Planteando el abandono del nido

En la vida de cada individuo llega el momento en el que toca echar el vuelo y dejar el nido donde se ha criado. Unas veces se hace por placer y otras por obligación. En ambos casos, hay que tener claro que se harán sacrificios.

Yo estoy perfectamente en casa de mis padres. Me llevo bien con ellos y todo eso, pero necesito un cambio de aires. Ellos me preguntan si estoy mal en casa, no entienden que quiera marcharme estando bien y no habiendo necesidad imperativa. Necesito un cambio importante, avanzar, y si no puedo hacerlo en el trabajo o los hobbies, la siguiente opción es el hogar. No lo he hecho antes por el limitado sueldo del que dispongo. Irme de aquí supondría sacrificarlo todo por una vida que ahora mismo anelo. ¿Merece la pena? Experimentar y avanzar siempre merece la pena, ¿no?. Tenía un dinero ahorrado para hacer el viaje soñado por todo friki: Japón. Pero desde hace ya bastante, ese sueño ha ido perdiendo encanto y llevo semanas dándole vueltas a la idea de utilizarlo para algo más práctico: la emancipación. Con ese dinero podría cubrir el pago de la fianza del alquiler y más gastos (tampoco es que tenga muchísimo ahorrado  .

Siempre había pensado: "Primero hago el viaje y luego miro la casa". Lógico, si me meto en una casa, quedaré totalmente anulado económicamente y viajes desde luego no podré hacer. Pero ahora se han dado dos situaciones que cambian un poco el planteamiento inicial: el desastre en Japón y la posibilidad de meterme en una casa a finales de verano como muy pronto.

Lo de la catástrofe tampoco es un problema muy grande (si se me permite el egoista comentario frívolo), tenía pensado ir el año que viene y me imagino que para esa época, estará la cosa más estabilizada y arreglada. Y lo de la casa, pues tampoco es algo obligado, pues hay miles en alquiler. Pero la zona me gusta, la casa me gusta y el alquiler me parece correcto. Siempre se puede mirar otra cosa en la zona y lo mismo hasta se puede encontrar algo más barato (todo es mirar y comparar), pero como parece ser la opción más fácil, la pereza gana el control .

Soy consciente de todos los lujos que perderé, pero también del beneficio que ganaré al sentirme más realizado. Tampoco creo que tenga cambios laborales a mejor (porque siempre me pueden echar pero nunca ascenderé). Mi limitada preparación y la crisis me impiden buscar algo mejor remunerado. Si pienso sólo en lo malo, obviamente me deprimo y reculo. Dudo que un día llame un hombre a la puerta y me diga: "Tome, aquí tiene las llaves de su casa". Claro que, igual un día me toca alguna lotería. En cualquier caso, es evidente que no puedo esperar sentado a que eso ocurra. Hay que moverse. Hay que echarle huevos.