Expandir horizontes

Cuando uno es un crío, tiende a decir a ciertos platos un "No me gusta" sin haberlo catado. Quizá por la pinta que tiene, por lo que se comenta, por cómo huele al cocinarlo... Cuántas veces habré dicho que no a lentejas, judias, cayos, judías verdes... ¡Platos que ahora deboro! Esa es la primera vez que uno expande horizontes.

Bien es cierto que a medida que nos hacemos mayores, unos cuantos se encierran en sus gustos sin dejar entrar la luz del sol y otros deciden probar cosas nuevas. Yo recomiendo siempre expandir horizontes, tratar de probar otras cosas sin prejuzgar nada, ya que no se disfrutará de esas nuevas actividades de ninguna manera.

Cuando era adolescente, repudiaba todo lo que tuviese que ver con la música electrónica y adoraba todo lo que tuviese algún que otro guitarreo. Siempre he estado en grupos de amigos con gustos rockeros y metaleros, así que no existía vávula de escape posible. Recuerdo las caras de asco que ponía ante ciertos temas con sólo escuchar dos "Pum Pum" y ponerlo a parir sin tan siquiera pararme a escuchar lo que me ofrecía. Y me hace gracia cuando me gustaba alguno de esos temas malditos y lo mantenía en secreto no vaya a ser que traicionara mis principios. Intentaba olvidar que existía, no me fuera a convertir en un demonio bakala. Vaya un imbécil, cosas de la edad, supongo.

Menos mal que luego llega la madurez, uno adquiere cierta capacidad de mandar todas esas cosas a la mierda y consigue experiencias más ricas. Gracias a ello no he parado de descubrir cosas que antes se habrían quedado en quién sabe dónde. Aunque no niego que aún hay horizonte por descubrir pero cada vez digo menos "No" a las propuestas nuevas. Liberas ciertos pensamientos y sensaciones que tienes reprimidas por estupideces. Me siento afortunado por ser capaz de expandir horizontes que otros prefieren reprimir.