La Amistad, y El Amor

La amistad y el amor son dos estados de comportamientos inherentes al ser humano. Con ésto explícitamente denotado, se puede concluir que es una rareza el determinar que hayan personas que estén destinadas a la soledad, porque a excepción de casos especiales como lo son las enfermedades congénitas que causan el atropello psicológico y por ende el enajenamiento de la realidad circundante, el hombre está destinado u obligado innatamente a vivir en una sociedad de bienes compartidos.

La base siempre ha existido, y la historia así lo aclama. Comenzamos como un proyecto que se construye en el vientre de una mujer donde el afecto maternal es vital para la sobrevivencia y para la continua reproducción de una raza establecida, donde posteriormente nacemos y enlazamos relaciones con niños de nuestra misma estirpe. Más tarde nos emparentamos, y nos unimos en una sola carne con esa misma generación de personas con la cual nos criamos.

Aunque a veces en el camino muchas uniones suelen olvidar ese compromiso de amor, más tarde rehacen sus respectivas vidas en amistad con otras personas por igual, para continuar con el perenne proceso sentimental que nos ata a la debilidad emocional.

Sin embargo, en el ajetreo diario, se nos olvida como funcionan estos estados, ya sea porque terminamos fusionando ambas etapas en una sola, o por abandonar el propósito inicial de alguna, y hasta tal vez confundiendo adrede las acepciones y definiciones de todas. No puedo descartar la idea de que hay miles de formas de no lograr una adecuación al momento de ejecutarlas, pero indistintamente de ello, se debe entender que una sucede a la otra.

Recostándome de las conjeturas, es posible que el amor propicie la profunda amistad por las diversas vivencias mutuas que vayan solidificando o estrechando a dos paralelos en uno, o quizás ocurra a la inversa, que sea la amistad la que entable las pautas de lo que en el futuro será el amor entre dos entes compartidos. Es difícil esclarecer ésto, porque a la larga, las diversas trampas de la vida (trampas, que a priori, conozco profundamente) desean enrevesar cualquier búsqueda de la verdad.

De esta forma, es imperativo el conocer hondamente sobre las cualidades de la amistad, y del amor en calidad de hermandad entre dos personas, o sea, en una relación interpersonal. Es algo que intensamente, le compete a todos con regularidad.

Someramente, distanciar ambos términos no es difícil, pero ciertamente dependerá del sentir de cada persona el poder dilucidar certeramente, de qué trata la estrechez en cada individuo. Hay quienes dicen que cuando el amor llega, se sienten mariposas en el estómago. Por mi parte, no doy fe de ello, pero otros afirman que es así porque así lo sintieron en su día, irrespectivamente de que hubiera o no una correspondencia mutua entre los afectados.

A esto podría unirse el refrán pueblerino de "amor a primera vista". En mi juicio valorativo, mas bien creo que se trata de un enchulamiento digno de resaltar, porque el amor debe estar compuesto de otros factores más allá que una simple mirada, o un éxtasis físico típico de nuestra lujuriedad como seres carnales, pero ya esto es una opinión muy subjetiva, y por ende, libre de la infabilidad.

Por otra parte, entre gente de alta alcurnia, siempre se ha difundido a través de muchos años, que la amistad debe ser el motor de una relación seria y estable. Ésto está contaminado mayormente de preceptos morales donde se prioriza el cuidar una imagen ante los demás, en facultad de mantener puramente la distinción en los estratos sociales. Es probable que de igual forma, sea una falacia que constituya una variación en la consumación de estos estados, pero desgraciadamente, mientras exista la manipulación de nuestros más íntimos deseos, viviremos anexados a los ideales fehacientes de la mancomunidad.

En este evidente relativismo que acecha e instiga con regularidad, debemos atenernos a nuestras visiones, indistintamente de las pasiones ajenas. Es por esto que la verdad universal no debe existir. Desde esta perspectiva, no seré irresponsable al momento de aclarar cuáles son los cánones del amor y la amistad, y/o de la amistad y el amor. Teniendo en cuenta ésto, afirmo que la amistad precede al amor. Mientras el segundo es un sentimiento mucho más complejo, el primero consta de bases reconocibles y completamente agradables.

La amistad es un estado muy practicado en la contemporaneidad. Está compuesto del compartimiento más relevante en la vida de los individuos. A diferencia del conocido y del por conocer, la amistad sabe con lujos y detalles el motor de vida de su semejante. De hecho, en muchas circunstancias, se convierte en su mano derecha, y en el fiel secretario de su vida. En este estado, se abren muchas compuertas para liberar sin tensiones, las grandes regularidades e irregularidades de la cotidianidad. Está supuesto a experimentar en una sola dimensión, obstáculos de forma continua, con la esperanza de llegar a un fin fusionado.

Es justo decir que la amistad se presta para la confidencialidad en su máxima fase. De ahí nace la compasión, la secretividad, la unión, y finalmente... el amor.

El amor es el estado más complejo. Está supuesto a mezclar los caracteres de la amistad, con las nuevas funcionalidades que emergen en la complexión de este nivel. Concienzudamente, el amor no es un simple "te amo" y ya basta. No debo negar que hay personas que utilizan el don de la labia para así embelesar a su pareja, y de hecho, es cosa de dos el lograr un toque de inflexión amorosa para que así emane la atracción.

Acuérdate que no solamente es partícipe la caza, sino también hay una co-participación de la presa, ciertamente indispensable para que la ecuación tenga solución. Siempre he escuchado una flagrante tergiversación de esto. Por ejemplo, entre parejas enamoradas (aclarando que puede darse entre heterosexuales, u homosexuales, porque el amor no está prejuiciado de tendencias ni de ideales) entra a colación una unión carnal que afecta totalmente a los sentimientos... con la afamada "prueba del amor".

Esta prueba, valga la redundancia, prueba la disposición de cada individuo. El problema radica en la intención habida en ello. Si esta proposición nace ante unas circunstancias acéfalas como dentro de la excitación física, la libertad del libertinaje y de atenciones retantes pre-amorosa, entonces sirve para simplemente satisfacer el deseo sexual, y por lo tanto, no se encamina a consumar el dúo amistad-amor.

Por otra parte, si surgiera tras un periodo extenso de pruebas completadas, y bajo el marco del respeto, el rechazo, la comprensión, el espacio, el distanciamiento, la anomalía, y el afecto marinado con el desdén en los niveles de mayor dificultad mutua, entonces puede dar luz verde a que sí es una propuesta seria y no cíclica. El amor se presta para la justa valoración, pero también se justifica para practicar la prostitución. Ojo con eso.

Abarcando esas sugerencias para señalar en donde terminar la amistad, y comienza el amor, hay que recalcar que estos se distancian el uno del otro en la conjugación de las feromonas, y la testosterona. Es allí exactamente, donde nace un sentimiento no-siamés del otro, recordando una y otra vez que no debe jugar un rol importante la minúscula pasión de la promiscuidad.

El amor se concreta sobrellevando múltiples obstáculos presentes a lo largo del recorrido, donde la manifestación de la disposición (tanto en las buenas, como en las malas) debe imperar en todo momento. La amistad no coexiste con su sucesor, sino simplemente se fusiona para formar un sentimiento ulterior e inquebrantable, donde el sexo es una exhortación refutable a la hora de la provocación.

Si ambos co-existieran en dimensiones paralelas, entonces esa segmentación es evidencia clara de que nunca habrá consumación, por lo tanto, no habrá un sentimiento único ni ulterior. Manteniendo el balance debido, la formación de estos estados marcarán las pautas para saber elegir la verdadera pena que se pueda sufrir.

Esto lo remarco porque nadie ha dicho que estos estados vivan en la conceptualización de una afinidad utópica, pero al menos puede ser edificada en beneficio de sentir los mejores momentos en una vida pasajera y perecedera.

No nos olvidemos que aún no sabemos qué es Vida, y en esa construcción arbitraria a la cual estamos inherentemente sometidos, debemos trabajarla con la mayor satisfacción posible en nuestra declaración de vivencia, y en las actuaciones de las experiencias. De esta forma, queda claro que la amistad y el amor son cosas de dos, y que la consumación de ambas forman un sentimiento impoluto, e indestructible.