Publicado: 17:44 30/12/2009 · Etiquetas: Megalomania, Pretensiones, Egotrip · Categorías: Cosas varias
Un año casi exacto sin actualizar + Título megalómano. Combinación explosiva. Ahora que es época de rankings (a mí, como a casi todos, me encantan) porque se acaba la década de los '00 (inciso: ¿cómo se llama esta década que está a punto de terminar? porque los '80 son los ochenta y los '90, los noventa. Pero, ¿los '00?), es tiempo de valorar la personalidad de la década, el hombre más influyente, más importante, más... Bueno, en realidad no me he guiado por ninguno de estos factores, sino por un criterio absolutamente subjetivo y sectario.
No es Bush. No es Bin Laden. No es Steve Jobs. Es negro pero ¡no es Obama! (expresiones de terror y desconcierto). The Man of the Decade is... Secreto: (Pincha para leerlo) ¿Los motivos? No voy a explayarme esta vez. Simplemente la absoluta superioridad física de un hombre respecto a sus contemporáneos. Disfrutad: Secreto: (Pincha para leerlo) Usain Bolt. Hablamos de él en este blog antes de los JJ.OO. catalogándole, junto a Phelps e Isinbayeva, como uno de los posibles destacados en Pekín. Los acontecimientos nos mostraron que si en algo nos equivocamos fue en acotar el talento de este chico jamaicano, no dándole, por ejemplo, opciones de batir los 19,32 segundos de Michael Jonson. Usain Bolt es como Bob Beamon, un atleta adelantado muchos años a su época.
En 1968 se celebraron en México los que probablemente sean, si hablamos de nivel atlético, los mejores Juegos de la historia. Fueron los juegos donde se bajó por primera vez de 10 segundos en 100 metros, de 20 en 200, donde Dick Fosbury impuso su estilo de saltar “hacia atrás” en salto de altura, imponiéndose a todos los demás que utilizaban el rodillo ventral. Fueron también los Juegos del “black power” en el podio de 200, con Tommie Smith y John Carlos. Pero fueron sobre todo los Juegos de Bob Beamon, que saltó 8,90 metros en longitud, batiendo en la friolera de 55 centímetros el anterior récord y estableciendo una marca que no sería superada hasta que Mike Powell saltara cinco centímetros más en 1991, casi 23 años después. No creo que los récords de Bolt en Pekín duren tanto como el de Bob Beamon, más que nada porque ya está él mismo para mejorarlos, pero no cabe duda de que lo protagonizado por el joven de Trelawny este verano en el “nido de pájaro” perdurará en los anales del atletismo. La prueba de los 100 metros lisos fue atípica. Todo el mundo esperaba un triple duelo Gay/Powell/Bolt en la final; de hecho, el podio parecía seguro y sólo quedaba ver el orden. Sin embargo, Gay cayó en las semifinales: no se había recuperado completamente, al parecer, de una lesión. Asafa Powell había marcado unos soberbios 9,91 en su serie mientras que Bolt llegó a la final paseándose con unos insultantes 9,85. El oro olímpico se disputaría entre los dos jamaicanos. La final fue uno de esos acontecimientos que no te cansas de ver tanto si amas este deporte como si no. Bolt volaba majestuoso sobre el tartán mientras los demás, simples mortales, se afanaban inútilmente en seguir su sombra. Bolt miraba a un lado y a otro, Bolt dejaba de esprintar a falta de 30 metros, Bolt se golpeaba el pecho, Bolt ganaba. Usain Bolt batía el récord del Mundo: 9,69. Una eternidad después, llegaron sus rivales. Asafa, espléndido atleta al que le puede la presión en los momentos importantes, sólo pudo ser cuarto. Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. La prueba de 200 no presentaba, a priori, tantos alicientes: los rivales de Bolt, aun habiendo entre ellos excelentes atletas como Shawn Crawford, no tenían la misma entidad ni (supuesta) capacidad para incomodar a Usain como en el hectómetro; el récord de MJ parecía imposible de batir. Las series se desarrollaron sin que nadie bajara de los 20 segundos mientras Bolt pasaba de ronda echándose la siesta: la final fue otra cosa. Bolt no corría contra sus rivales, corría contra la historia, corría contra el récord más inalcanzable, hasta el momento, del atletismo mundial. Bolt no aflojó. Salió de la curva a años luz de sus perseguidores y encaró los últimos cien metros con el viento de cara. Era un espectáculo verle correr al máximo, sin las frivolidades que se había permitido hasta entonces. Un auténtico fenómeno de la naturaleza. Cuando cruzó la meta medio mundo se frotó los ojos: 19,31, corregidos instantes después a 19,30. Lo había conseguido. Usain Bolt había batido 12 años después del récord futurista que estableciera Johnson en Atlanta. La cosa no acabó ahí. Como broche final, Bolt participó en la final del relevo 4x100 representando a Jamaica junto a Carter, Frater y Powell. EE.UU. se había encargado de hacer el ridículo en las series, dejando caer el testigo, por lo que el oro se lo disputarían Jamaica y el fortísimo equipo de Trinidad y Tobago. La realidad fue que los jamaicanos arrasaron, pulverizaron el récord mundial en tres décimas (37,10) y se permitieron el lujo de impartir cierta justicia poética: Powell corrió una última posta antológica, mientras Bolt le animaba desaforado. Asafa consiguió así su oro y su récord mundial. Extraordinario atleta, Asafa Powell. Pero con un problema: le ha tocado competir contra un extraterrestre. ¿Es Kenenisa Bekele el fondista más grande de todos los tiempos? No lo sé. Probablemente será dentro de unos años, cuando se haya pasado al maratón y (probablemente) haya batido el récord mundial de los 42,195 kilómetros, cuando Kenenisa alcance por fin la cumbre en solitario, habiéndose deshecho ya de las sombras de Zátopek, Nurmi, Virén, Tergat y, sobre todo, Haile Gebrselassie.
Kenenisa Bekele (Bekoji, Etiopía, 1982) es insaciable. Y ha protagonizado este año una de las mayores gestas del fondo olímpico de todos los tiempos, consiguiendo el oro en las pruebas de 5000 y 10000 metros, siendo además este último su segundo oro olímpico en los diez kilómetros. Gesta triste e injustamente ensombrecida por otras dos proezas contemporáneas: las de Phelps y Bolt, naturalmente. El doblete del fondo sólo se había conseguido en seis ocasiones con anterioridad, una de ellas perdida en la noche de los tiempos (1912) y otra en los boicoteados JJ.OO. de Moscú. Sólo cuatro hombres antes habían conseguido dos oros en los diez kilómetros. Estos datos dan una idea de la grandiosidad de lo conseguido por el pequeño etíope. Ver correr a Bekele es un espectáculo digno de contemplarse. Es imposible no disfrutar con su trote ligero, su inteligencia al plantear las carreras, su clase inmensa, su inhumana última vuelta, casi al sprint, capaz de agotar los 400 metros en 53 o 54 segundos tras casi media hora corriendo. En Pekín consiguió lo que no pudo en Atenas: allí sólo otro atleta de leyenda, en su caso del medio fondo, como Hicham El Gerrouj, puedo arrebatarle el oro en los 5000 metros y el consiguiente doblete, en una carrera memorable. En la capital china Bekele era consciente de que no tenía ningún rival con la clase del marroquí, pero aún así no se confió. Dejó hacer a sus compatriotas, su hermano incluido, para ponerse al cabo de unas vueltas en cabeza, provocar un goteo constante de corredores descolgados y, tras escuchar la campana, hacer un cambio de ritmo imposible de seguir por cualquier otro ser humano. Récord olímpico y doblete. Bekele entraba en la historia. Seis días antes el etíope se había impuesto en su reino del terror particular, los diez kilómetros, también con récord olímpico, secundado por su compatriota Sihine, en un final quizás más apretado de lo esperado. No importaba, en última instancia, ganar por cinco segundos o por apenas uno, como lo hizo. A Bekele lo recordará la historia por una trayectoria espectacular, pero no creo que consiga muchos logros del significado de este doblete olímpico de 2008. Pekín será para los amantes del fondo la ciudad donde Kenenisa Bekele empezó a dejar atrás a los mejores para convertirse, él solo, en el mejor. --------------------------------------- Empiezo hoy una serie de artículos sobre los momentos deportivos más importantes de 2008. A ver si soy constante y me salen 5 o 6. Espero que os gusten. Vuelvo a actualizar el blog tras mucho tiempo sin hacerlo, y vengo con una entrada de fútbol. Pocos amantes del deporte rey ignoran que la selección brasileña de 1970 es considerada casi unánimemente el mejor equipo de la historia.
Teniendo grandes jugadores como Carlos Alberto a Clodoaldo, a nadie se le escapa que si a aquel equipo se le llamó "el Brasil de los cinco dieces" fue por algo. Pelé, Gerson, Tostao, Jairzinho y Rivelino formaron probablemente el mayor arsenal ofensivo de la historia. Todos habían llevado el número 10 a la espalda en algún momento de su carrera; en ese equipo el 10 lo llevaba, cómo no, Pelé. Muchos hemos visto imágenes e incluso partidos enteros (o casi) de aquel equipo, pero para muchos de nosotros, los cuatro "dieces" que acompañaban a Pelé han quedado oscurecidos por el mito. Aquí, Santiago Segurola, respondiendo a la pregunta de un lector del chat de Marca, esboza las características de cada uno. Me ha parecido interesante: "La delantera habitual de Brasil en el Mundial de 1970 fue Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelino. Cuatro de ellos solían jugar, o jugaron alguna vez, con el diez a la espalda en sus equipos. Y Tostao pudo hacerlo también. En algún momento, jugó Paulo Cesar Lima, otro diez. Me parece que figuró en la alineación frente a Inglaterra, en el celebre partido de la parada de Banks al cabezazo de Pelé. Jairzinho había jugado de extremo derecha en el Mundial de 1966. Repitió cuatro años más tarde. Marcó al menos un gol en cada uno de los partidos, si no recuerdo mal. Era una pantera. Tenía un regate largo y una explosión casi indefendible para los laterales. Como rematador era perfecto, sobre todo en los tiros cruzados. Gerson era el más veterano de los cinco. Fumador empedernido, zurdo, lento de movimientos, pero eléctrico para pensar. Jugaba corto o largo, según conviniera. Desplazaba la pelota con una precisión milimétrical y dictaba el ritmo de los partidos. Era elegante y jamás parecía angustiarse. Uno de los centrocampistas más brillantes que ha dado el fútbol. Un gran chutador, además. Tostao era la inteligencia pura. Diseccionaba las defensas con una mirada clínica, quizá porque era médico. En un tiempo donde los delanteros centro solían tener limitadas condiciones técnicas y no destacaban por su movilidad, Tostao destrozaba las defensas con sus movimientos: entraba a jugar en el medio campo y luego ingresaba en el área, donde no se le detectaba. Era pequeño, ligero, un físico común para un delantero portentoso. También era zurdo. En la jugada del cuarto gol a Italia, uno de los goles más hermosos que se han visto en un Mundial, Tostao aparece en el inicio de la jugada, casi como líbero. La jugada la termina el lateral derecho, Carlos Alberto. Rivelino tenía un martillo en la pierna izquierda y una habilidad seca, brasileña. Zurdo recalcitrante, tenía muchas cosas de Gerson, aunque su amplitud en el juego era un poco menor. Un jugadorazo, en cualquier caso. Y Pelé, en fin, era Pelé." Qué póster, amiguitos, éste de W., la película de Oliver Stone que vuelve a biopicar a un presi estadounidense, en este caso el actual, George Bush.
Josh Brolin ("No es país para viejos") interpreta a Bush. Nunca un gesto dijo tanto sobre el protagonista de una película. Edit absolutamente offtopic Ahora que Usain Bolt ha entrado en la historia del deporte por la puerta grande, puede que a alguien le interese recordar lo que decía hace unas semanas de él en este blog. Desde aquí lo puede hacer. Batir un récord del Mundo (RM) en una prueba atlética debería ser algo extraordinario, fuera de lo común, al alcance de unos pocos elegidos en determinados momentos de inspiración. Yelena Isinbayeva (Volgogrado, Rusia, 1982) ha batido 22 RM de salto con pértiga, 12 al aire libre y 10 en pista cubierta, además de otros récords de campeonatos, europeos o junior. Ninguna prueba atlética conoce, en los tiempos actuales, dictadura tan totalitaria como la de Yelena.
La tiranía de Isinbayeva comenzó en 2003 en Gateshead, Inglaterra. Allí batió su primer RM, saltando por encima de un listón colocado a 4,82 metros del suelo. Podríamos decir que aquello era todavía una dictablanda: al mes siguiente sólo puedo ser bronce en los Mundiales, por detrás de Feofanova y Becker. Fue el año siguiente cuando batió su primer RM en pista cubierta (en Donestk, Ucrania) y el momento a partir del cual permanece prácticamente imbatida en la competición. Ese mismo año se celebraron los JJOO de Atenas, donde en una disputada final con Feofanova, consiguió hacerse con el oro con un salto final de 4,91 metros, estableciendo, cómo no, un nuevo RM. Algunos han criticado a Isinbayeva por un supuesto interés económico en la consecución de sus RM. Según esa opinión, Yelena se estaría reservando continuamente para poder seguir batiendo indefinidamente el RM subiendo el listón de centímetro en centímetro y beneficiarse económicamente de esa circunstancia. El gran Sergei Bubka, el mejor saltador con pértiga que ha habido, poseedor de 35 RM, también fue acusado de lo mismo. Yo no coincido con esas opiniones: puede que por romanticismo ingenuo y fe en el deporte puro, sí, pero también hay otra cosa. En 2005, Yelena cambió de entranador, en una decisión controvertida, para empezar a entrenarse con Vitaly Petrov, antiguo entrenador de Bubka. El cambio de entrenador trajo consigo un cambio de técnica. Pues bien, desde el 12 de agosto de 2005 hasta el pasado 11 de julio de 2008, lo que son casi tres años, Isinbayeva no volvió a batir el RM. Lo consiguió en Roma, superando por dos centímetros su anterior 5,01 que databa de los Mundiales de Helsinki, y estableciendo por tanto una nueva marca de 5,03 metros. Entre aquél primer RM de Gateshead y este de Roma han pasado 5 años y 21 centímetros (del listón, sí). Isinbayeva ha ganado en ese período un oro olímpico, dos oros mundiales al aire libres, tres oros mundiales indoor, un oro europeo al aire libre y otro indoor, además de dos premios a la mejor atleta del año, un Laureus, un 6/6 en la Golden League de 2007 y ser la única mujer que ha saltado por encima de los 5 metros. No parece que la tiranía de Isinbayeva (26 años) vaya a acabar pronto. No se ve a nadie que pueda despojarla de su cetro, más aún viendo como casi todas sus rivales sufren por saltar 4,85. Nadie tiene dudas de que la esbelta y simpática rusa conseguirá su segundo oro olímpico en estos Juegos que están a punto de empezar. Cualquier otro resultado por parte de la mejor atleta del Mundo sería, sin querer exagerar, la sorpresa más extraordinaria que nos puede dejar Pekín 2008. ------------------------------------------- Primera parte de la serie: Michael Phelps Segunda parte de la serie: Usain Bolt El 31 de mayo de 2008 Usain Bolt (Trelawny, Jamaica, 1986) corría por quinta vez como atleta senior la prueba de los 100 metros lisos. Estaba en Nueva York, la pista estaba mojada y soplaba un óptimo viento de 1,7 m/s a favor. El gran Tyson Gay era el gran favorito.
Pero viajemos atrás en el tiempo. Hasta 2007, Bolt era prácticamente un desconocido para casi todos los que no podemos seguir este deporte con la profundidad que nos gustaría. La causa era su edad, por supuesto, pero era un atleta que ya apuntaba maneras: en 2004, en el archipiélago de la Bermudas, había batido el récord del Mundo (RM) Junior de los 200 metros lisos, con una espléndida marca de 19,93. Aparte de dicho record, contaba en su haber con un oro (200 m.) y dos platas (4x100 y 4x400) en los Campeonatos de Mundo Junior que se celebraron en 2002 en Kingston, la capital jamaicana. Fue en 2007, en los Campeonatos Mundiales de Osaka, donde apareció por primera vez Usain Bolt en una gran competición senior. Consiguió dos platas, una en los 200 m., en aquél momento su prueba predilecta, quedando por detrás de Tyson Gay, y otra en los 4x100, formando parte de un equipo jamaicano en el que figuraba como estrella, como no podía ser de otra forma, Asafa Powell, que por entonces poseía el RM de los 100 m. con 9,77 y que pocos días después rebajaría esa marca hasta 9,74. Poco se sabía de Usain Bolt como corredor de 100 m. Su físico, alto (1,93) y espigado, podía hacer pensar más en un doblador 200-400 que en un velocista puro, pero parece que él y sus entrenadores tenían otra cosa en mente. El 3 de mayo de 2008, en Kingston, se convirtió en la segunda persona que más rápido había corrido el hectómetro en toda la historia. Unos brutales 9,76 colocaron a Bolt en el mapa del atletismo mundial en una posición destacada. ¿Podría este joven jamaicano ser el tercer hombre, el que se entrometira en la lucha Gay - Powell? Las dudas se despejaron el 31 de mayo de 2008. Volvamos al principio del post. Era la final del Reebok Grand Prix, en Nueva York, Bolt corría por 5ª vez como profesional la distancia y enfrente tenía a Tyson Gay, campeón mundial de 100 y 200. Usain no se amedrentó. Salió bien, nunca le vio la espalda a un rival y acabó fortísimo. Paró el reloj en unos 9,71 que luego fueron corregidos a 9,72. Daba igual: había batido el RM de su compatriota Powell en dos centésimas. El único que le pudo seguir la estela fue Gay, con unos excelentes 9,85 que en cualquier otra ocasión le habrían dado la victoria. No fue así contra Bolt. Recientemente, Bolt ha corrido los 200 m. en 19,67 y 19,76, extraordinarias marcas ambas, para batir el récord nacional de Jamaica y establecer la 5ª mejor marca mundial de todos los tiempos. Batir los mágicos 19,32 de Michael Johnson en Atlanta 1996 parece hoy todavía una utopía, pero si algo ha demostrado este jamaicano joven y espigado es que es un iconoclasta despiadado. ¿Batirá el RM del Johnson en estos JJOO? No lo creo. ¿Dobalará 100 y 200 y conseguirá ambos oros olímpicos? Como diría Kent Brockman: "Un servidor opina... que sí". ------------------------------------------- Primera parte de la serie: Michael Phelps Michael Phelps (Baltimore, EEUU, 1985) tenía 15 años cuando participó en los JJOO de Sydney en 2000. Hablando de natación, fueron los Juegos de Ian Thorpe (18 años; 4 oros, 2 individuales, y dos platas) y Pieter van den Hoogenband (22 años, dos oros y dos bronces), que nos dejaron una de las más memorables competiciones de aquellos Juegos, que fue la de los 200 libres. Phelps consiguió un quinto puesto en los 200 mariposa, lo que ya es un logro enorme para alguien tan joven. Pero el americano no se conformó, demostrando que ya entonces era alguien especial. A los cinco meses batió el récord del Mundo (RM) de los 200 mariposa. Tenía 15 años y 9 meses, y fue el nadador más joven de la historia en poseer un RM.
Faltaban 4 años para los siguiente JJOO, y Phelps se dedicó a seguir creciendo: 5 oros y dos platas mundiales, en Fukuoka y Barcelona, así como varios RM, lo atestiguan. Llegó 2004 y con él los JJOO de Atenas, en los que veríamos a Phelps enfrentarse con Thorpe y VdH en la carrera del siglo, aquella de los 200 libres en la que ganó el holandés, segundo fue Thorpe y tercero Phelps. Fue una de las poquísimas decepciones de Michael Phelps en aquellos JJOO en los que ganó la extraorinaria cantidad de 6 medallas de oro y dos de broce. El otro tercer puesto fue en los 4x100 libres, tras horroroso relevo de Crocker y muy regular de Michael Phelps, los dos mejores nadadores estadounidenses. Todo lo demás fueron alegrías. Sí, no había batido a Mark Spitz, la leyenda, el hombre que consiguió 7 oros en Munich en 1972. Pero había conseguido 8 medallas, algo sólo conseguido anteriormente por el gimnasta ruso Alexander Dityatin en los boicoteados Juegos de Moscú 1980. Había demostrado una superioridad aplastante en sus victorias. Y lo más importante, sólo tenía 19 años y Pekín estaba en el horizonte. Por delante sólo tenía la gloria. Después de Atenas siguió coleccionando medallas en Mundiales (hasta un total de 20, 17 de oro y 3 de plata) y RM. Se convirtió en dueño y señor absoluto de la natación mundial, arrasando en Mundiales, Nacionales y trials. Hasta ahora. Ahora ha llegado el momento de la verdad. Phelps es el mejor del Mundo, probablemente el mejor de la historia, pero si no supera a Spitz eso siempre se pondrá en duda. 8 oros es su meta, su pasaporte para convertirse no sólo en el mejor nadador, sino en uno de los mejores deportistas de todos los tiempos. A Phepls sólo le espera la gloria, porque aunque sólo consiga la mitad de esos oros ya será recordado como uno de los mejores. Pero Michael Phelps es más que eso. Es el mejor y tiene que demostrarlo. 8 oros son el pasaporte para el Olimpo. Atentos este agosto: es muy probable que vayamos a ver algo que será recordado, por mucho que pasen los años. ------------------------------------------- Empiezo con este post una serie (espero) de artículos sobre grandes deportistas que van a participar en estos JJOO. Espero que os guste. Somos toda una generación de españoles, la de los nacidos a partir de 1980, más o menos, los que nunca hemos visto a una selección española para el recuerdo.
La final de la Eurocopa del 84, contra la Francia de Platini, fue, si exceptuamos el triunfo olímpico de Barcelona 92 (y casi siempre se hace), el último momento de gloria de nuestra selección. Somos, por tanto, millones de españoles de entre 10 y 30 años que nunca hemos visto ganar un Mundial ni una Eurocopa a España; no sólo eso: ni siquiera nos hemos acercado. Unos y otros, en todos estos años, recordamos algunas selecciones con más cariño que otras. Las de USA 94 o Corea y Japón 2002, por ejemplo. Pero lo que ha predominado siempre, el denominador común de todos esos equipos, son las decepciones: el fallo de Salinas y la nariz rota de Luis Enrique, el penalti errado por Nadal, la cantada de Zubi contra Nigeria, el penalti a las nubes de Raúl o las lágrimas por el robo contra Corea. El pesismismo, el infortunio y la poca capacidad para dar lo mejor en los momentos importantes estaban instalados en nuestro subconsciente colectivo. En los momentos que había que dar la cara se aliaba nuestra incapacidad con la mala suerte para alejarnos de la gloria. Muchos pensábamos que pasarían muchos años antes de ver a España ganar un Mundial o una Eurocopa. Pero este junio de 2008 las cosas han cambiado. Este grupo de jugadores, jóvenes y amigos, con hambre, ganas de comerse el Mundo y galones en equipos importantes, se ha conjurado para cambiar definitivamente nuestra historia reciente. Han desterrado el victimismo, han dejado de achantarse ante los rivales con estrellas sobre su escudo, le han dado una patada a nuestros fantasmas y han demostrado que están dispuestos a ser recordados. Han ganado a Italia, y en penaltis, tomándose fría la venganza. Han aplastado a la mejor Rusia en décadas y ahora está dispuestos a arrebatarle la Copa a Alemania, la eterna Alemania. Este grupo de 23 hombres será recordado por esa generación de españoles de la que hablaba al principio, gane mañana o pierda, aunque obviamente en distinta medida. Esperemos que los niños sepan recitar de memoria, dentro de unos años, la alineación que sacará mañana Aragonés: Casillas, Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila, Senna, Xavi, Fàbregas, Iniesta, Silva, Torres. Ahora sólo queda un partido para alcanzar definitivamente la gloria. Un partido para que sean recordados no sólo por nosotros, sino por toda Europa. Traedla a casa. Traed la Copa a casa, porque os la merecéis. Traedla por los millones de españoles que sufrimos y vibramos con vosotros. Traedla por todas las selecciones españolas que se quedaron en el camino. Traedla por David Villa, al que el cruel destino no le dejará jugar la final. Pero sobre todo traedla por vosotros; ganadla y ganaos para siempre un pedazo de historia. Ganadla para que Europa recuerde a la España de 2008. Publicado: 11:35 24/05/2008 · Etiquetas: Cine, Indiana Jones, Paja Mental Spielbergiana · Categorías: Películas
Se les ha ido completamente de las manos todo el tema extraterrestre. Steven, ya hiciste "Encuentros en la tercera fase", evita el autoplagio.
Por lo demás, divertidísima. De verdad. |
Blogs en Vandal · Contacto · Denunciar Contenido