Resultados para etiqueta "new" A lo largo de mi vida como jugón, y como Nintendero, he tenido que defender el honor de Mario y sus juegos en innumerables ocasiones y ante diversos interlocutores. En el patio del colegio, en discusiones de instituto, en foros de videojuegos, e incluso en cenas familiares. Siempre había quien lo tachaba de prostituido, de sobreexplotado, de protagonizar juegos simples e infantiles, o de llevar 25 años haciendo lo mismo. Y siendo amante incondicional de una franquicia que me ha visto crecer (y a la que he visto crecer), más de una vez no me he querido quedar de brazos cruzados y he acabado citando las obras maestras que son los Super Mario Bros originales, aduciendo a la revolución que supuso Super Mario 64, mencionando las grandezas de spin offs basados en su licencia y culminando con el prodigio que han sido ambos Super Mario Galaxys en esta última generación.
Y es que hasta hace relativamente poco y obviando una oscura etapa en la que Philips metió sus sucias zarpas, Mario siempre había sido una apuesta segura, un infalible. Y no me refiero solamente a la calidad de sus juegos, sino a su facultad para reinventarse y ofrecer cosas nuevas, a demostrar el poderío técnico de una máquina y a sobrecoger con melodías inolvidables. Cuando comprabas un juego de Mario estabas comprando un producto redondo, un producto mimado, un producto que estaba hecho para brillar con luz propia en tu estantería. No hablo necesariamente de un juego de plataformas (pues a partir de 1990 y hasta hace poco sus escalas en el género quedaron considerablemente reducidas a una entrega tridimensional por generación), sino que podría haber estado refiriéndome a frenéticos arcades de carreras, a excelentes RPG’s cargados de dinamismo, a magníficas apuestas deportivas o incluso a híbridos de puzles y desafíos de habilidad. Prácticamente solo sus juegos de tablero olían a quemado desde la era 64. Efectivamente, Super Mario World para Super Nintendo fue el último juego de Mario en una buena temporada en el género que le vio nacer, dejando pista libre a personajes como Wario, Donkey Kong o Yoshi, que sobresalieron con igual brillantez en el mundo de las plataformas 2D. Hubo que esperar al año 2006 para que el fontanero volviera a protagonizar un título de tales características: New Super Mario Bros, para Nintendo DS. No es que se tratara de un producto redondo, pues el diseño de niveles rayaba lo mediocre y musicalmente no despuntaba en exceso, pero venía acompañado de un sistema de físicas muy permisivo y cargado de posibilidades, y técnicamente era bastante resultón para su consola. Reciclaba los mundos de Super Mario Bros 3 y era fácil a rabiar, pero Mario había vuelto a las dos dimensiones con un juego nuevo tras más de quince años, y no había por qué poner mala cara. Bien sabido es que fue un éxito de ventas. Apenas tres años más tarde, un triste y solitario E3 anunciaba una secuela para la sobremesa de Nintendo, New Super Mario Bros Wii. El juego aportaba respecto a la entrega de DS un divertido modo cooperativo y un diseño de niveles bastante más sólido, pero prácticamente en todo lo demás era un calco descarado… de portátil a sobremesa. Mismas físicas, mismos elementos, misma música estridente, mismo estilo gráfico, mismos fondos, mismos sprites, mismos mundos. Si en DS era resultón, en Wii era un aborto gráfico-artístico, en el que se hacía terriblemente patente la desgana que había en Nintendo por trabajar en serio. Los fondos iban por un lado, los elementos jugables y el escenario por otro, todo ello aderezado con WAP WAPS, tortugas bailando y el reclamo de rescatar a los olvidados Koopalines, por si había algún viejo jugón que se acordara de ellos. 20 años desde Super Mario World para portear un juego de DS. Pero claro, si DS había vendido bien y el Mario de DS había vendido lo indecible, y Wii había vendido mejor, solo había que despejar la X. Y la flauta sonó, y con un nulo trabajo de producción New Super Mario Bros Wii se convirtió en otra mina de oro. Para la misma consola salían también dos soberbios Super Marios Galaxy, perfectos en todos los sentidos. Esto le hizo preguntarse a uno por qué las dos dimensiones no merecían los mismos recursos, cariño y atención que las tres dimensiones. Pero es que Wii ya contaba en su haber con otros plataformas bidimensionales con los que establecer comparaciones, como Wario Land: The Shake Dimension, un juego de ritmo ciertamente diferente pero que se notaba muy cuidado gracias a su inteligentísimo diseño de niveles, sus gráficos dibujados a mano, su variadísima banda sonora o su fresco sistema de desafíos y misiones. Y en mimo y encanto, Mario salía perdiendo por mucho. Pero en 2010 llegó la hecatombe: Donkey Kong Country Returns, que demostraba cómo con la Wii también se podían fundir fondos y escenarios, construir arquitecturas jugables sobrecogedoras que reinventaran el género y ofrecer experiencias que realmente le hicieran a uno pensar que habían sido 20 años de avances y evolución para los juegos de plataformas en 2D. A éste le siguieron el atractivo Kirby’s Epic Yarn e incluso uno de Ubisoft (¡de Ubisoft!), el épico Rayman Origins, sólidos jugablemente, destacables técnicamente, igualmente divertidos y completos. Y, de la misma forma, en mimo y encanto Mario salía perdiendo por mucho (¡contra Ubisoft!) en el género en el que antes había sido el rey indiscutible. Y en esto salió una nueva portátil (3DS) y se anunció la sucesora de sobremesa (WiiU), ambas con potencia suficiente para hacer cosas nuevas, así que la pesadilla New Super Mario Bros parecía llegar a su fin. Pero entonces aterrizó New Super Mario Bros Mii, una demo (¿técnica?) de WiiU que por su aspecto parecía poco más que una broma y por cuya repentina ausencia tras la presentación de la consola todos preferimos tomar como tal y olvidar. Y cuando ya estaba más que olvidado, se presentó y salió al mercado New Super Mario Bros 2 para Nintendo 3DS. Se trataba de una nueva entrega portátil de la saga, de la que se publicitó la importancia de las monedas, un gimmick que no dejó de ser mera publicidad y que apenas repercutía a la hora de jugar. Tampoco podía faltar el reclamo nostálgico de turno, así que se rescató la hoja mapache de Super Mario Bros 3 para los abuelitos. Para todo lo demás (ya lo adivinaréis), mismas físicas, mismos elementos, misma música estridente, mismo estilo gráfico, mismos fondos, mismos sprites, mismos mundos. De DS a Wii y de Wii a 3DS. Tres de tres, pleno y a morirse del asco. Y casi a la vez que se presentara tamaña falta de respeto a un ídolo y a una franquicia, New Super Mario Bros Mii volvió a la vida bajo el nombre de New Super Mario Bros U, como título de lanzamiento de la nueva generación. Salió anteayer y usa la pantalla de WiiU para que pueda incorporarse un quinto jugador a la fiesta pegando plataformas en el cielo. Tampoco se han olvidado esta vez de sacar del baúl de los recuerdos algo que haga soltar la lagrimita al nostálgico de turno: Los bebés Yoshi y una triste parodia del mapeado global de Super Mario World. Respecto al resto creo que no hace falta que lo vuelva a decir, pero aún así lo haré: mismas físicas, mismos elementos, misma música estridente, mismo estilo gráfico, mismos fondos, mismos sprites, mismos mundos. De DS a Wii, de Wii a 3DS y de 3DS a WiiU. Cuatro máquinas con cuatro potencias distintas y que tienen cuatro juegos que se ven igual de mal, que se oyen igual de mal y que se juegan igual de igual. Curiosamente, cuanto más famoso se ha hecho Mario gracias a los New Super Mario Bros, más mediocres han sido también sus escalas en otros géneros: más estancados sus juegos de karts, más absurdos sus juegos de tablero, más pésimas sus entregas deportivas. Solo las grandes producciones de juegos de plataformas tridimensionales y algunas excepciones en el campo del RPG han sabido mantener el listón. Pero eso es otra historia, de la que hablaré otro día. Lo peor de todo el asunto no es que esos New Super Mario Bros, de cuatro consolas sucesivas, tengan las mismas animaciones, sprites, físicas y melodías. Lo peor tampoco es que estemos hablando de Mario, ese personaje que protagonizaba títulos mimados, rompedores, innovadores, redondos, aún dentro de las ataduras del mismo género. Lo peor no es que las novedades entre una entrega y otra sean ínfimas e insultantes. Lo peor ni siquiera es la desvergüenza de sentirse ofendido cuando te tratan de vender lo mismo como algo nuevo, ni el dolor de ver cómo algo que parecía infalible y una apuesta segura se termina estropeando por la comercialidad y las masas. Lo peor tampoco es que el presidente de Nintendo esté contento con la franquicia y manifieste abiertamente su intención de seguir por el mismo camino. Lo peor de esta situación, es que soy capaz de comprender por qué el presidente de Nintendo quiere seguir por ahí, convencido de que está haciendo las cosas bien y de que está dando a la gente lo que quiere: Porque, después de todo, el público (tanto los que acaban de llegar como muchos de los que llevan años en el barco) acoge con los brazos abiertos y una sonrisa en los labios esta inmensa contradicción que se hace llamar New Super Mario Bros, que vende como churros pero tira por tierra la esencia de Nintendo de hacer cosas nuevas, de crear con sentido y de producir juegos con el amor y el cariño que un día caracterizaron a la marca. Pero claro, al final va a ser cierto eso de que somos lo que comemos y tenemos lo que nos merecemos. El único consuelo que le queda a este pobre usuario es que, pese a lo que acabo de decir, aunque aún altas, las notas que reciben estas entregas en las revistas especializadas cada vez son más bajas, y poco a poco se nota que la gente se va cansando de lo mismo. Puede que la flauta haya sonado una última vez, pero confío en que la siguiente no lo hará del mismo modo. Quizá cuando la media de la saga en Gamerankings roce el 40%, en Nintendo se planteen la posibilidad de que quizá haya que dar un paso hacia delante, de que quizá haya que sorprender con algo. De que quizá haya que rescatar del olvido a los moais de Super Mario Land. |
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