Luna negra

Aquella noche me desperté sudoroso, con la sabana en el suelo, jadeando. Con la mirada fija al techo.
El ventilador de techo se movía languidamente, sin levantar apenas aire y con aquel ruido de fondo que taladraba mi cerebro.
La garganta me ardía, reseca y me levante a beber un poco de agua. La botella, en el suelo, estaba a medio llenar, pero por suerte el agua estaba suficientemente fresca.
De fondo algún ladrido de perro y coches circulando por la, a estas horas, desierta ciudad.
Un golpe en la pared me hizo despejarme totalmente, un golpe seco. Era en la pared que daba a Shoecker, un vecino bastante estrambótico que se había mudado no hacía mucho.
De nuevo otro golpe. Aún más fuerte. Me acerqué a la pared y apollé el oido para ver si lograba averiguar que ocurría con mi dichoso vecino...