Pasaremos a repasar conductas habituales de los jóvenes estudiantes universitarios que vienen a España a practicar nuestro idioma, constatadas el otro día en reunión noctura (y, por ende, con alevosía) entre varios entes del universo docente. En líneas general son unas cuestiones existenciales que son aplicables a los estudiantes estadounidenses, que son mayoría aplastante y, todo sea dicho, un pequeño botón de muestra.


- ¿Por qué se van a Amsterdam en su primera semana? Y, sobre todo, los que no se van en su primera semana, ¿por qué se van la última?

- De los que van a Ámsterdam, ¿por qué siempre hay uno que se pierde el mismo día que llegan y aparece, sin saber nadie muy bien cómo, otra vez en España?

- ¿Por qué en las clases de cultura hay que enseñarles geografía básica (países de Europa, y algunas capitales) tirando de mapamundi? Que no sepan dónde está Guijuelo es normal; que no sepan por dónde está Estocolmo es grave. El consuelo es que pasa lo mismo con los españolitos.

- ¿Por qué tienes que acabar, sin excepción, cada noche que sales con tus colegas, encontrándote con un puñado de tus alumnos, y hacer de canguro con el que se ha pillado la moña del siglo y está rozando el coma etílico porque sus amiguitos y compañeros pasan de él o ella (sí, sorprendentemente sin distinción de sexo) como de la mierda?

- ¿Por qué cada chica que va contigo por la calle es, indiscutiblemente, tu novia y principal tema de conversación en clase al día siguiente?

- ¿Por qué cuando han aprendido a usar “ser” y “estar” su frase favorita es, a partir de ese día, “oh, profesor, soy frustrado”? ¿Es para que les bronques más? ¿Eh?

- ¿Por qué se van de viaje a Pamplona por San Fermín, y siempre acaban durmiendo sobre la hierba y, oh misterio, alguien robándoles la mochila y/o los zapatos a alguno?

- ¿Por qué, si en España pueden beber alcohol nada más pisar el suelo, algunos esperan a cumplir 21 años (edad legal para consumir bebidas alcohólicas en EE.UU.) para emborracharse desde ese día hasta el que se van? Pudiendo estar alcoholizados desde el primer día, es una pérdida de tiempo terrible.

- ¿Por qué no ven la televisión española? Bueno, esto es comprensible. La cuestión es ¿por qué, cuando la ven, consumen cosas como El Tomate? Tampoco es necesario integrarse tanto en la cultura nacional.

-¿Por qué conocen más zonas de España en cuatro semanas que yo en lo que llevo de vida?

-¿Por qué no le hacen estupendos regalos a sus magníficos profesores, que tanto les adoran y tan buenas notas les ponen?


La respuesta a todas estas preguntas es: porque son estudiantes, y como buenos estudiantes que son, su principal labor es no estudiar, qué coño.

Así, sin el derecho divino y humano a poner una sacrosanta tilde en “fui” es como empieza esta entrada; desolada, no podía ser de otro modo.  Sea como fuere, lo cierto es que el fenómeno de los tertulianos (también conocidos como, generalmente, periodistas que intentan aparentar ser algo venido a más) es uno de esos casos de monstruos de feria que asolan las radios y televisiones nacionales. Personajillos que resultan ser entendidos en todo, dominando todas y cada una de las claves del universo, capaces de emitir la verdad absoluta en cada juicio que regurgitan.



Y, lo confieso, yo fui uno de ellos. Me tocó durante la juventud (por eso lo confieso, pues los pecadillos de juventud son sin duda los mejores, de los que más aprendemos y de los que más hay que avergonzarse, hasta que llega el momento de expiarlos) ejercer de tertuliano en algún que otro programilla (uno de ellos en una popular emisora nacional), por lo que lidié con algunos de estos elementos, y no hablo de los de la Tertulia de Paco en Radio Chanfaina, sino de eminentes tertulianos populares y populosos, de esos que salen en programitas de la tele cobrando su pasta por soltar una o dos frases gilipollescas inspiradas por el director (cuando lo hay), o por la “línea editorial” (cuando se la encuentran dentro de recto, claro).

Admitir el no saber de qué estaban hablando, o, en el mejor de los casos, hacer unos amagos de informarse tirando de Altavista (estoy hablando de hace bastantes añitos, Google no había nacido, o quizás sí y a nadie le importaba todavía), era el pan de cada día antes de empezar. Como había pan, también rondaba harina; ya entienden ustedes por donde voy. La cuestión es que se reían terriblemente de los bobos que llamaban para llevarles la contraria, pero más de los que llamaban para darles la razón. Por supuesto, todo fuera de micro, que había profesionalidad, oiga.

Tuve a bien salir de ese círculo en cuanto pude, conocedor del mundo que se esconde detrás de las ideas prefabricadas, los prejuicios infundados, las ineptitudes supinas, y las máscaras de lenguaje pseudobien construido (“pseudo” quiere decir “falso”; necesitaba la pequeña pedantería) que dan el pego. Más firmes, consistentes  e intelectuales me parecen las alegres discusiones de tasca en las que todo españolito de pro arregla España en dos días, porque, al menos, ellos creen mínimamente en lo que dicen, sin ser pozos de hipocresía y de gilipollez. Sobra decir que también había excepciones; en concreto, una o ninguna.

He decidido que, ahora que he pasado un par de días trabajando duro con el MacBook, es el momento de componer unas primeras impresiones del ordenador. Se trata de un portátil de 13,3” con una CPU Intel Core Duo de 1,83Ghz (he decidido adquirir el modelo más básico) y un disco duro de 60GB (usa el estándar SATA de 2,5”, y seguramente lo ampliaré de aquí a diciembre, aunque no descarto optar por una unidad externa). Cuenta con tarjeta gráfica integrada GMA 950, bastante básica (los modelos de la serie Pro tiran de Ati X1600), pero suficiente para mis necesidades de usos ofimáticos y visionado ocasional de algún vídeo descargado de la red o DVD. Del mismo modo, este modelo básico incorpora unidad lectora DVD y grabadora CD; he optado por esto ya que las unidades externas son de velocidad superior a las incluidas de serie por Apple... y no voy a grabar nada que requiera el tamaño de un DVD, salvo, por supuesto, los ocasionales backups y similares. Cuando llegue el momento veré qué unidad óptica externa adquiero, pero supongo que tiraré por alguna económica para ahorrar algo de dinero, ya que, de todos modos, no tengo intención de llevarla a cuestas.

Expuesto el modelo de que se trata, y las razones por las que he escogido sus prestaciones, pasemos a ver qué tal se ha comportado hasta el momento.
Mac OS X no es un sistema operativo que me sea nuevo. He usado muchos Apple con OS 9 y anteriores, y no tantos con X, la verdad, pero los suficientes (en concreto un iBook 12” y varias lamparitas) como para saber lo que debía esperar de Tiger (versión actual del SO, la 10.4), y no decepciona. Le puse al portátil 2GB de RAM, y se nota. Mueve con soltura múltiples escritorios, varios programas de Office 2004 (unos cuantos documentos Word, un par de Excel, y la aplicación de correo Entourage), de iWorks (Pages, Keynote), Mail, y el navegador Camino (versión de Firefox específica), todo sin problemas. La prueba de fuego fue lanzar Windows XP SP2 emulado mediante Parallels. Lo situé en un escritorio virtual (mediante Virtue Desktop), y aunque el rendimiento no es perfecto, lo cierto es que rinde casi con la misma soltura que mi PC doméstico (un AMD Duron 3000+, SATA 300GB, 1GB RAM, que espero aumentar a 2GB después del verano). En cualquier caso, puedo usar Internet Explorer y Windows Media Player 10 sin mayores problemas siempre que me es necesario, y teniendo en cuenta que no he toqueteado la configuración ni de Parallels ni de Windows, supongo que podré sacarle mejor rendimiento.

En cuanto a su pantalla, el tamaño es más que suficiente para mí. Estuve incluso a punto de adquirir un Toshiba de 12,1”, más ligero que el MacBook, pero finalmente opté por una cuestión de relación calidad-precio y SO por el Mac. Es de brillo (cada compañía le ha puesto un nombre), y ofrece una gran calidad a la hora de ver películas. Hay quien se queja y prefiere las mate de los TFT tradicionales, pero yo, como usuario sin necesidades específicas de vídeo o fotografía estoy más que contento con el resultado. Sobra decir que no tengo píxels muertos ni fallos de ningún tipo.

La robustez del ordenador está fuera de toda duda. Se percibe firme y resistente a la mala vida que yo espero no darle, y aunque todavía no le he puesto a convivir directamente con el PC, ya que conecto a la red mediante la conexión inalámbrica, en un par de días configuraré la red para compartir archivos y recursos, como la impresora, que siempre resulta más cómodo que usar un Pendrive o similar como intermediario.
A nivel de software, he usado un poco de todo. Aunque tengo Messenger, he descubierto AdiumX, un sobresaliente sustituto que permite aunar iChat, MSN y demás servicios populares de mensajería instantánea. Keynote se ha desvelado como mucho más potente que PowerPoint y, la verdad, más accesible. Pages... en fin, podría estar usando Word ahora mismo, pero este editor me resulta muy agradable de usar, muy familiar, y con menos apéndices que Word. Las aplicaciones de iLife son muy entretenidas, aunque he desintalado GarageBand, ya que no soy músico ni tengo grandes inquietudes en ese frente. Pero iPhoto e iWeb han resultado ser prácticos sustitutos de otras aplicaciones del mundo PC. La tónica es la misma en todos y cada uno de los programas que frecuento en PC.

El lunes empezaré a usa EndNote y QuarkXpress en sus versiones Mac, a ver qué tal tiran sobre CPU Intel (hasta donde sé, no existen en binario universal, pero tendré que informarme y ver qué tal corren, en todo caso, sin PPC).

Con respecto al calentamiento, un tema bastante trillado, debo decir que entra en el rango de la normalidad de los portátiles con Core Duo. He usado un Sony Vaio, y se calentaba igual que éste, y el dueño del Vaio había tenido acceso a un Toshiba, y también alcanzaba temperaturas bastante elevadas, unos grados por encima de las que marcaban los Centrino Mobile. Es lo que hay.
En cuanto a batería, el rendimiento es excelente. Cuando me pongo a trabajar quito el AirPort (WiFi), y me da unas 4:30 horas de media en uso real, sin tirar del lector de discos. Es un rendimiento que esperaba en la medida en que las previsiones de Apple situaban la vida de la batería en unas 6 horas (pero hay que recordar que estas mediciones se hacen con el portátil con la pantalla apagada, sin volumen, ni tocarlo). Teniendo en cuenta que las previsiones de modelos similares de otras compañías se quedaban en 4 horas, está claro que este ordenador cuenta con una autonomía sobresaliente, algo habitual en la marca.

El conjunto es, por tanto, de gran calidad y me ofrece exactamente lo que estaba buscando en mi portátil. Y no ha salido tan tan caro gracias al descuento para profesores, que, hasta donde he visto, es el mismo que se aplica a estudiantes.

Entrada de blog también conocida como: "Podíamos poner un título más largo, pero la verdad es que no se nos ocurrió qué tipo de información insignificante y totalmente prescindible se podía incluir, además de la ya expuesta, al título que se ha puesto."

He leído a gente preguntándose qué modelos de TV eran los que se emplearon en la presentación de Wii, y revisando las fotos que saqué del evento, se aprecia claramente el modelo estándar: un plasma bien grande Fujitsu. Adjunto la foto a tamaño descomunal:

Hace ahora un mes (salvo por dos días) publicaba una pequeña entrada en este blog en la que comentaba mis problemas a la hora de encontra un ordenador portátil que pudiese satisfacer mis necesidades dentro de un rango de precio razonable.

Pensaba yo, en mi infinita ignorancia, que encontrar un ordenador con pantalla pequeña y un consumo de batería razonable, proporcionádome unas 3 o 4 horas reales de uso (es decir, de 5 a 6 horas según las siempre perfectas especificaciones), a costa de sacrificar abiertamente potencial multimedia y demás cosas sería fácil. Pero vaya, resulta que eso que yo buscaba (a priori, ideal para estudiantes o profesores, y, en definitiva, para cualquiera que quiera usar aplicaciones ofimáticas con soltura y poquito más) pertenece al elitista sector profesional.

Las opciones serias de Toshiba y Sony se salían de presupuesto. Y por mucho. No es que fuesen caros, pero no necesito pagar 2000€ por funcionas que no preciso. Finalmente, la única opción realmente válida se perfiló en la forma de MacBook. No es el más pequeño, ni el más grande. No es el más ligero, ni el más pesado. No es el más potente, ni el que menos. Es una máquina bien compensada que me proporciona un SO al que estoy tan acostumbrado como en el caso de Windows (menos, sí, pero desde luego no me es una novedad) y un rendimiento más que sobresaliente con sus -en principio- escasos 512MB de RAM.

Con todo, le estoy haciendo "el rodaje". Va bien, no se calienta en exceso (no al menos en comparación a otros ordenadores con Core Duo), y estoy deseoso de meterle los 2GB de RAM que compré con el dinero que me ahorré y probar qué tal va Windows mediante Parallels. Después de todo hay algún programa aquí y allá que me puede convenir en Windows, aunque intuyo que lo usaré poco o muy poco.

Y es que me he hecho una completa librería de software gratuito que satisface todas mis necesidades bajo Mac. Pero no me gusta cerrarme puertas, y si con un PC me cerraba la puerta a este sistema operativo, la ventaja es que éste no se cierra del todo a otros.

En definitiva, mis primeras impresiones son muy buenas, he probado software esencial, y estoy obteniendo un rendimiento muy bueno. Me gusta, he hecho una buena compra, estoy seguro de ello, y espero tener las puertas abiertas para poder dar el salto a Leopard en 2007. Pero ésa será otra historia.

No sé qué clase de desintegración cerebral sufren los putos niños actuales (léase, entes protohumanos de <20 años), pero a este subproducto de nuestra especie le ha dado por poner en las bibliografías cosas tan absurdas e incoherentes como la Wikipedia.

Viva y bravo. Citar como bibliografía una web en la que cualquier simio (inferior o superior) con cuenta de correo electrónico tiene la posibilidad (desde la perspectiva de dicho simio, una suerte de deber divino) de compartir sus excrecientes (atención, neologismo de propia cosecha) conocimientos con la demás chusma mundial. Es decir, se cita como bibliografía un montón de mierda. O peor: se cita como única bibliografía un  montón de mierda. O peor: se cita como única bibliografía un montón de mierda, y encima se copia íntegramente. Viva y bravo.

Por eso siento un cierto cosquilleo en la espalda al aliviar mi mal humor por ver la degradación neuronal de la especie al suspender, un poco, a dichas alimañas. Casi casi me da cargo de conciencia. O no.

Voy a seguir contando mis impresiones sobre los juegos de Wii que pudimos probar la semana pasada. Wii Sports va a ser avanzado por Jacobo, así que no le pisaré demasiado el terreno. Vayamos por partes.

Wii Golf
Fue el primero al que jugamos. Al coger el mando y ponerse en posición de golfo (o golfista, vaya usted a saber), la chica que estaba con esa demo nos invitó a hacer el movimiento, pero sin pulsar el botón A. Con eso se puede practicar el swing, y, sobre todo, la fuerza de éste. En la práctica tuve una precisión excelente que demostró mis inusitadas dotes en tan digno como señorial deporte, fruto de horas y horas de prácticas jugando en el club de golf con amigos y compañeros [nota: puede no ser cierto]. La cuestión es que a la hora de dar el golpe de verdad, manteniendo pulsado el botón A, no hubo suerte y me pasé todas las veces del green por golpear con demasiada fuerza. Pese a todo, noté que era un juego sencillo, accesible e intuitivo; indiscutiblemente intuitivo. El mando fallaba un poco al acercarse demasiado a la pantalla, pero sin mayores problemas; bastaba dar un paso atrás y se solucionaba, además de conseguir una distancia de seguridad que aseguraba no salir de la demostración con la factura de la reparación de un televisor mostrenco bajo el brazo.

Wii Tenis
Uno de los juegos con los que más tiempo estuve, junto con la demo de Duck Hunt, y con razón. A dobles, y sencillísimo. Levantas el mando dando un golpecito hacia arriba con la muñeca, y levantas la bola para el golpe; mueves la mano hacia delante, y haces el saque. Y luego, a devolvérsela al rival.

Las partidas eran todas a cuatro bandas, con un personaje (panoli por completo) controlado por la máquina en cada equipo. A la quinta o sexta partida, descubrimos que se podía jugar sin tener que reproducir todo el movimiento del raquetazo, y que bastaba con mover un poquito la muñeca. Comprobamos que era perfectamente posible jugar de este modo, hacer todos los movimientos, y obtener una respuesta igual de fiable con el juego. Comprobado ese asunto, seguimos jugando como antes, emulando tener una raqueta porque, qué coño, era divertidísimo.

Wii Béisbol
No estaba muy decidido a jugarlo, pero vino Jacobo y me dijo que tenía que tenía que probarlo. Con poca o nula confianza, fui hacia la demo, y la chica de esta demo me explicó cómo usar el bate. Nunca he jugado al béisbol, y he descubierto que en este deporte no se usa el palo como en el Grand Theft Auto. Me alegro de que la chica me lo explicase, porque igual hubiese hecho el ridículo de otro modo.


                                          Pues va a resultar que estos palos no son para repartir leña.

La cuestión es que me cojo el mando con las dos manos, me lo pongo como a la altura del cogote (para los no iniciados, o sólo conocedores de este deporte por la saga GTA, por favor, consultad foto superior)... y HOME RUN! Me está gustando el juego, mira tú por donde. A mi sobresaliente Home Run, que hizo las delicias de mis admiradoras, siguieron dos fallos. Son los tres tiros de entrenamiento, pero no nos llevemos a confusión: estaba creando una atmósfera de tensión para que la explosión de felicidad entre las groupies fuese inolvidable.

Después de los tres tiros de práctica, tocaba batear diez veces, con un -por lo visto- resultado muy bueno, y por encima de la media de alguien (que no sabemos quién). Hice bastantes home runs, y me fui con la satisfacción del trabajo bien hecho, pero, también, contento por haber disfrutado jugando con un título (más bien, parte de uno título) centrado en un deporte que ignoro y, lo poco que sé, no me convence.

En definitiva, las tres demos deportivas eran divertidas, sobre todo el de tenis, por su factor multijugador. Jacobo ya os contará más cosas en detalle llegado el momento.

Mis alumnos de las primeras horas no han venido. Tengo pendiente comentar un poco los juegos de Wii en el blog... y la firme convicción de que este fin de año no podré jugar sino a esos juegos y los de DS, por parte de Nintendo, ya que me da a mí que ni Super Paper Mario ni otros, pese a lo prometido, llegarán a Europa hasta 2007. Es un pálpito.

Con esa cada vez más firme perspectiva del asunto, el punto de optimismo lo aportan juegos como Wario Ware Smooth Moves, para Wii.

Estuvimos jugando mucho rato, al principio de pie, y descubrí que se me da bien. Al menos, mejor que a Jacobo. Meterle la dentadura a una vieja en la boca fue mi bestia negra, y me costó la partida finalmente, pero salvo eso, todo fue perfecto. La verdad es que era más una cuestión de habilidad que de control, ya que incluso las ejecuciones más absurdas eran intuitivas.

Antes de cada prueba salía una pequeña explicación de qué hacer con el mando, aunque en realidad de todas las que salían como posibles en la lista (¿20? ¿más?), tan sólo empleamos la mitad. Pero estaba bien, y mantenía ese humor absurdo de la saga que tanto me gusta, y que he disfrutado en todos los juegos de Wario Ware... bueno, en todos menos en el Twisted!, que de momento se resiste a salir en Europa pese a que hace más de un año que está en el resto del mundo. Europe goes right.

Estuvimos jugando a Wario de pie, y era divertido. Muy divertido. Tuve cierta resistencia a hacer genuflexiones, y descubrí que aunque se podía hacer todo el paripé, en realidad no es necesario. Por eso, luego, jugamos sentados.

Depositamos nuestros traseros en un cómodo sofá blanco, como los que se podían ver en los vídeos promocionales de Wii. Y jugamos sentados, tranquilos, moviendo apenas la mano. Wario Ware Smooth Moves pasó de ser un actividad frenética a ser un juego relajante, y en ambas vertientes me gustó. Claro, en los momentos de tensión no podíamos evitar volver a agitar todo el cuerpo, pero la cuestión es que no hacía falta.

Estaba claro que los gilipollas que se quejaban de que los juegos cansarían y bobadas por el estilo no tenían razón, pero siempre es un alivio comprobarlo por uno mismo. También es un alivio saber que el status quo del universo no se alterará y los gilipollas seguirán siendo gilipollas. Aprovecho para mandarles un saludo.

Quería dedicar sólo unas líneas a Wario Ware Smooth Moves ahora que he acabado el avance que próximamente publicaremos en Vandal, más extenso y formalito, por supuesto. En breve dedicaré unas líneas al resto de juegos.