Entrada músical al azar de buena mañana, para despertar un poco los oidos.

En un principio, cuando decidí ir al Camino, me lo tomé como un viaje más, una experiencia única, eso sí, pero aún así un viaje. Que equivocado estaba, y ahora veo el error al comprobar que este periplo ha cambiado parte de mi ser y me ha marcado para siempre.

Yo y mi amigo decidimos tomar el Camino Primitivo, desde Oviedo hasta Santiago, atravesando toda Asturias y llegando a Galicia atravesando campos y montañas, al ver que era el más corto. Je, si me hubiesen contado que precisamente el más corto de todos es el más duro, pero a la vez el más bello, me lo habría pensado dos veces antes de lanzarme a ello. Pese a ello, no me arrepiento en absoluto.

El viaje a Oviedo en autobús, haciendo transbordo en Madrid, fue bastante incomodo y duro, pero valió la pena solo por las experiencias del primer día y aún más del resto de ellos. Ya desde que pisé tierras asturianas, el mano Jimmytrius nos acogió en la ciudad en la que vivía con un trato insuperable, y es que ojalá hubiesen más personas así por el mundo. Después del encuentro y una comida de platos típico, la visita a Oviedo fue de lo más lucrativa, aunque la paliza recibida jugando a Melee no lo fue tanto (eso sí, aceptada con deportividad y humor por delante de todo). Tras un agradable día, pasamos la noche en el albergue de peregrinos, el cual tenía un ambiente bastante frio, incluso depresivo, lo cual minó bastante nuestros para comenzar la verdadera travesía al día siguiente.

Anque Jimmytrius no es una bola rosa gigante como muchos creen, sigue siendo un buenazo.

Salir de Oviedo fue más fácil de lo que creíamos, pese a que el día anterior no habíamos visto las conchas que debían guiarnos, una vez tomamos el camino que nos indicó el responsable del albergue, fue pan comido. El principio de la etapa era precioso, por pequeños senderos y campos enormes, aunque poco a poco el cansancio iba haciendo mella, sobre todo al subir El Escamplero, con el sol tostándonos la piel y un camino previo bastante duro, así como una subida bastante dura. El tramo de carretera que iba a continuación fue matador, y empezábamos a desesperarnos al no llegar a nuestro destino, Grado. Tras parar a comer en un bar de carretera, bastante cansados, logramos llegar allá las cuatro y media de la tarde, atravesando el pueblo entero para llegar a un hotelito en el que alojarnos, eso sí, pagando sus buenas perras, ya que el próximo albergue público estaba ya en la etapa siguiente, y carecíamos de fuerzas suficientes para llegar. La hospitalidad de la gente ya se hacía notar, desde la señora que llevaba todo el tinglado hasta la de un Valenciano, el cual ya había hecho el camino hace años, el cual, aparte de unos buenos consejos, nos regaló dos palos que había encontrado (uno de bastante calidad para ser natural, el otro era un poco chuchurrio, pero a caballo regalado, no le mires el diente) y unas compresas que vendarnos por si la planta del pie sufría en futuras etapas. La siguiente etapa fue muchísimo más llevadera, además de que nos habían hecho el favor de llevarnos las mochilas a nuestro siguiente destino.

Logramos llegar a Salas, y encima con alegría, ya que desde el comienzo de la etapa, un hombre nos cambió el palo mejorable por otros dos pelados y lijados a mano, los cuales me han acompañado durante toda mi travesía, y ahora mismo se encuentran en mi habitación, donde los guardaré con ternura. En “Casa Pacita”, nuestras mochilas no estaban, pero nos aliviamos al saber que las habían dejado en un hostal cercano. Pidiendo consejo por el tiempo, a regañadientes, decidimos hacer una criba y saltarnos varias etapas para poder llegar estar en Santiago a tiempo y pasar todo un día allí, para después volver en avión. Es doloroso tener que saltarte algo que estás capacitado y dispuesto a hacer de buena gana, aún sabiendo el esfuerzo que supone, pero que el condicionante de poder hacerlo o no sea algo incontrolable como lo es el tiempo. No quiero enrollarme escribiendo etapa por etapa, porque aburriría, sobre todo si la gente ya lo ha hecho, así que debería centrarme en otros puntos.



La gente, su comportamiento, el de uno propio… es un aspecto muy importante de este viaje, porque poco a poco vas añadiendo a tus conocimientos preestablecidos nuevas perspectivas que se amplían día a día, mientras vas encontrándote con otras personas en la misma situación que tú, las cuales te prestan ayuda o eres tú el que se la da, acompañándoos mutuamente o separándote de ellos en un punto y reencontrándoos en otro, bien en pleno viaje en el destino final, con la emoción a punto de caramelo y los ojos vidriosos enfrente de la catedral.



He subido montañas, atravesado senderos selváticos, recorrido el duro asfalto entre pueblo y pueblo, y desde luego volvería a hacerlo, de hecho, tengo claro que en un futuro volveré ya no solo a este camino, sino que probaré otras posibilidades existentes. Han sido muchísimas las reflexiones que he hecho durante mi viaje, y he de decir que ha merecido completamente la pena en todos los sentidos.

Antes de dejaros con algunas fotillos sueltas, deseo a todos esos peregrinos que siguen su camino propio algo bastante común: Buen Camino.

Tras una buena comida, Jimmy nos enseñó la ciudad de Oviedo. Aquí, en la fuente que hay en la plaza de la catedral.

Tras decir que Kirby Air Ride era mediocre, Jimmy intento absorberme, pero no tuvo el resultado esperado. Mi compañero ni se inmutó.

Adentrandose en lo misterioso.

El parque de Salas, un lugar que recuerdo con cariño.

Una vista preciosa, desde lo alto de la última montaña de Asturias.

La señalización mediante conchas era de lo más curiosa. En Asturias, la parte pequeña hacia las veces de flecha, mientras que en Galicia era al revés. Este es el primer mojón que se ve tras atravesar la frontera entre ambas tierras.

La puerta misteriosa. Quién sabe que oscuros secretos guarda con recelo...

En un principio pensé en meterme dentor a ver si salía disparado, pero los habitantes lo usaban a modo de papelera.

Motoristas en la penúltima etapa. Grandes.

Secreto: (Pincha para leerlo)

Tras toda esa cantidad de juegos reguleros, en los que se mancillaba su nombre, al fin, ha vuelto a los origenes, nunca mejor dicho.

Rayman ha vuelto.