En vez de cargar contra una compañía para que sus fans lloren, hoy me he acordado de una cosa, de una curiosa vivencia, ocurrida hace años, que ha reflotado hoy en mi cerebro como quien reflota un post de 2006 diciendo algo fuera de contexto. Ahí va la historia.

Estaba yo hace años en un campamento cristiano que organizaba mi colegio, una especie de mezcla entre convivencias y campamento, donde se reunía gente de esos grupos cristianos de todos los colegios (no en plan fanático religioso, sino en plan campamento liderado por fanáticos religiosos pero los jóvenes intentan follar y esas cosas).

En el campamento se nos daban charlas sobre temas como la juventud, el futuro, la vida y Dios, y como todo buen campamento de curas con acólitos que no son curas pero que quizá algún día lo sean, o simplemente son cristianos pretendidamente guays, el campamento tenía cierto tufillo curas rojos años 70 libertad sin ira antiglobalizacion.

En una de las charlas, no sé a cuento de qué, un monitor llamado Janty o algo asi (era un mote por el que todo el mundo le conocía) nos habló de Inditex. Inditex como sabéis es la multinacional de ropa de Amancio Ortega. De aquella no era tan conocida, no cotizaba en bolsa aún, y se le denominaba todavía "la empresa de Zara", su principal marca.

El monitor nos contó lo siguiente grosso modo: "claro, porque vosotros compráis ropa en Zara, pero lo que no sabéis es que esa empresa para fabricar más barato compra barcos petroleros, los llena de máquinas de coser, va a las costas africanas, recoge a gente de allí, se los lleva a aguas internacionales y allí los explota sin piedad por cuatro duros".

Yo no cabía en mi asombro. Los demás niños, que obviamente no son como yo y no han acabado haciéndose un blog en vandal para crear polémica, no parecían tan asombrados ni impresionados y además les daba igual el tema de las empresas porque aún no se había puesto de moda ser tan rojo. Yo en cambio estaba acojonado. ¿Estaba diciendo ese tipo, que una empresa enorme, con decenas de miles de empleados, un sistema de negocio estudiado en Harvard y cientos de universidades, un emblema del crecimiento exponencial y la globalización, compraba petroleros, los llenaba de máquinas de coser, y secuestraba negros para explotarlos en aguas internacionales? Aparte de lo absurdo de la historia, ¿Saben estos idiotas cuánto vale un superpetrolero?

Miré al monitor más mayor que lo acompañaba, que todos los días llevaba una camiseta de "No a las drogas", lo que lo convertía en un activista y también en un guarro, y el tío parecía asentir constantemente, como diciendo "¡malditos cabrones!". Ese día deje de creer en la Iglesia como organización.