Abrí una caja de cartón, bien cerrada, que guardaba una serie de joyas que hacía años no redescubría. Poniendo a parte el dilema si lo antiguo es mejor o peor que lo nuevo, y olvidando toda la evolución que hemos vivido, aspiré el aroma de aquellas cajas de carton de Nes y Supernes, ojeé aquellas instrucciónes, a veces muy basicas, la mayoría de ellas en color. Pude volver a emocionarme con las de Leyend Of Zelda: A past to Link, una obra maestra en todos sus aspectos. Y conecte aquellas consolas añejas a mi nueva televisión. No habían perdido un ápice de frescura y energía. Super Mario World sigue siendo aquella maravilla consolera en la actualidad. Pude volver a disfrutar de la entrañable historia de Tenchi Sozo, o como fue llamada aquí, Terranigma.
Aquel que no suspire por sus viejas consolas y aquellos juegos tan maravillosos es que en verdad no lo ha vivido.
Aquel que no lo haya vivido no sabe lo que ha perdido.
Abadia del Crimen forever.

He comprobado que se ha puesto muy de moda el término Hype, definición clasista donde las hayas, descalificando la mayoría de juegos llamados comunmente "AAA", y que consiste en desacreditar tales títulos tildandolos de "son graficos únicamente". Y digo que lo he podido comprobar, porque en mi ultimo mensaje hablé de un juego que me ha hecho soñar y disfrutar como un loco. A ese mensaje respondieron varios usuarios y uno de ellos se refirió a el como Hype. A la pregunta ¿lo has probado? no respondio. Y como no lo hizo, pues supongo que no ha jugado. Y es ahí donde creo que está el gran error. No dudo de que haber, hailos "como las meigas", pero tampoco creo que todos sean así. Y si algo he aprendido en mis cortitos 30 añitos, es que antes de poder criticar algo "Hay que probarlo".

¿Quien puede negar la extenuante sensación que deja Snake en su última aventura?
Habrá quien diga que me gusta más esta parte o esta otra, pero lo que no se puede poner en duda es que MGS4 conforma una odisea de máxima expresión gráfica, jugable y argumentativa. Sentir la tensión de un campo de batalla, pudiendo optar por la mayor de las aniquilaciones o el máximo sigilo. Disfrutar de esas revueltas en la jungla, con todo un mundo de posibilidades a tu favor. Revivir aquellas escenas tan chick de cine negro en su tercer acto. Acongojarse con Shadow Mosses y sus recuerdos. O simplemente vivir en carne propia el mayor sufrimiento que ha padecido nuestro viejo heroe. Personajes añorados y soñados. Son vectores, polígonos y texturas. Son algo irrepetible.

Recuerdo el momento en el que mi padre me cedió a Ilión, la Hoja de Findilg, la hoja más terrible que jamás haya sido forjada en nuestro mundo. Aquella mañana era una de las más frias que recuerdo y volvía del mercado de comprar unas botellas del buen vino de Grauf. Al acercarme a casa sentí cosquillear los cabellos de mi nuca y sentí que algo horrible había cambiado en el mundo. Corrí hacia mi casa y allí lo ví, frente a mí, cubierto con la más hermosa de las armaduras que jamás nadie haya visto, con su espada desenvainada y bañada en sangre y con un cabello dorado que caía por su espalda hasta su cintura. Tal belleza me hizo estremecer.
A su lado, tendido en el suelo, el cuerpo decapitado de mi padre y en su mano Ilión.
El extraño giró sobre si mismo y me miró directamente a los ojos.
-Eme aquí, frente al Dragón Ilión. ¿He de acabar con su vida?-Y diciendo esto alzó su hoja hacia mi garganta.-Dime, ¿he de acabar con tu vida? ¿Quizá aceptarías el terrible legado de tu asqueroso padre?
Yo temblaba de pies a cabeza, completamente inmovil ante la hipnotica belleza de aquellos ojos grises como la luna.
-Si.-Eso dije.
-Pues así sea Dragón Ilión. Coge la hoja de tu padre, honra a Findilg, a Ilión. Y derrama su sangre cual bestia sin nombre. Tal vez algún día te arrepientas, tal vez no. Aunque ese día llegara y mi hoja volverá a iniciarlo todo.
Y sin más avanzó hacia mí, toco mi hombro y desplazandome a un lado salió por la puerta.
No lo seguí, tan solo miraba a mi padre y a aquella extraña espada, forjada no se sabía cuando con aquel extraño cristal.
Continuara....

Recuerdo aquellos momentos casi como si los estuviera viviendo ahora mismo. La excelsa sensación de ser dueños de una pequeña parte de nuestro mundo. La dulce promesa de momentos inolvidables. La emoción, la intranquilidad de ver que nos encontrariamos segundos más tarde. La imperiosa necesidad de arrancar aquel plástico que precintaba nuestro más ludicos sueños.
¿Quien pudo olvidar aquellas sensaciones al abrir uno de sus primeros cartuchos, de sus primeras casettes? Aquel Super Mario Bros 3 me marcó, en un antes y un después. Aquella orgía de colores y sensaciones. Aquellos sueños ya se fueron y pocos son los que me transmiten hoy en día aquello. ¿Volveré a ilusionarme? No lo creo.