pero tampoco muy pequeñas. No había grandes monumentos, pero tenía parques. Muchos parques donde los amantes echaban la tarde. Esa ciudad me encantaba tío.
-¿Sí? Llega el verano, ¿irás a visitarla o algo? -Hace mucho tiempo que está en ruinas. -No jodas. ¿Qué le pasó? ¿Alguna catástrofe natural o algo? -No, nada de eso. Un tío decidió tirarla abajo. -¿Toda ella? Venga ya, pero necesitaría ayuda, ¿no? -Claro que tuvo ayuda, esa ciudad no se destruye sola. -¿Y, qué vas a hacer? Reflexioné. ¿Que qué iba a hacer? Joder, olvidarme de ella. O eso, o intentar reconstruirla. Imposible. Esa ciudad la levantaron dos personas. Dos personas. Un hombre, y una mujer. Construyeron un sitio apacible, donde se podía vivir. Donde no había muerte, ni dolor. Ellos construyeron una ciudad, que aunque estuvo a punto de venirse abajo en una ocasión, consiguieron impedir que se derrumbase. Consiguieron. Mentira, la salvó la mujer. Él estuvo a punto de irse de esa ciudad, y dejarla en manos de ella. Y una ciudad como esa es cosa de dos. No contesté a mi amigo. En lugar de eso, viajé a las ruinas de la ciudad. Vi los parques, arrasados. Las casas, completamente demolidas, y paseé entre los edificios, una vez majestuosos. Ahora en ruinas. Fui a los bares donde la gente se tomaba sus copas antes de salir de noche, y también vi el ayuntamiento. Ese ayuntamiento no era el mejor, tenía sus fallos, pero era un buen lugar. Aún así, no pudo evitar el derrumbe de aquella ciudad. Muchos os preguntareis como una ciudad tan bonita, tan espléndida, pudo haber caído. Como alguien pudo haber ordenado su demolición. Quien sería ese alguien. Ese alguien, diréis, es un cabronazo. No pensó en la ilusión de los que la levantaron, ni de los que vivían en ella. Sonreí. Encendí un pitillo. Me di la vuelta. Ya había paseado antes por esas ruinas. Pensé en que tiempo después de su demolición, intentaron reconstruirla. El chico. Se lo dijo a la chica, y ella, tras asuntos que ahora no vienen al caso, decidió no hacerlo. El chico se quedó destrozado. Aún se pasea por esas ruinas, fumando. Sí amigos, el chico que construyó la ciudad, junto a la chica, fui yo. El nombre de la chica… os da igual. Quienes me conocen saben cómo se llama. ¿Cómo permití que demoliesen mi ciudad? Es simple. Yo la demolí. Supongo que me cansé, me cansé de vivir ahí. Y la demolí sin preguntarle siquiera a la chica. Bang, adiós ciudad. Me consta que la chica construyó otros pueblos, efímeros. También me consta que esta ciudad está muerta, es una ciudad fantasma. ¿Por qué quiero reconstruirla, si ella no quiere? La esperanza es una hija de puta… 2 comentarios :: Enlace permanente
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