Disculpen un humilde soneto

Ella había de demostrarme ciego amor
pasando por alto mi humano fervor
ante una bela lumia que conmigo
topó no más que por capricho divino.

Mil perdones a mi chata le imploré,
no fue mea culpa tan vil chaparrón,
¿o acaso tengo yo culpa de ser varón?
Non, las damas no entienden de virulés.

De nonada valió que le desvelé
que en pleno acto carnoso-amoroso
la recordé y mi corazón calenté.

¡Cuán poco valió mi verso pomposo!
Mas si ella es tan cruel y poco indulgente
no es culpa mía, no, ¡naturalmente!

Hispalis, 7-XII-06