6111: La chapuza de Nokia

Llevo toda la vida (es un decir, obviamente) usando móviles Nokia. Nunca había tenido el menor problema con ninguno de ellos, nunca hasta dar con este maldito engendro, el 6111.

Me remonto a finales del verano pasado. Estaba en un centro comercial y me dio el capricho de comprármelo, lo veía tan bonito y el que tenía entonces estaba ya tan hecho trizas...craso error. Al mes de tenerlo ya se me había estropeado el cargador, genial. Llega la navidad y el aparato se avería, extrañas rayas de colores me impiden ver  la pantalla con claridad; total, que lo llevo al servicio técnico.

Un mes después me llaman diciendo que tengo el móvil reparado. Lo voy a recoger y al probarlo en casa veo que el problema persiste; solo me habían cambiado la pantalla pero el error era interno. Lo vuelvo a llevar otra vez a esa panda de inútiles para que me lo solucionen de una vez por todas. Otro mes perdido. 30 días más tarde me vuelven a avisar, voy a por él y me encuentro con mi teléfono, por fin reparado... pero con toda la memoria borrada, ¡tócate los huevos! Lo gracioso del tema fue que el chico del ST me dijo que la culpa era mía, por no tener una copia de seguridad, a lo que le respondí que como iba a hacer una copia si el móvil estaba estropeado. No supo que decir.

Lo mejor está por llegar. Pocas semanas después, al salir del cine, cojo y pongo mi celular en modo  "normal", todo bien...hasta que llego a casa. Para mi sorpresa me encuentro con la pantalla agrietada, así sin más. Lo que me faltaba por ver, una pantalla que se rompe sola. En definitiva, que lo vuelvo a llevar al ST, otro diferente al anterior, y me llaman 2 semanas después diciendo que no entraba en garantía y que para repararlo tenía que pagar 40€, de chiste. Evidentemente les dije que no, ¿para que quiero reparar un aparato tan chapucero como este?

Esta es mi bonita historia con el peor móvil que he tenido jamás, y sé de mucha gente que también le ha dado cantidad de problemas. Supongo que lo tengo todo perdido, solo me queda ir con él al centro comercial donde lo compré y cantarles las cuarenta. Sé que no servirá para que me devuelvan el dinero, me cambien el teléfono o me den soluciones, pero lo descansado que me voy a quedar no tiene precio.

P.D: por si fuera poco, la primera vez que fui a repararlo me multaron por dejar el coche en doble fila. Menuda gracia...