Rejugando Resistance me he puesto a pensar. Aparentemente se trata de un juego que versa sobre una invasión alienígena, pero hay otro tema que subyace. La invasión no se lleva a cabo con enormes naves nodrizas que descargan sobre nuestras desamparadas cabezas tormentas de rayos y hordas de seres terribles de aspecto demencial. Nada de eso, todo ocurre de forma mucho más sencilla, menos agresiva, simplemente un virus latente en las entrañas de la tierra desde épocas pretéritas que comienza a  transformar a los humanos en soldados quimera. Eso me lleva a pensar, en primer lugar, la facilidad con que los creadores no han inculcado la idea de que luchamos en el bando de los buenos, aunque los quimera son tan terrícolas como las tropas inglesas y americanas que los combaten. No fue mas que una serie de mutaciones las que hicieron a nuestra especie dejar a tras y superar las fases menos evolucionadas de nuestro devenir por el tiempo. Fueron simplemente esas mutaciones las que dieron la capacidad de dominar (o asimilar, no sé en que teoría se está ahora) al neardenthal. Quizá es por eso que en la ciencia ficción, en el terror y en todos los mundos cercanos, el tema de la infección sea tan recurrente. ¿No cabría pensar que una nueva mutación, la de los quimera, que lleve a la especie a un nuevo estadio es igual de legítima que las que hubo antes? Quizá por eso las infecciones, ya nos conviertan en monstruos, ya en zombis o en lo que sea, están siempre tan presentes en la cultura literaria y audiovisual postmoderna. No es solo el miedo que produce el monstruo, es el terror endémico de perder nuestra preponderancia como especie dominante y acabar extinguiéndonos. Va más allá del terror a la muerte individual; en la mente colectiva de la masa existe una esperanza, creo yo, puede que a mi me pase algo, pero habrá un mundo que seguirá para mis seres queridos, hijos, hermanos, padres. Pero ante una extinción total de la humanidad se apodera de nuestra mente un terror total, que fagotiza todos los niveles de nuestra consciencia al vernos desprovistos hasta de gente que nos recuerde. El hombre es un ser orgánico, un animal que, aunque no lo sepa, busca la supervivencia de la manada, va en sus genes.
En fin, dicho todo esto, está bien poder ponerse siempre en el caso del adversario, quizá así se evitarían muchos enfrentamientos. Los quimera, como muchos de los villanos a los que aniquilamos partida tras partida, quizá estén en su justo derecho de defender su civilización. Por eso he agradecido poder jugar como uno de ellos on line.