Publicado: 11:04 15/12/2008 · Etiquetas: · Categorías:
Durante un rato me mantuve absolutamente quieto, esperando cualquier cosa, pero nada más se oyó aquella noche. Me dirigí hacia la cama, rascandome la barbilla, intentando sacar de mi cabeza aquellos dos golpes en el piso de Shoecker, pues la mezcla de silencio, oscuridad y calor me sugestionó en gran medida.
Ya por la mañana temprano la habitación parecía transmutar como todos los días, convirtiendose en el lugar hogareño que me enamoró la primera vez que lo ví. Me hice un café, solo, como a mi me gusta y me arreglé para dirigirme hacia mi puesto de trabajo, unas oficinas abandonadas en el centro, como guarda de seguridad. Ya saliendo por la puerta pude ver a cierto gentío en el pasillo. Unas cuantas vecinas, entre ellas la señorita Pifferson -de la cual estoy completamente enamorado- rodeaban la puerta del piso de Shoecker. Es entonces cuando debería haber salido de allí, sin tan siquiera preguntar que ocurría. Pero como al gato, la curiosidad fue lo que me condenó... 0 comentarios :: Enlace permanente
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